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Canciones sin palabras y sinfonías patéticas

Ahora fue el turno de la orquesta universitaria en su inexpugnable reducto de Plaza Italia. Con director invitado y solista destacada, la Sinfónica abrió su propia temporada 2009, días después del estreno de la Filarmónica.

16 de Marzo de 2009 | 12:26 |
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Mahani Teave fue la solista de las primeras jornadas con la orquesta Sinfónica de Chile. Esta vez, el director adjunto fue el australiano Matthew Wood.

Álvaro de la Fuente

Con Matthew Wood, joven director australiano en el podio, se dio inicio a la Temporada 2009 de la Orquesta Sinfónica de Chile en el Teatro Baquedano de la capital. El programa presentado permitió observar a un director prometedor, que aún tiene pasos que dar en el difícil campo de la dirección.

Una obra juvenil de Edvard Grieg, la Obertura de Concierto “En Otoño”, fue la primera pieza del año sinfónico. Es una obra bastante descriptiva, que posee elementos contrastantes en lo melódico y en lo rítmico, anticipando algunas melodías que aparecerán posteriormente en “Peer Gynt”, del mismo Grieg.

Creemos que la versión enfatizó lo enérgico por sobre lo lírico, restándole la gracia poética que caracteriza las obras de Grieg. Además se observaron algunas descoordinaciones rítmicas y un sonido no siempre cuidadoso.

Luego, la hermosa y solvente pianista pascuense Mahani Teave interpretó el “Concierto para Piano y Orquesta N° 1 en Do, Op. 15” de Ludwig van Beethoven. En ella apreciamos una contundente técnica y manejo inteligente de fraseos y contrastes dinámicos, los que son acompañados con musicalidad y seguridad. En el primer movimiento, la claridad de la digitación de Teave no fue siempre correspondida por la orquesta, que mostró en ciertos pasajes poca homogeneidad, tal vez debido a la poca claridad del pulso marcado por el director.

En el segundo movimiento mejoró el rendimiento orquestal, complementando la musicalidad expresiva de la solista. La sintonía entre la pianista y la orquesta apareció finalmente en el tercer movimiento, donde los juegos dinámicos de Mahani Teave encontraron la justa respuesta en Wood y sus músicos, que destacaron en algunas de sus partes a solo.

El entusiasmo provocado en el público llevó a la solista a entregar dos encore, que fueron interpretados con exquisita musicalidad: primero la “Segunda barcarola” de las “Canciones sin palabras” de Mendelssohn y posteriormente la primera versión de la “Mazurca N° 47” de Chopin.

Ira, dolor y desolación

La segunda parte, donde se interpretó la “Sinfonía N° 6 Op. 74 Patética” de Piotr Ilich Tchaikovsky, permitió aquilatar la potencialidad del director visitante. Su versión, que podríamos definir de juvenil expresividad, enfatizó los aspectos dramáticos y líricos de la partitura, logrando momentos verdaderamente conmovedores.

La respuesta de la orquesta fue de gran nivel, evidenciando un gran gusto por la obra, donde debemos destacar todas aquellas secciones de intervenciones solistas. El sonido mejoró ya desde el primer movimiento durante la oscura y dramática introducción. Luego, la sección rápida se caracterizó por el carácter expresivo, mostrando solo desajustes de menor importancia en algunos ataques de frase.

En el segundo movimiento destacaron el bello sonido de los chelos y maderas, lográndose estupendos fraseos cuando los violines de hermoso y musical sonido asumen el tema principal.

Con energía arrebatadora enfocó el director el tercer movimiento. Su entusiasmo fue asumido por los músicos de manera musical, provocando al final de este una estruendosa ovación. Luego de esta manifestación de entusiasmo, se llegó al hermoso y dramático movimiento final. Wood condujo a sus músicos entre la desolación y la ira, en una perfecta progresión dramática caracterizada por la expresividad.

Pareciera que todo el dolor plasmado por Tchaikovsky en la partitura envolvió a músicos y público, logrando conmover a los espectadores. Qué decir de aquel inculto y torpe espectador que rompió la magia del final con un “bravo”, cuando el director aún no bajaba la batuta. Ese pequeño incidente en todo caso no empañó una versión de gran nivel de Matthew Wood y la Sinfónica en el primer concierto de la Temporada 2009.

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