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Electric arguments

Al estado en el que lo dejó su publicitado divorcio, a las dudas sobre su real capacidad experimental, a la tentación de descansar excesivamente en la producción, Paul McCartney responde con este disco vigoroso y sus incontestables argumentos eléctricos.

10 de Diciembre de 2008 | 13:19 |
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Dos discos previos había editado ya Paul McCartney bajo el único seudónimo adoptado en su carrera solista, pero ninguna otra edición de The Fireman había sido así de cálida, de radiable, de luminosa. Es, de hecho, un álbum mucho más cantado que los anteriores -los extraños Strawberries oceans ships forest (1993) y Rushes (2008)-, en parte porque ésos se plantearon como discos abiertamente experimentales, en los cuales el ex Beatle se introducía con extremo sigilo en la electrónica para no manchar su trayecto de songwriter mayor.

Electric arguments es, en cambio, un álbum comparable a trabajos clásicos de su discografía solista, con cumbres que asombran por cuánto puede durar un talento: el single "Sing the changes" es una melodía que agarra vuelo con facilidad y que deja al oído tan entusiasmado como otras tantas joyas de su cancionero. El cantautor se permite abordar estados de ánimos diversos: intimista de "Two magpies", reflexivo y ligeramente psicodélico en "Lifelong passion", rockero hasta lo zeppeliano en "Nothing too much just out of sight", y desvariado en "Universal here, everlasting now".

A estas alturas sería un despropósito ir tras el tropiezo puntual de un hombre que ha probado tan sistemáticamente su talento musical, porque lo que hay que buscar en cada nuevo disco de McCartney es frescura, y éste la tiene de sobra. Al estado en el que lo dejó su publicitado divorcio, a las dudas sobre su real capacidad experimental, a la tentación de descansar excesivamente en la producción, Paul McCartney responde con este disco vigoroso y sus incontestables argumentos eléctricos.

—Cristina Hynde

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