Por años se soñaba que a Chile vinieran las grandes estrellas de la música. Y no pasaba nada. Pero en los ´90, las caras de Magnetoscopio Musical empezaron a aparecer en el Estadio Nacional y les siguieron después las de MTV. Michael Jackson, Metallica, los Gun's, Marilyn Manson (cuando no era lo que fue) y Oasis. Y gracias al mp3 y el pirateo salvaje -con la caída en la venta de discos-, la tendencia se mantiene. Ya nos acostumbramos a ver a artistas del primer mundo. Franz Ferdinand, Nelly Furtado y Nine Inch Nails (la lista es larga para nombrarlos a todos).
Ahora fue el turno de 50 Cent, el actual rey del gangsta rap, un subgénero hip-hop que mandó a varios de sus creadores a la cárcel o al cementerio por cantar lo que vivían en las calles: peleas, balaceras y tráfico de drogas. Un mundo salvaje del que se salvó por poco Curtis James Jackson III y que quiso venir a Chile sólo porque no conocía el país, según dijo. Su itinerario fue breve, pero contundente. Como es la marca de fábrica de toda estrella. Acá, las huellas que dejó.
Condones y deportivos
El artista que sobrevivió a nueve atentados, le exigió a la productora que lo trajo a Santiago condones, un Mercedes blindado y un Lamborghini. No obtuvo los autos, pero como recompensa tuvo una grata tarde con los periodistas en una conferencia en la piscina del Hotel Sheraton. Llegó con media hora de retraso, con el jockey cruzado y una polera blanca con la leyenda en rojo "Long live the king". Se le pidió que opinara de las chilenas ("no me he asustado con ninguna"), de Obama ("será un gran Presidente"), del reaggetón ("no lo entiendo por el idioma, pero me gusta el ritmo") y de su visión del tráfico de drogas y la violencia, ahora que es famoso ("conozco de cerca esa realidad… con mi música intento aportar a que se solucione, pero no tengo todas las respuestas").
Hasta ahí todo bien. Pero surgió esa decadencia en la prensa que ya es demasiado evidente por la llegada de tanto famoso. "Yo no quiero hacerte ninguna pregunta", se escuchó. "Sólo quiero que le mandes un saludo a BKN" (esa teleserie en que los jóvenes sufren por tener lo que no tuvo el rapero: profesores exigentes, padres sobreprotectores y amigos que te traicionan, pero piden perdón. Es la terrible vida de la clase media).
El show que no reventó
Amable, 50 Cent mandó el saludo al programa juvenil y prometió que haría todo su esfuerzo por brindar un show al mismo nivel que en los escenarios más importantes. Y lo hizo, pero con el Movistar Arena a medio llenar, pese a las entradas desde los 9 mil pesos. Fue una farra, porque la estrella más millonaria del hip-hop, según Forbes, desenfundó lo mejor de su repertorio en casi dos horas. Los que pagaron su ticket tuvieron lo que querían: una sucesión de vibraciones al ritmo del gangsta rap.
50 Cent y sus colegas Lloyd Banks y Tony Yayo -parte de su grupo y sello discográfico G-Unit- irrumpieron en un modesto escenario vestidos como militares asaltando el desierto iraquí. Todo para provocar a los fans chilenos a que se movieran y bailaran con las manos arriba. Callejeando, la agrupación se paseó por los discos clásicos del rapero, como Get rich or die tryin (2003) y The massacre (2005), y de éste con G-Unit. La Arena cantó a coro "P.I.M.P", "21 questions" y su exitazo "Inda Club". Tampoco podía faltar el pequeño homenaje a Bob Marley, con un remix de "Is this love?". El reggae es una de sus reconocidas influencias.
¿Una mala señal?
Con este clásico, 50 Cent empezó a cerrar el capítulo de su visita a Chile con varias butacas vacías. Se le criticará porque su voz en vivo no es tan maciza como sus músculos trabajados para las fotos de sus discos. Pero una estrella así, que modificó su agenda por estar en Santiago, se merecía más. Fue una farra. Se lo perdieron. Se podrá argumentar que el hip-hop no es masivo en nuestro país, pero las ventas de entradas para Madonna tampoco se han agotado la rapidez que se pensaba. ¿Síndrome esta baja demanda del boom de súperconciertos en Santiago? Esperemos que no, ante el temor de que Chile quede fuera del mapa de las grandes estrellas de la música otra vez por el alza de dólar al alza y la crisis financiera internacional.