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Estrellas en graduación

El grupo de Las Vegas volvió dos años después de su debut en Chile, pero con un estatus totalmente distinto: Si entonces eran la banda que sonaba, ahora son un referente instalado en el universo del pop, con una estampa estelar que complementa su fórmula para estadios. Un despliegue de recursos sin temor al exceso y un recinto repleto de gente saltando, ratifican el nuevo lugar que el cuarteto ocupa.

30 de Noviembre de 2009 | 09:47 |
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Brandon Flowers se sabe amo y señor del escenario, y desde ese lugar dirige a la masa con cálculo y precisión. Es la estampa del cantante la que comanda las acciones en vivo.

Fénix

La opinión sobre música y la venta de imágenes personales a través de lo que uno puede o no escuchar, se presta como pocas cosas para caer en estereotipos. Basta que una idea se instale generalizadamente en el ambiente para que continúe reproduciéndose de forma casi espontánea. En esa dinámica, para muchos sigue siendo motivo de condena y burla que a alguien le guste The Killers, y denostar al grupo les parece políticamente correcto. Otros, en tanto, reconocen con cierta vergüenza que disfrutan de sus canciones o derechamente lo callan.


La razón está en los diversos estímulos diseminados por buena parte de la crítica desde los comienzos del grupo, y que a corto andar se transformaron en prejuicios instalados: Que son una banda facilista, que sus letras son bobas, que son canciones hechas para la búsqueda de la fama, etc.


Si ésa era una mano que había que torcer, digámoslo de una vez, The Killers la torció, y lo exhibido la noche del domingo en la Arena Movistar debe ser prueba más que suficiente de ello. La banda volvió a dos años de su debut en Santiago, pero con un estatus absolutamente distinto: Si entonces eran el grupo que sonaba y que le estaba yendo bien, ahora son estrellas graduadas, con un lugar que ocupan sin discusión en el universo del pop. Se refleja esto de diversas maneras:


1) En su incesante despliegue de recursos en escena, a años luz de la escenografía de ramas y luces semi navideñas que mostraron en 2007. Ahora recubren todo el fondo del escenario con una gran pantalla de siete módulos, que se vuelve traslúcida cuando es necesario; una "k" luminosa delante del teclado, y explosiones de humo, papel picado, llamaradas y hasta una cascada de fuegos artificiales para el epílogo.


2) En una disposición de origen que ahora profundizan, con la banda bien aceitada junto a sus tres músicos de apoyo, Brandon Flowers como amo y señor del escenario, lentejuelas en el vestuario, viento sobre los cabellos y cuanto recurso transforme su imagen en estelar. Todo mezclado con innegable cálculo y profesionalismo.


3) En el efecto en el público, que repletó el recinto de Parque O'Higgins (cerca de 12 mil personas), donde coreó, saltó y respondió a los estímulos provenientes del escenario sin respiros y con permanente entusiasmo.


4) En su propio repertorio, que deja en claro que todo lo anterior no era sino una consecuencia lógica para su apuesta. Lo de The Killers es pop de estadios, de tintes épicos y a la vez frenéticos, de líneas melódicas recordables y coros irresistibles. De estructuras calculadas, hechas para saltar, para que miles de voces las coreen y para que decenas de miles de manos les lleven el ritmo. Prueba de ello son piezas que a estas alturas ya cualquiera ha escuchado, y que en Santiago volvieron a demostrar su infalibilidad: "Mr. Brightside", "Read my mind", "Somebody told me", "Human" o "Spaceman", son sólo un pequeño ramillete de muestra. Canciones que reflejan el arraigo estilístico del grupo en la vieja new wave, sobre todo en el The Cure de mediados de los 80, pero también un arraigo moral en la vocación grandilocuente y global patentada por U2.


Son esos mismos títulos los que llevaron a aquellos cuestionamientos duros y burlescos, pero a veces es bueno no ser tan graves. Porque, ¿qué hay detrás de cualquier grupo de adolescentes que forma una banda, sino la ilusión íntima de algún día ser estrellas? ¿Y cuántos llegan a serlo? ¿No hay mérito alguno en proponerse ser mega-estrellas y lograrlo?


Desmenuzar fórmulas no es algo difícil: Todos sabemos qué es lo que una buena canción pop debe tener para ser un boom, como todos podemos acceder a la receta para hacer un queque. Sin embargo, hay un margen en el cual lo escrito en el papel pierde gran parte de su validez, y es lo que provoca que a un cocinero la masa se le hunda y reseque de forma inevitable, mientras que a otro le quede consistente y tentadora. Y The Killers, le moleste a quien le moleste, pertenece al segundo grupo, al que llegaron hace apenas tres discos, pero para quedarse por un buen rato.

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