La intuición latinoamericana se ha vuelto un instinto frecuente entre varios nuevos músicos dedicados en los últimos años a descubrir y combinar en Chile diversos ritmos tradicionales y folclóricos del país y del continente. Podría ser algo ya visto en movimientos ya históricos como la Nueva Canción Chilena, pero la característica de grupos recientes como Tizana es que hay nuevos elementos en juego.
La cumbia es uno de ellos. Tizana no toca la cumbia al modo colombiano, ni al modo villero, ni sound ni de combo ni de sonora, pero ese ritmo parece una de las bases de su primer disco. Este grupo tiene lo que en las radios llaman un "single", una canción hecha para aprender y cantar y corear, que se titula "Daño" y se puede bailar de hecho como cumbia. Pero otras más entre las abundantes catorce composiciones del disco tienen esa raíz, entre "Funeral", que es más reposada, "Como la luz de la mañana", que se acerca a un vallenato, o "Por la veredita alegre", con Joe Vasconcellos como invitado.
Hay otras direcciones musicales también, entre el ritmo de percusión marcado de "Vuelves", el rock latinoamericano con guitarra eléctrica y cencerro de "Limpiayatumen", el ritmo nortino de "Lamento" y la propia "Nortino", el cajón afroperuano de "Biamor" y la canción con ritmo de cueca y más guitarra eléctrica que es "Marioneta", donde la cantante Paz Quintana expone su voz afinada a toda prueba. A ratos Tizana hace sonar una música que se escucharía bien al lado de grupos algo mayores como Juana Fe o a La Mano Ajena, y deja establecido aquí también el vínculo con la cantante Natalia Contesse, autoras de tres canciones e integrante de otro grupo de instinto latinoamericano como Vena Raíz. El citado Joe Vasconcellos y la presencia de los hermanos Igor y Randall Ledermann, del grupo Fractal, confirman a Tizana como un nuevo nombre en esa escuela.
