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La primera función es para todos

Es el inicio de un proyecto que llevará montajes de clásicos operáticos por los rincones del país. Una puesta a punto que obtuvo importantes réditos y en ese resultado pesan nombres como el de Patricio Sabaté.

27 de Octubre de 2008 | 12:21 |
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Patricio Sabaté se desplazó con una naturalidad tal que pareciera que el personaje de Fígaro hubiese sido creado para él.

El Mercurio

En la Sala Claudio Arrau del Teatro Municipal se realizó el lanzamiento de una de las mejores iniciativas para la difusión de la ópera a nivel masivo. Se trata de un programa que recorrerá diversos puntos de nuestro país tanto como de la Región Metropolitana, llevando producciones completas de las óperas más conocidas, hasta un público que por distancia o por dificultades de índole económico no pueden acceder a ella.

Estas versiones contarán con música en vivo, gracias a la reducción de las partituras para un conjunto de diez músicos más un teclado, el que por una programación especial reemplaza al resto de la orquesta.

El primer montaje corresponde a “El Barbero de Sevilla” de Gioacchino Rossini, pensado en su atractivo para el público no acostumbrado a la ópera. La producción cuenta con un diseño escenográfico muy funcional de Andrés Díaz, que posee bastante movilidad, creando así los diferentes ambientes.

Para los cambios se cuenta con un reducido grupo de tramoyas a los que se suma a veces el coro. El vestuario de gran fuerza visual por el colorido contrastante es del mismo Díaz. La iluminación, muy acertada, envuelve en momentos al público cuando la acción se traslada a la platea.

La régie es de Fernando González Mardones, quien como buen hombre de teatro enfatizó los aspectos actorales de los cantantes, perfilando ajustadamente cada personaje en un juego que a ratos es verdaderamente hilarante. Como al final del primer acto, en el que los personajes parodian a cantantes rock.

Así mismo no es menor el efecto de la interacción con el público, o que en algunas de las arias el solista tenga a otro personaje enfatizando su acción, como ocurre en “Una voce poco Fa” de Rosina, con una divertida Berta tratando de ponerle una chaqueta.

Miguel Patrón Marchand dirige con precisión a los músicos ubicados a un costado del escenario. El grupo de cantantes es homogéneo, y en lo actoral son muy eficaces. Patricio Sabaté, por ejemplo, fue un espléndido “Fígaro”. A sus magníficas condiciones vocales une una actuación extraordinariamente convincente y graciosa, desplazándose con una naturalidad tal que pareciera que el personaje se hubiese creado para él. Su aria “Largo al factotum” fue una de sus tantas excelencias.

Duilio Smiriglia, el tenor argentino, encarnó al “Conde de Almaviva”. Su agradable timbre vocal se apreció mejor en el transcurso de la ópera, pues su comienzo fue débil. Luego, al dominar los nervios, asumió tanto el personaje como su altura vocal. Su caracterización como el falso “Don Alonso” fue excelente.

“Rosina” recibió por parte de Claudia Yáñez una simpática y graciosa caracterización, que alcanzó grandes niveles en “Una voce poco Fa” y en la “lección de canto”. Sergio Gallardo es un estupendo actor, con una gran voz que a veces fue demasiado para la sala, pero al tiempo demostró dominio de las inflexiones dramático vocales que le llevaron desde la ingenuidad a la ira o al desencanto.

Tanto el bello timbre como su generoso caudal vocal permitieron al bajo Cristián Reyes dar el perfil justo para el cínico “Don Basilio”, mostrando enorme presencia incrementada por el terraplén de sus zapatos. Carmen Sánchez fue divertida en su actuación como “Berta”, agregándole su hermoso material vocal.

El reducido grupo del Coro del Teatro Municipal, cantó y actuó con el profesionalismo acostumbrado. En resumen un exitoso lanzamiento que esperamos tenga toda la acogida y respaldo que se merece, ya que se trata de una iniciativa cultural del mejor nivel profesional.