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La superbe

11 de Diciembre de 2009 | 17:55 |
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Es ajustado el título para el último disco (doble) de Benjamin Biolay. La superbe bien puede ser el mejor de los seis álbumes solistas que le hemos escuchado hasta ahora al cantautor y productor francés. Al menos no hay dudas que se trata del más diverso: aquí hay rock, chanson, electrónica, pop orquestado, disco y tango en un flujo que no es el de cuoteo de estilos, sino funcional a la construcción de una obra autoral que no esconde su ambición pero que no por eso pierde frescura. Acaso el paso más significativo dado por Biolay en este disco sea el curso firme que al fin logra darles a sus canciones, que son por primera vez poderosas en sí mismas, no por el barroquismo de los arreglos, el ingenio de las letras o la espectacularidad de los invitados a dúo.

Es como si, recién a ocho años de su debut, Biolay ha logrado sacudirse la tensión con la que cargaba como supuesto sucesor de Serge Gainsbourg y yerno modelo para la intelectualidad francesa (recuérdese su matrimonio con Chiara Mastroianni Deneuve). La lista de músicos a los que ha asesorado es tan impresionante para un menor de 40 años (incluye de Françoise Hardy a Carla Bruni) que se entiende que su propia obra se haya visto en algún momento confundida por el exceso de análisis, de método, de necesidad de impresionar. La superbe, en cambio, es un disco que fluye cómodo, y que cautiva antes que impresiona.

Los arreglos son los de un productor seguro, qué duda cabe (grandes orquestaciones, teclados sincronizados, trompetas), pero la voz de Biolay -casi siempre un rapeo cansado- se impone como la de un trovador que quiere cantarle a disyuntivas íntimas. El rango emocional es amplio: en este álbum hay temas tan tranquilos como "Raté" y "La toxicomanie", y tan arriesgados como "Buenos Aires", vínculo directo con el Piazzolla más experimental; mezcla de tango, punk y poesía porteña recitada por una voz que avanza en español. "La superbe es un estado mental, una actitud", ha dicho Biolay sobre su sexto álbum solista. El impacto sobre el auditor es algo similar: éste es un disco que vivifica, que habla de pasión y de la épica de los sentimientos, y que bien debe estar entre lo mejor del año que se cierra.

—Marisol García

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