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Angelo Pierattini y las Calaveras Errantes (vol. 1)

11 de Enero de 2009 | 12:32 |
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Sonido de maquinitas, un riff y la voz enojada de rigor fraseando: "no me trates como un niño / no me mires, no". Algunos llaman a eso "rock urgente". Otros, "monocorde". Y en medio del intenso bombardeo rítmico y guitarrero, algo cambia y el cantante le pide a la musa -¿la mejor canción del mundo?- que haga lo que quiera con él. Así abre Angelo Pierattini y las Calaveras Errantes (vol. 1). Pero a juzgar por lo que viene después, "Tantas melodías", puede interpretarse como una despedida a su ex banda Weichafe. Un borrón y cuenta nueva. Una partida falsa. Porque en lugar de continuar con la ya cómoda fórmula rockista -riffs, escalas pentatónicas, variaciones sobre el blues- Angelo Pierattiini asume precisamente las melodías, el pop, los estribillos.

"Patria malquerida" se sostiene en el sonido de las cuerdas apañadas de la viola hasta desembocar en un coro electrizante y apasionado. Esto último también se desarrolla en "¿Y si acaso existiese un parque oscuro donde los muertos se carguen de invisibilidad?", que a pesar del título, está muy bien lograda. "Ángel del tambor" tiene un juego de piano y batería que remite al sonido Madchester de Primal Scream o Stone Roses, que a su vez deriva de la síntesis R&B/soul elaborada por los Rolling Stones de fines de los '60.

Una de las obsesiones de Pierattini es el bolero. "Dedo acusador" es un correcto acercamiento con trompetas y aroma fronterizo. "Desdeñoso", una canción histórica, sin autor conocido, hacia el final del disco, es el homenaje más explícito. Pero "Quema y sana" es quizás el mejor tema del disco, donde en lugar de remitirse a los lugares comunes del género, usa guitarras acústicas "latinas", puentes de piano y un estribillo que cierra perfecto, mientras habla de abrazar el silencio la fe y volver a la niñez". Si Lennon abandonó la pesada mochila Beatle con un disco estílistica y líricamente centrado en su apocalipsis personal (Plastic Ono Band, 1970), Pierattini, en la segunda mitad, comienza a dispersarse. Desde la synth pop de "Espía azul" comienzan a aparecer canciones mucho más reposadas y acústicas. Tal vez sera como los antiguos lado B, donde las bandas y solistas aprovechaban de presentar otras ideas y búsquedas, no necesariamente relacionadas con el A. Así, "Alma deja llevarte al sol", sigue con la idea del coro monumental pero no logra conmover tanto como las anteriores. La melodía de "Pegado al televisor" es excesivamentre discreta, "Tontos bichos de hoy" es una balada country-folk cuyo remate -un punto vital- es más bien una extensión electrificada del comienzo.

Esta dispersión es importante, ya que Pierattini es una de los compositores más dotados del rock nacional y sería releavante escuchar como se bate en los futuros discos, si es que el formato sigue existiendo. ¿Cuántos otros songwriters dejan una banda y llevan sus inquietudes a buen puerto? Basta escuchar el "gran final" en clave acústica compuesta por "En medio del mar" y "Voces sobre nubes blancas", donde las parábolas son simplemente un camuflaje para la tristeza. Como todo hombre armado de una guitarra que se precie.

—JC Ramírez Figueroa

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