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Bajo mi pulgar

Cuando John Abercrombie apareció, en el jazz todo era vigoroso. Para 1970 los guitarristas tocaban con potencia rockera y con vistosa destreza técnica, pero él hizo todo lo contrario: bajó el volumen, tocó sentado y marcó una dirección distinta con sus discos editados por el sello europeo ECM. Esta semana en el Teatro Oriente se presenta por primera vez en Chile un músico de culto capaz de reducir al mínimo los insumos sin atentar contra la belleza de la música. Y hasta toca la guitarra con un solo dedo: el pulgar.

22 de Septiembre de 2009 | 11:09 |

Ahí donde los saxofonistas de jazz deben reconocer en Charlie Parker un punto de apoyo para la música bop, los pianistas y los bateristas hacen lo propio con Bud Powell y con Max Roach. La guitarra es un instrumento que no pertenece al formato más arraigado en este género, que es el quinteto, pero tiene también su referente absoluto. Se llama Wes Montgomery y coincide, por ejemplo, con el modelo más temprano para un músico moderno como el guitarrista John Abercrombie. De hecho, Wes Montgomery tocaba con la técnica primitiva del pulgar. Igual que Abercrombie.


-Mis dos más grandes influencias en el jazz se llaman Wes Montgomery y Jim Hall, que obviamente son guitarristas más tradicionales –dice Abercrombie al teléfono desde su casa en Nueva York. El guitarrista de 64 años llega a Chile para presentarse por primera vez aquí, en el Teatro Oriente, este jueves 24, con un trío sin contrabajo y con órgano Hammond (con el organista Gary Versace y el baterista Adam Nussbaum). La incógnita aquí es bilateral. Ni se sabe bien quién es el público chileno que lo irá a ver en vivo, ni Abercrombie sabe qué esperar de todo esto.

-No conozco a nadie que haya estado en Santiago de Chile, pero sí sé de gente ha ido a Sudamérica y lo ha pasado muy bien. No sé bien qué esperar. No sé que tipo de jazz escuchan allá, pero será interesante ver cómo reaccionan los chilenos con lo que toco. Y como va a ser un concierto de trío de órgano, creo que la múusica va a ser más fácil de entender que otras cosas que suelo hacer. El grupo de órgano es más straight ahead, más directo, pero no tengo idea qué esperar. De hecho nunca lo hago.

-No logramos detectar bien cuál es su raíz como guitarrista. ¿Es el jazz puro?, ¿es la música clásica?, ¿es el avant-garde?
-Decía que mis primeros referentes son Wes Montgomery y Jim Hall. Todo el mundo ha estado escuchando a guitarristas modernos como Pat Metheny, John Scofield o Bill Frisell, e incluso a Peter Bernstein (trompetista de la escena del “downtown Manhattan”). En realidad no me gusta mucho la música avant-garde. No he estado metido tanto en ella, pero trato de escucharla. Trato de escuchar de todo.

-Los guitarristas de su generación han sido claramente más potentes: Alan Holdsworth, John Mclaughlin, Al Dimeola. ¿Cómo considera ese tipo de música? ¿Le suena sensacionalista?
-Para mí el jazz fusión no es realmente jazz. Considero a Alan Holdsworth y a todos esos guitarristas que mencionas que hacen fusión, pero al mismo tiempo pienso que el jazz fusión no es verdaderamente jazz puro. Es más cercano al rock, así que no lo escucho para nada (risas).

-¿Y entonces cómo se definiría usted en comparación con estos guitarristas eléctricos que son mucho más populares entre el público?
-Pienso que mi música es jazz, pero también tiene mucho de cámara. Tal vez es algo más lírico.

-¿Algo más íntimo?
-Diría lírico. No un jazz tipo hard bop, más duro, y menos aún fusión. Es como un jazz de cámara lírico (los norteamericanos describen este concepto como chamber jazz). Creo que ése es el modo de difinirlo, porque hay mucha dinámica, interacción con los otros músicos y mucho de escuchar al otro.
 
-Se ha dicho que usted es un modelo para gente como Pat Metheny y John Scofield.
-No sé si soy un modelo o no. Si lo fuera, claro que sería un honor. Ellos tienen su propia manera de tocar. Creo que todos los guitarristas tenemos voces individuales así que tal vez haya alguna influencia pero no creo que yo sea un modelo. Ellos me escucharon cuando eran más jóvenes pero ahora ellos tocan con su propio estilo.

