Concertino de la Sinfónica: "Quiero llegar a los 70 años de la orquesta"

SANTIAGO.- Hace casi 20 años Alberto Dourthé Castrillón ingresó a la Orquesta Sinfónica de Chile, ocupando el cargo de Concertino. Tenía entonces 28 años de edad y traía una rica experiencia adquirida en escenarios europeos, tocando con importantes orquestas sinfónicas y agrupaciones de cámara.

“Cuando ingresé, la Sinfónica estaba celebrando su Cincuentenario. Por eso será muy emotivo para mí llegar al Septuagésimo Aniversario en 2011”, manifiesta Alberto Dourthé, quien pertenece a una familia de reconocidos músicos.

Su padre es Alberto Dourthé Abbé, quien también fue concertino de la Orquesta Sinfónica de Chile, y su es hermano Carlos Ramón Dourthé, radicado desde hace años en Francia donde ha desarrollado una exitosa carrera, primero como solista en violoncello y actualmente como director. 

-¿Qué significa para usted este aniversario?
-Es una a cifra es magna, gigantesca. Estamos próximos a celebrar los 70 años. Somos la institución musical más antigua de Chile, la de mayor tradición. Pasamos por todos los períodos políticos, culturales y  transformaciones profundas del país. La Sinfónica de Chile fue fundada en 1941 por el Instituto de Extensión Musical, que se terminó con el Golpe Militar de 1973. Entonces se produjo un quiebre cultural muy fuerte; sin embargo hubo reformas y se creó el Centro de Extensión Artística y Cultural del que actualmente dependemos.

-En todo ese tiempo ha habido muchos más cambios.
Llegamos a los 69 años de trayectoria con todas esas vivencias, con lo bueno en el sentido de tradición y lo malo, porque hoy no tenemos las herramientas económicas ni la institucionalidad para realizar todo lo que se hacía cuando se creó la orquesta. A ello se añaden los cambios que vive el mundo, específicamente en la parte orquestal. Cuando uno observa cualquier orquesta de Estados Unidos o de Europa advierte que las cosas han cambiado ya sea por su forma de financiamiento o porque los objetivos de la orquestas son diferentes. Es admirable que Domingo Santa Cruz y todo el equipo que creó el Instituto de Extensión Musical fundaran a la Orquesta Sinfónica de Chile pensando en que fuera una fuente de expresión de los compositores y los músicos chilenos.

-¿Se considera imprescindible tener orquestas en el país?
-Los conservatorios de música pierden fuerza si no tienen donde proyectarse. De qué sirve formar grandes músicos si no tienen donde desempeñarse. Es un deber nacional y musical de darles un espacio. Las razones hacen que la Sinfónica de Chile justifique su existencia en el siglo XXI como una orquesta de su magnitud. Existen en Chile Orquestas como las de Concepción, de Antofagasta y de Talca, pero son agrupaciones que tienen menos cantidad de músicos, lo que hace que su llegada al público no sea de la misma intensidad que una integrada por más de 90 músicos.

-¿Y qué esperan para los 70 años?
-Me gustaría consolidar ciertas cosas: de partida afianzar nuestro repertorio de música chilena a los intérpretes nacionales del mejor nivel; me gustaría consolidar a la orquesta en cuanto a su calidad, especialmente en las familias de instrumentos que tenemos más debilidades; quisiera que se concretara una gira nacional, que abarcara períodos en el norte y en el sur y que se realizara una gira internacional.