Para muchos de los que se declararon fans de Placebo a fines de los '90, el proceso artístico experimentado por el trío en los años siguientes tiene que haber sido algo así como una pérdida del rumbo. De ser el último eslabón del más glamoroso britpop, Brian Molko y compañía abrazaron progresivamente un rock más directo y efectivo, que de paso trajo como consecuencia un notorio recambio generacional entre sus seguidores.
Independiente de este juicio, el recorrido exhibido por el grupo ratifica su opción por ese camino rockero. A partir del exitoso Sleeping with ghosts (2003), Placebo se adentró en fórmulas mucho más cercanas al punk-pop, eléctrico y frenético, aunque condimentado con una calculada dosis de oscuridad. Un perfil ideal para cautivar a los nuevos chicos de negro que en ese momento emergían en masa en la ciudad. Algo de eso se siente aún en Battle for the sun, es cierto. Sin embargo el nuevo disco del reformado trío deja también la sensación de que Molko, Stefan Olsdal y el recién llegado Steve Forrest —quien ingresó en reemplazo del expulsado Steve Hewitt— se decidieron a abrir las ventanas para dejar que entre un poco de aire fresco en la casa.
Cierto carácter de factoría, de fábrica de canciones en serie, se percibía ya en la última etapa de la agrupación (coronada con el disco Meds, de 2006). Battle for the sun, en tanto, luce más propio, menos entregado a las maquetas dadas por la posición del trío ante determinado público objetivo. La luminosidad y cercanía que traslucen temas como "Bright lights", "Speak in tongues" y "Kings of medicine" es prueba de ello. Una mirada más colorida que también se transmite en canciones rockeras y aceleradas, como "The never-ending why" y "Ashtray heart" (pese al bizarro coro en español "mi corazón de cenicero").
Sin embargo, resabios de su perfil más efectista y de su apego a la industria aún se filtran en algunos rincones de este sexto álbum. Así lo reflejan algunos innecesarios arreglos de aires cyborg, pero también aspectos extra-creativos, como la elección de "For what it's worth" como single de presentación, tal vez uno de los temas más apegados a esa electricidad prefabricada e insípida. Pero pese a las barreras que aún se pongan, Placebo vuelve a avanzar. Menos arrolladores, tal vez, pero con la clara voluntad de mirar más hacia adelante y también hacia ellos mismos.
—Sebastián Cerda