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Humano / Sólo éxitos

06 de Diciembre de 2008 | 16:26 |

Este disco empieza y termina con dos canciones hechas en 2008, y en medio Ariztía tiene una historia suficiente como para avalar una colección de grandes éxitos, con la que el trío vocal chileno hace además un recorrido personal entre las baladas y el pop de los últimos quince años.

En ese viaje hay cosas que perduran mejor que otras. Grabadas en 1992 y 1994, las canciones tempranas están delatadas por los arreglos, con baterías esponjosas, pianos de sonido sintético y teclados que imitan violines en la primera época, pero la materia prima está en las composiciones. Y a ese respecto con Ariztía pasa lo mismo que con Rick Astley o con Modern Talking: más que las estrofas, son los estribillos los que quedan en la memoria. Así pasa en "No es mi culpa" (1992), "No te olvido" (1992), "Dile" (1994) y "Para que no se muera este amor" (1994), incluido el verso "No dejar que se corte la comunicación": todos coros pop naturales para la radio.

También se oye claro el modo en que el trío cambió el tratamiento de sus voces entre Ariztía (1992) y Sin límite (1994), sus dos primeros discos, y Cielos vacíos (1996), el tercero. Del estilo más conservador del comienzo, que les valió rápidas comparaciones con un grupo tan rancio como Mocedades cuando apenas tenían entre diecisiete y veintiún años, pasan al intento actualizado a mediados de los '90. Entonces es nítido cómo "Da la impresión" se suma a la ofensiva pop que en el mismo 1996 iniciaba Shakira, o cómo en "A veces me parece", una de las mejores melodías, hasta los giros vocales son distintos y la letra se acerca a Alanis Morissette o Meredith Brooks, y cómo en "Tengo miedo" los tres hacen un contraste deliberado entre una armonía vocal como la de sus inicios y el nuevo sonido. Las letras no siempre tienen el mismo sentido: títulos como "A veces me parece" o "Da la impresión" son literalmente cautelosos y un nombre como "Efraín" no es precisamente moderno, pero Ariztía canta todo esto bien a tres voces de un modo que nadie más lo hizo en su tiempo en Chile. Más de la mitad de estas quince canciones son éxitos radiales, que puestos uno al lado del otro dan forma a una compilación justificada y además atinada, para un público objetivo de antes de la era MP3 que tal vez no haya perdido la costumbre de ir a comprar discos a una tienda.

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