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Tuya, mía, para ti, para mí

10 de Octubre de 2009 | 14:54 |

Silvestre son gente de palabra. En 2007 este grupo chileno de rock suscribía el compromiso de grabar su melodía "Burrito" en todos los discos de su historia, y tal como en Silvestre (2005) y en Me están buscando (2007), ahora en Tuya, mía, para ti, para mí (2009) aparece de nuevo esa canción. "Porque abarca el término Silvestre", decía entonces el cantante Nicolás Torres. "Porque algo silvestre también es algo terco, que no se deja tomar fácilmente. Esa canción es súper fácil de mutar. No está supeditada a un estilo".

Es una definición apropiada para la historia que este grupo viene a reanudar en su disco más ambicioso hasta ahora, compuesto por dos volúmenes e igual cantidad de canciones originales y de covers –quince y quince– repartidos indistintamente entre ambos. Silvestre ha ido mutando también. Partió como un grupo de pop rock, continuó con una primera conversión a la pachanga y ahora ya está entregado a una variedad de ritmos populares y bailables, como está anunciado en el lema de la contraportada: "cueca-cumbia y rock and roll".

Y ni siquiera se agotan en esa combinación los ingredientes. Entre las composiciones propias hay desde un reggae melódico al comienzo del primer volumen hasta el rock más denso y sentimental que abunda al cierre del segundo. En medio, y sin que Silvestre pueda abandonar esa raíz en el pop rock, hay cuecas, corridos, canciones melódicas y cumbias con acordeón, de parte de un grupo que ya hacia 2006 estaba descubriendo al bigotudo cumbiero mexicano Celso Piña, conocido como El Rebelde del Acordeón o El Cacique del Vallenato.

Las adaptaciones de otras canciones siguen los mismos caminos. Cosas distintas al extremo de lo bipolar como "Te recuerdo, Amanda" y "Last train to London", de Víctor Jara y Electric Light Orchestra respectivamente, están hechas cumbia. "El cuerpo malo", de Segundo Zamora, sigue siendo la cueca que siempre ha sido, mientras "Mack the knife", la célebre composición de La ópera de tres centavos con letra de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill, aquí está tocada como tonada y se llama "Mack the cueca". "El albertío", de Violeta Parra, queda naturalmente convertido en un corrido. "El baile de la baldosa", himno de la Nueva Ola, mantiene el ritmo original de twist que popularizó Rafael Peralta, muy bien pegada a "Estelita", de Leo Dan, que nunca ha sido twist pero aquí queda bien en ese ritmo. "Tuya, mía, para ti, para mí": lo dijo millones de veces por la radio el prócer del relato futbolístico que es Vladimiro Mimica, y es el mejor título para esta colección de canciones introspectivas y expresivas, propias y apropiadas.

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