EMOLTV

Bruno Procopio dirige otras luso-brasileras y Haydn

El profesor visitante brasileño con base en Francia se multiplicó como clavecinista, organista y director, y de esta manera consiguió casi plenamente sus objetivos.

24 de Agosto de 2009 | 11:12 |
imagen

Bruno Procopio fue el maestro visitante de este concierto en la temporada de cámara de la UC.

El Mercurio

Como parte del programa Internacional de Profesores Visitantes, que realiza el IMUC, el destacado clavecinista brasilero radicado en Francia Bruno Procopio, dirigió a la Orquesta de Cámara UC y a la llamada Agrupación Vocal UC en un interesante programa de obras luso-brasileras y una Misa de Haydn.

Ya no es novedad el que directores y conjuntos aborden el enorme tesoro musical de los siglos XVII y XVIII, que desde hace unas décadas se viene “descubriendo” en los archivos de la América de habla española y portuguesa, incluyendo así mismo obras escritas en dialectos propios de los pueblos originarios.

La experticia de Procopio quedó fuera de toda duda con su presentación en el Aula Magna del Centro de Extensión de la UC, destacando la precisión en ornamentos, articulaciones y el enfoque estilístico tanto en cantantes como músicos.

A la solidez de la Orquesta de Cámara, se agregó un sólido grupo de voces en los que destacaron como solistas la soprano Amalia Montero de hermoso y generoso caudal vocal, además de musicalidad y seguridad, en la contralto Sofía Pollak observamos su bello timbre, notable musicalidad además de un gusto evidente por el repertorio, el tenor Francisco Mañalich, que es además de sólido intérprete en viola da gamba, mostró un hermoso y timbrado material vocal, que sumado a su musicalidad y seriedad le convierten en gran intérprete, el barítono Eduardo Jahnke no solo puso en evidencia su talento y hermosa voz, también mostró un dominio asombroso en las coloraturas de una de las obras que interpretó, la soprano María José León está aún en desarrollo, por lo que la falta de dominio sobre su interesante voz, aún le resta la prestancia necesaria para un logro mayor.

El resto de las voces del coro mostraron musicalidad y seguridad en sus líneas, no obstante, en algunos momentos les hizo falta un gesto más claro del director-clavecinista, para cuidar balances como algunas precisiones rítmicas.

Bruno Procopio se multiplicó como clavecinista, organista y director, consiguiendo casi plenamente sus objetivos, esto lo decimos por aquellos pequeños pero significativos desajuste de tempi, sobre todo en los cambios de pulso, del mismo modo creemos que en su función de tecladista, su expresión facial no alcanzó para marcar balances y  destacar algunas voces vocales o instrumentales.

En los “Tres Minuetos” para dos violines, chelo y clavecín, del portugués Pedro Antonio Avondano que dieron inicio al concierto, se mostró la elegancia en los diálogos entre violines y chelo de los dos primeros y virtuosismo del último.

Luego para “Ladainha” (letanías) obra muy hermosa del mismo compositor, se agregó el grupo vocal en una interpretación homogénea, solo con algunas inseguridades de tempi.

De Joao Rodrigues Esteves, también lusitano, se escuchó su “Magnificat” en el que María José León mostró sus fortalezas y debilidades, así como se observó la musicalidad de Sofía Pollak y Francisco Mañalich, en esta obra llama la atención la poca coherencia que existe en algunas de sus partes entre texto y música, algo que desaparece en el brillante final.

Concluyó la primera parte con la “Missa Brevis Sancti Joannis de Deo” de Franz Joseph Haydn, en una versión con cuerdas muy reducidas, que se contrastaron con el gran volumen del coro, llegando a veces a un canto crudo, en el que no obstante predominó la musicalidad.

De esta misa destacaremos el “Benedictus” cantado en forma espléndida por Amalia Montero.

La segunda parte incluyó dos obras del brasilero José Mauricio Nunes García, primero la instrumental “Abertura en Re” para cuerdas, maderas y dos cornos, obra de carácter muy clásico en dos secciones una lenta y otra rápida que exige gran precisión en las figuras, algo que estuvo casi plenamente logrado.

Finalizaron con la “Missa Diamantina en Mi bemol” del mismo autor, obra que tiene una instrumentación sin violines, pero con maderas y cornos, como obra es de interés variable, siendo a nuestro juicio las partes más potentes, el “Gloria” y sus diferentes partes, en el que se reitera la aclamación inicial, el “Laudamus te” con sus ornamentaciones casi coloratura que fue cantado en forma excelente por Amalia Montero, el dúo “Domine Deus” para contralto y tenor que tal vez sea lo más notable de la obra, que se constituyó en un triunfo para Pollak y Mañalich, el “Qui sedes” para barítono con sus innumerables desafíos superados brillantemente Eduardo Jahnke. Un concierto que encantó al público que llenó la sala.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?