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Escritor agnóstico relata sus 365 días viviendo como fundamentalista bíblico

En "La Biblia al pie de la letra", A.J. Jacobs describe paso a paso su inusual proyecto, que lo obligó a dejar de mentir, usar barba y evitar las telas mezcladas, pero que también lo sumió en un inesperado viaje espiritual.

01 de Junio de 2009 | 13:13 | Sebastián Cerda, El Mercurio Online
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La influencia que la Biblia ejerce en la vida diaria de millones de personas, y en las decisiones de varios gobernantes, fueron algunas de las razones que llevaron a Jacobs a embarcarse en el proyecto.

Ediciones B

SANTIAGO.- En la portada de "La Biblia al pie de la letra", el periodista A.J. Jacobs luce una mirada profética, además de una larga y frondosa barba sobre su cara. El look no es casual: Jacobs se rigió por lo que señala el libro bíblico "Levítico", que en el versículo 27 de su 19° capítulo señala: "No cortaréis en redondo el borde de vuestras cabezas ni dañaréis la punta de vuestra barba".

Jacobs se declara agnóstico, pero quiso saber qué significaba esto de vivir, como tantos, bajo los preceptos de la religión y del libro más influyente de la historia, la Biblia.

Tan a pecho se tomó la idea, que decidió embarcarse en la cuasi descabellada misión de leerla de principio a fin —tarea que le tomó cuatro semanas, cinco horas al día—, y vivir durante un año completo según los dictámenes que de ella hayan emanado. Todos los dictámenes, de todos los libros, no sólo los Diez Mandamientos ni las enseñanzas de Jesús en el Nuevo Testamento. Todo, incluido lo que la mayoría de la gente olvida, desconoce o pasa por alto.

Esa experiencia es la que cuenta en "La Biblia al pie de la letra" (Ediciones B, $15.000), donde vuelve a la fórmula que ya había probado en "The know-it-all" (El sabelotodo), un libro en el que abordó su proyecto de leer completa la Enciclopedia Británica, con el objeto de transformarse en el hombre más instruido del mundo.

Pero la lectura de la Biblia y la vida según sus contenidos no fue tan sencilla como el simple almacenaje de conocimientos que caracterizó a su proyecto anterior. Tampoco se tradujo en, simplemente, ser un "mejor hombre".

Seguir la Biblia "al pie de la letra" le significó partir por adecuar su aspecto físico y adoptar una serie de medidas relativas a su vestuario, como no ocupar ropas de telas mezcladas (Levítico 19:19) y colgar tiras de su vestido (Números 15:38). Todas normas que, en el papel, lo ponían en serio riesgo de no transformarse necesariamente en mejor persona, sino simplemente en alguien "más raro" o "más obsesivo", como el mismo autor advierte.

Sin embargo, su proyecto debía seguir adelante. Mal que mal, desde su hogar en Estados Unidos Jacobs vio cómo la Biblia había servido de argumento para las políticas de su país respecto de Medio Oriente, la homosexualidad, el aborto y la investigación con células madre, entre otros aspectos.

De este modo, combinó su lectura y su obediencia con estudios de distintas órdenes religiosas, que terminaron por dejar más que obsoletos algunos preceptos (como el sacrificio de animales), reinterpretar o flexibilizar otros (como el diezmo), y ver la necesaria metáfora que guardan otros pasajes (como aquellos en que el rey Salomón apunta a castigar "con la vara" a los más jóvenes, en Proverbios).

Pero entre relatos exóticos y graciosos, Jacobs también deja ver entre las páginas del libro el mayor "riesgo" que en su proyecto tomó: Emprender un viaje espiritual del que —más allá de eventuales conversiones a alguna clase de fe— difícilmente podrá regresar.

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