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Celebran en Londres cincuentenario de la muerte de Vaughan Williams con ópera

La obra "Riders to the Sea" fue la escogida por la English National Opera para recordar al destacado compositor británico.

28 de Noviembre de 2008 | 09:03 | EFE
LONDRES.- La English National Opera ha querido conmemorar el cincuentenario de la muerte del compositor británico Ralph Vaughan Williams (1872-1958) con su ópera "Riders to the Sea", una meditación sobre el mar y la muerte basada en la obra de teatro homónima del famoso dramaturgo irlandés J.M. Synge.

Elemental y de una gran intensidad lírica, la música de Vaughan Williams transmite con fuerza el carácter primitivo y salvaje de la naturaleza, en este caso la de las islas de Aran, frente a la cual los humanos, impotentes, no pueden hacer otra cosa que resignarse estoicamente.

El conflicto entre el hombre y la naturaleza es uno de los temas favoritos del músico británico y es, especialmente, evidente en su famosa "Sinfonía Antártica" sobre la expedición que hizo Robert Falcon Scott al Polo Sur en 1912 y que acabó, como se sabe, en tragedia.

"Riders to the Sea" cuenta la tragedia humana de una madre que pierde a su marido y a sus hijos en el mar -puede ser en el fondo cualquier madre-, pero su mensaje más profundo es que, cuando alguien se ve machacado una y otra vez por el destino, puede finalmente conseguir la paz interior.

La protagonista, Maurya, trata en vano de impedir que el sexto y único hijo que le queda vivo, Bartley, vaya con sus caballos a la feria de Galway, desafiando una tormenta, y se niega a darle la bendición para el viaje, algo que le reprocharán sus dos únicas hijas.

Cuando le traen el cuerpo sin vida de Bartley, Maurya parece por fin respirar tranquila: "Bartley tendrá un buen ataúd de tablas blancas y también una tumba profunda. ¿Qué más podríamos desear? Ningún hombre puede vivir siempre, y tenemos que contentarnos", reconoce antes de que se apaguen las luces y caiga el telón.

La nueva producción de esta poderosa obra ha estado precedida también de un hecho trágico: la muerte, el lunes pasado, de un ataque cardíaco de Richard Hickox, que debía dirigirla y tuvo que ser sustituido por Edward Gardner.

El estreno, este jueves, se convirtió así en un sentido homenaje de los intérpretes y de la audiencia a un muy querido director de orquesta, a cuya memoria se dedicó también esta semana la representación de "Los Cuentos de Hoffmann" en la Royal Opera House.

La puesta en escena de "Riders to the Sea" ha corrido a cargo de la conocida actriz de teatro, cine y televisión Fiona Shaw, que debutaba con ella en el mundo de la ópera.

Con un escenario naturalista, que representa unos acantilados y la ayuda de las proyecciones en vídeo de la irlandesa Dorothy Cross, que muestran barcas que han volcado y cuerpos de ahogados, Shaw logra una combinación de espiritualidad, superstición y fatalismo perfectamente acordes con la música de Vaughan Williams.

La ópera, de sólo un acto y cuarenta minutos de duración, va precedida de un prólogo consistente en una breve y bellísima pieza vocal de Sibelius titulada "Luonnotar", un viejo mito finlandés sobre la creación del mundo.

La soprano Susan Gritton la canta con verdadera emoción en la lengua original finlandesa desde una barca suspendida verticalmente en el centro del escenario y que parece flotar sobre las aguas.

La conocida mezzosoprano irlandesa Patricia Bardon está magnífica en el papel de la madre, rota por la tragedia familiar, pero finalmente resignada y serena cuando ya no le queda ningún hijo de quien volver a preocuparse.

El barítono Leigh Melrose encarna al hijo tercamente decidido a seguir el mismo destino que sus hermanos, mientras que las jóvenes sopranos Kate Valentine y Claire Booth interpretan con convicción a las hijas.

La música de Vaughan Williams refleja la fuerte influencia de su admirado Debussy, sobre todo de su "Pelléas et Mélisande", obra que el compositor inglés admiraba y estudió cuidadosamente, pero también de Jean Sibelius, al que dedicó su Quinta Sinfonía.

Es una música que refleja con enorme intensidad lírica el poder elemental de la naturaleza, pero que en las partes para los solistas es casi arrítmica y naturalista.
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