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Brillante éxito de "Los Pescadores de Perlas"

Con un equipo artístico de importantes nombres extranjeros la famosa historia de Georges Bizet presentó aristas diversas en cuanto a vestuario, iluminación, escenografía, interpretación y dirección. Aquí, algunas claves para seguirla.

26 de Agosto de 2009 | 18:31 |
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Gracia y talento. La chilena Patricia Cifuentes volvió a demostrar su categoría en roles operáticos.

El Mercurio

Es muy probable que los asistentes a “Los Pescadores de Perlas”, la ópera de Georges Bizet que sube al escenario del Teatro Municipal, salgan tarareando algunas de sus hermosas melodías pues se trata de una obra de gran lirismo en la que a la manera de “leitmotiv” algunas de ellas aparecen en forma recurrente.

En esta oportunidad la producción utilizó una escenografía minimalista consistente en módulos móviles semicirculares que incluía rampas para el desplazamiento de los cantantes. Su diseño, al igual que el vestuario, corresponden a Frédéric Pinau. La solución escenográfica resultó muy eficaz en cuanto a movimientos y efecto visual, pero en cierta forma le restó exotismo, ya que los elementos de apoyo escenográfico fueron escasos.

El complemento fue dado por el vestuario. Si bien creó hermoso diseños, el predominio del blanco impidió los necesarios contrastes. Recordemos que sólo la capa roja de Zurga, el traje verde de una escena para Leila, además de algunos elementos de color de los bailarines entregaron una escasa dosis de color.

La iluminación de Michel Theuil tuvo momentos de gran belleza como en los fondos en rojo, azul o negro, pero creemos que pudo haber destacado más las escenas de masas y el incendio final. En el aspecto coreográfico, creemos que el trabajo de Edymar Acevedo es de los más refinados y bellos que se hayan presentado como complemento de una ópera. Este rotundo éxito contó con un estupendo grupo de seis afiatados bailarines.

La régie Jean-Louis Pichon, muy funcional a la escenografía, movió muy bien al coro y bailarines pero pudo haber acentuado el carácter y conflicto de los personajes principales. El Coro del Teatro Municipal, una vez más bajo la dirección de su talentoso director Jorge Klastornick, obtuvo otro resonante éxito en una ópera que es bastante exigente con estas voces.

La amistad que nunca muere

Para esta historia centrada en la amistad entre Nadir y Zurga, que supera al amor que ambos sienten por Leila, se contó con un afiatado elenco encabezado por la estupenda soprano chilena Patricia Cifuentes, quien una vez más mostró su profesionalismo y calidad musical, haciendo uso de su privilegiado material vocal. Si bien en el registro medio-bajo su volumen es reducido, en el resto de la tesitura triunfa ampliamente, maneja con destreza los cambios de volumen y sus pianissimos son de enorme belleza. A esto se suma su presencia escénica.

Nadir fue cantado por el tenor español Roger Padullés, quien sin poseer un gran volumen tiene una hermosa voz que se proyecta sin dificultad y con extrema musicalidad. Su timbre es muy adecuado para el rol y caracteriza perfectamente el papel del enamorado que no duda ante los obstáculos para conseguir a su amada. El barítono brasilero Leonardo Neiva encarnó a Zurga. Es poseedor de una gran y hermosa voz, lo que acompaña con notable presencia escénica. En esta oportunidad tuvo un inicio espectacular y al parecer luego sufrió de algunas dificultades vocales que le hicieron vacilar, incluso con un pequeño quiebre, pero luego volvió en gloria y majestad en el tercer acto. Ricardo Seguel encarnó al sacerdote Noubarad en forma muy correcta en lo vocal, pero sin mayor presencia escénica.

La dirección orquestal fue de José Luis Domínguez, quien sólo se limitó a marcar pulsos y entradas, sin mayor continuidad y sin conseguir de sus músicos intencionalidades expresivas. Aún más: en general sus tempi fueron muy lentos, lo que restó  la necesaria efectividad dramática. Afortunadamente en el tercer acto logró entrar en la esencia del drama alcanzando por fin la musicalidad necesaria, que llevó la función a un clímax expresivo.

En cuanto al rendimiento de los músicos, este fue discreto sin mayores perfiles ni accidentes. No cabe duda que este tipo de repertorio no es afín con Domínguez, lo que le impide lograr el éxito que consigue en otras óperas. En todo caso la hermosa producción, la calidad de los cantantes y la bella música de Bizet lograron un nuevo éxito en esta temporada lírica. 

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