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Comentario de conciertos: Paloma San Basilio en clave jazzística

La cantante española cautivó a la audiencia en un concierto ofrecido en Viña del Mar, donde los recursos del jazz se desplegaron exitosamente en sus canciones.

01 de Febrero de 2009 | 14:35 | Juan Antonio Muñoz H.

VIÑA DEL MAR.- Impresionante la voz por calidad del material, seguridad, registros homogéneos y frescura. La intérprete Paloma San Basilio, viva como siempre, lúcida, elegante, plena de matices expresivos, distendida, jugueteando con el público y sin tonterías al hablar del tiempo que pasa, de la edad, de los nietos: "¡Abuelita rica!" se escuchó en la sala.

El público repletó el ballroom del Casino de Viña del Mar para escuchar y ver otra vez a esta artista española que triunfó en la Quinta Vergara y que ahora dedica su tiempo a conciertos íntimos donde despliega recursos expresivos y belleza junto a un trío de músicos envidiables para cualquier conjunto de jazz del mundo.

Piano, saxos, flautas y contrabajo integran el ensemble con el que ella recrea en clave negra esos éxitos de hace casi tres décadas  que son "Paloma infiel", "La hiedra", "Juntos", "Cariño mío", "Demasiado herida" y "Luna de miel". Una opción imaginativa y moderna que pone luz sobre las búsquedas posibles.

Pero Paloma San Basilio no se contenta con eso y se lanza también sobre "Summertime", "Yesterday", "Et maintenant" y "Over the rainbow", y hasta casi consigue hacer olvidar versiones de referencia. Como si todo eso fuera poco, otra vez con síncopas añadidas, transformó "O mio babbino caro" de "Gianni Schicchi" (Puccini) en un momento inolvidable.

El público literalmente bramó de gusto. Había niñas y niños de 5 años cantando ellos mismos y viendo a sus padres recordar "El día que me quieras", "Ojos verdes" (en magnífica interpretación completa, lo que no suele escucharse), "Tú me acostumbraste" y "No llores por mí Argentina".

Paloma San Basilio cantó lo que quiso y lo que le pidieron. Entrega total en dos horas sin descanso, con dos cambios de vestuario. La iluminación, con siete seguidores automáticos, terminó por convertir esto en magia pura. Para no olvidar.

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