Sonidos en tránsito

La convocatoria era a la celebración de los veinte años de música de Nicole, contabilizados desde que en 1989 grabó una primera canción llamada "Tal vez me estoy enamorando", y en su concierto del pasado 29 de octubre en el Teatro Nescafé de las Artes la cantante pop chilena cumplió con el propósito, pero tal vez sin pretenderlo también hizo un repaso por una década y media de música pop chilena.

Es cierto que la premisa de la jornada era que las canciones estuvieran envueltas en los nuevos arreglos comandados por la cellista Ángela Acuña y llevados a la práctica por un sexteto de cuerdas a las espaldas de Nicole. Pero más allá del nuevo revestimiento, la antología que fue su repertorio fue un modo de recordar también al sonido original de cada una de sus etapas. Desde cuando Nicole se reencarnó en lo más parecido a una Vanessa Paradis chilena en ese primer hit del '89, fue posible repasar luego el sonido festivalero de su reaparición en 1994, su devaneo electrónico de 1997 en Sueños en tránsito, la frescura más acid jazz de su aventura estadounidense en el nuevo siglo.

Los nuevos arreglos se avinieron mejor con estas últimas canciones, por lo demás, como un modo de reinventar algunas de las melodías menos difundidas de la cantante. Y para los grandes hits todo el tiempo estuvo en escena el trío rockero de guitarra, bajo y batería, al que Nicole sumó a su vez su propia guitarra eléctrica en una de sus más logradas y al mismo tiempo recientes canciones, con la intención que pone en "Veneno". Es pop, como está declarado en el título de su próximo videoclip, pero en algo se parece una cantante tan pop como Nicole al grupo menos condescendiente: ella tampoco ha hecho dos veces un mismo disco, y ahí estuvo la variedad de su fiesta de veinte años para probarlo.