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Río

En su regreso, el dúo colombiano, cuyos integrantes están en proceso de ser padres, ha levantado un disco de futuro, vivísimo en la forma y en el fondo, con timbres acústicos y generosas percusiones, consagrado a la naturaleza. Lo de sonido “orgánico” es, en este caso, una descripción literal.

20 de Marzo de 2009 | 19:20 |
El sonido de una corriente de agua inicia el nuevo álbum de Aterciopelados, y es probable que nadie haya puesto antes en canción un mejor tributo al agua que el que el grupo colombiano ha levantado en “Río”. “Rezos para el río / Veremos agua vital que fluye / Cantemos que regresen los peces” invita Andrea Echeverri con la convicción que antes usaba para cantar sobre despecho amoroso. Hasta ahora, el rock ha enfrentado el discurso ambientalista desde un podio que muchas veces ha parecido paternalista: el hombre blanco arrepentido conmina a las grandes masas a compartarse más gentilmente con la naturaleza, pero rara vez la pone a Ella como centro de su mensaje. En Río, en cambio, el medioambiente es fuente de inspiración, no objetivo de un mensaje.

Hay otro tributo al “líquido precioso, neutral y potente” en “Agüita”. Y la justa preocupación ecológica vuelve en “Día paranormal”, “Gratis”, “Madre”, “Hijos de tigre”, “No llores” y “Tréboles” (“Solecito me calienta el esqueletico”, canta allí la colombiana). La reflexión sobre la Tierra y los riesgos que hoy enfrenta es vehemente y tierna, pues nace desde el afecto más que la ideología. Andrea Echeverri no da más de amor cuando en “Agüita” lanza: “¡Ay, Pachamamita, eres la cosa más bonita!”.

No es casual que este disco se haya grabado con sus dos integrantes esperando un hijo (Andrea, embarazada por segunda vez, y Héctor Buitrago a punto de ser padre). La conexión con la Tierra es, también, preocupación por el futuro, que se acrecenta cuando se toma conciencia de quiénes lo herederán. Por eso, un tema como “28” (una alusión al ciclo ovulatorio femenino) tiene plena relación con un álbum pensado para conectarse con lo esencial: “La Naturaleza, belleza gruesa y espesa se sienta a mi mesa / Viene la vida, viene el amor / Viene el volumen del vientre hinchado, viene la iluminación”. Aterciopelados ha levantado un disco de futuro, vivísimo en la forma y en el fondo, con timbres acústicos y generosas percusiones, de sutil cita a la música indígena colombiana y pasajes muy bailables. Lo de sonido “orgánico” es, en su caso, una descripción literal.

—Marisol García
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