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Promisoria

La cantante mexicana vino el viernes 5 de junio a hacer el regalo de las canciones de su disco Mediocre (2008) en vivo.

15 de Junio de 2009 | 11:40 |
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Ante unas quinientas personas que llegaron a ver su debut en el Teatro Normandie de la capital, Ximena Sariñana empezó a ganarse un nuevo público en Chile.

Andrea Robles

Después de miles de canciones de amor escritas durante décadas, cualquiera que descubra un modo nuevo y bueno de escribir una no canción de amor ya tiene los aplausos ganados. Ximena Sariñana es de ésas. "Cuando uno empieza algo con alguien, primero sólo ven en uno las cosas bonitas. Hice esta canción para hablar de algunos defectos que tengo", explicó el viernes pasado en el Teatro Normandie, antes de cantar una de sus varias melodías emocionantes, llamada "Reforma". Era casi el fin de su debut en Chile, para entonces ya tenía otro público ganado, tal como lo viene haciendo por todo el continente hace un año.

La cantante mexicana tuvo que sacar el partido máximo a su único disco hasta ahora, Mediocre (2008). Ya había venido a tocar algunas de sus canciones en abril a Santiago, en una presentación privada que organizó su sello disquero, pero esta vez era real, ante unas quinientas personas que llegaron a ver su estreno en directo. "Hace frío en su ciudad", fue el primero de sus muchos saludos sonrientes, pero un buen antídoto estuvo en la calidez de ese público de fans, conocedor incluso de sus composiciones inéditas.

Ella tuvo a su vez la ocasión de actuar con su grupo completo de cuatro músicos, para desplegar entre teclados, guitarras, bajo y batería todo el colorido pop de su disco. Que a Ximena Sariñana le gusta entre otras cosas la cantante estadounidense Fiona Apple es claro y es bueno, pero sobre todo es secundario. Cualquiera puede hacer un mal disco con esa influencia. La diferencia es la colección de canciones elaboradas e iluminadas que hace ella. Casi todo su disco estuvo en escena, desde las melodías instantáneas de "Normal" o la propia "Mediocre" hasta la experimentación sonora de "La tina", con dos micrófonos para su voz, cada uno de distinto sonido.

Incluso hubo espacio para composiciones inéditas, como en su acompañamiento de charango para "Como soy" y el desbande sonoro final en "Las huellas", y para la mayor sorpresa de la noche, que fue su versión de "El dinosaurio Anacleto", aprendida del segundo disco del programa chileno "31 minutos", 31 canciones de amor y una canción de Guaripolo (2004). "Estoy feliz de tocar esta canción aquí, porque es el único lugar donde van a entender de qué se trata", fue su guiño antes de cantarla, en una muestra más de la complicidad que dejó establecida desde ahora. Si la noche se pasó rápida es porque lo fue. "Simplemente porque ya no hay más", sonrió por última vez Ximena Sariñana antes del bis final, y es cierto, por ahora tiene un disco apenas, y dan auténticas ganas de que ya tuviera más. Debe ser lo que llaman promisorio.

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