Una puerta hacia el más allá

John Abercrombie tiene su propia marca en el jazz contemporáneo. Se lo ha descrito como un músico "impresionista", en cuanto a las secuencias de imágenes que evocan sus composiciones. Y en cuando al sonido y al espíritu de su música, Abercrombie también resuelve los asuntos en una dirección distinta a la de sus contemporáneos. La sola presencia en el sello discográfico alemán ECM, que es como la Deutsche Grammophon del jazz, definió la categoría camerística de la obra de Abercrombie con una primera partida de álbumes entre 1974 y 1985. Ahí se ubican títulos impostergables: Timeless (1974), Gateway (1975), Directions (1976), Characters (1977), Straight flight (1979), Night (1984) y Current events (1985).

-¿Cuán determinante fue esa llegada a ECM?
-Fue el gran cambio de rumbo de mi vida, porque me dio un espacio para grabar música para siempre. Aún estoy grabando para ECM, después de 30 años. Creo que nadie más ha hecho algo así. He tenido la suerte de tocar en ese sello, hacer mis propios discos y combinar con músicos europeos. Me complace que esta realación siga existiendo.

-Da la impresión de que ECM tiene una doctrina rigurosa en cuanto al tipo de música que edita.
-No creo que sea una doctrina rigurosa. Clarao que existe un tipo de música que le gusta a ECM. Y ocurre que ese tipo de música me gusta a mí también. Nunca me dejeron qué tenía que tocar. Sólo me daban opiniones como cualquier otra compañía disquera, impresiones personales. Los sellos estadounidesneses esperan que toques bebop, jazz straight ahead o jazz fusión, mientras que ECM prefiere la música más experimental. Para mí eso es bueno porque me gusta probar cosas nuevas.

-De ese período viene el disco Gateway ¿Fue tan importante como el título lo da a entender?
-Son los demás los que interpretan los títulos y la música. El título no significa que esa música que hicimos haya sido una puerta de entrada hacia otra dimensión musical. Sólo fue un nombre, pero supongo que de alguna manera significa eso. El título original del disco era Gateway to the beyond (“Puerta hacia el más allá”) y nosotros lo interpretábamos como avanzar o superar la tradición.

-Fue un logro personal junto logro con Dave Holland y Jack DeJohnette, que están en esa grabación...
-Ese disco me permitió tocar una música muy abierta y muy libre. Y no siempre estoy metido en ese tipo de música. Tocar con ellos es tocar con la mejor sección rítmica en el mundo.

-¿Hay otro disco tan importante como Gateway? ¿Tal vez Timeless un año antes?
-Me gusta Timeless. Pero eso pasó hace 35 años. Me gusta pensar que toco mejor ahora. En realidad toco bastante mejor ahora y soy mejor músico también, de manera que no considero que Timeless ni Gateway sean mis mejores discos. Mis discos más recientes son los mejores.

-¿Entonces a cuál tipo de jazz se siente más cercano? ¿al europeo o al norteamericano?
-Me siento completamente cercano al jazz americano, aunque mis influencias vienen desde todos lados. Desde Europa, desde África y desde India. Pero lo que trato de hacer es ser un buen guitarrista de jazz americano. Esa es la base de todo lo que hago.

-En 35 años ha trabajado has trabajado con todo tipo de tríos. ¿Cuál es la característica del que traerá a Chile?
-El órgano Hammond me lleva hacia mis inicios, porque cuando yo era muy joven a fines de los '60 toqué con este tipo de formación con órgano. Fue la primera vez que hice jazz profesional. Me encanta esta combinación de órgano, guitarra y batería. De hecho Timeless tenía más que ver con eso: guitarra-órgano-batería (con Jan Hammer y Jack DeJohnette). Luego hice un trío con estos tipos, Gary Versace (Hammond) y Adam Nussbaum, porque ya quería tener un grupo con ese sonido. Es el sonido que más me gusta.

-¿Usted toca la guitarra con una particular técnica ¿Qué alcances tiene hacerlo así?
-Principalmente toco con el pulgar derecho y uso los otros dedos para armonizar, pero pero la mayoría de mis solos están hechos con el pulgar. Lo hago básicamente por dos razones: me gusta el sonido que logra el pulgar. Pienso que es más cálido y de mayor riqueza, y además me gusta como se siente. Cuando pones tus dedos sobre las cuerdas sientes un contacto directo con el instrumento. Cuando usas una uñeta estás separado de tu instrumento. Ya ni siquiera uso la uñeta. Cuando la usaba a veces la escondía en la palma de la mano. Hace diez años que no la uso. Toco con los dedos por dos razones: el sonido y el sentimiento, que son dos de las cosas más importantes para mí en la música.

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