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El más celebrado director argentino desembarca por partida triple en Santiago a Mil

Daniel Veronese inicia esta semana las funciones de tres aplaudidas obras, en las que revisa textos clásicos de Antón Chéjov y Henrik Ibsen.

19 de Enero de 2010 | 17:50 | Por Sebastián Cerda, Emol
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''Hago el teatro que me gusta, que me gustaría ver, y nada más. Trabajo para el público que tengo dentro'', dice Veronese.

Santiago a Mil

SANTIAGO.- Las reseñas sobre el director argentino de teatro, Daniel Veronese, no escatiman en elogios: Que es uno de los más destacados de la escena bonaerense actual, uno de los más relevantes de su generación, e incluso uno de los que ha renovado las tablas trasandinas.

Con todos esos comentarios es que Veronese llega esta semana a los escenarios chilenos con tres obras, el caudal más numeroso de un invitado extranjero en la edición Bicentenario de Santiago a Mil.

Sin embargo, al argentino no le preocupa: "Yo hago el teatro que me gusta, que me gustaría ver, y nada más. Trabajo para el público que tengo dentro", asegura.

Esa máxima de trabajo es la que intenta plasmar en las tres obras con que arriba a Chile: "Espía a una mujer que se mata" (que anoche se estrenó en un repleto Teatro de la UC), "El desarrollo de la civilización venidera" y "Todos los grandes gobiernos han evitado el teatro íntimo".

Se trata de versiones propias para obras clásicas —"Tío Vania", de Chéjov, y "Casa de muñecas" y "Hedda Gabler", de Ibsen, respectivamente—, en las que al igual que en el resto de su trabajo busca "que uno salga modificado de alguna manera, encontrarnos con algo que no hemos visto. Pero no novedad por la novedad, sino una mirada distinta, que me exprese algo, me remueva sentimientos nuevos. Eso no tiene que ver con la técnica ni la parafernalia, sino con lo humano", explica.

Por lo mismo, trabaja cada vez con menos recursos materiales en escena, tanto en lo escenográfico como en el vestuario. "Siento que desnudando el espectáculo, se permite ver con más facilidad su interior, que es lo que a mí me interesa mostrar: Vínculos, relaciones. No es que no tenga vestuario ni música, sino que la gente no los note, que sienta que no necesita más que los actores en escena", afirma.

Sin embargo, aclara que ello no es un dogma en su forma de trabajar, sino lo que hoy por hoy más le acomoda para contar una historia: "En el momento en que me dejen de funcionar las dejaré de lado. Yo soy antidogmático, a todo aquel que me dice 'el teatro es esto', yo le pruebo lo contrario. Me he encontrado con un campo muy fértil a la vuelta de las líneas dogmáticas".

Sobre las obras con que llega a Santiago a Mil, Veronese cuenta que hizo sus propias lecturas y aportes a los textos. "Chéjov me resulta más llevadero, su discurso es adaptable a nuestra vida cotidiana, con una emotividad tan profunda y simple que lo hace único. Modifiqué el formato con que la obra fue escrita hace más de 100 años, que hoy siento que necesita inmediatez. Le cambié el motor, pero sigue siendo la misma obra. Con Ibsen, siento que estas dos obras han perdido cierta efectividad con el tiempo. Hoy la mujer ('Casa de muñecas') ya no tiene que pedir permiso, pero el problema sigue vigente: Se la mira con lupa, tiene que defender sus roles. Entonces, además de motor, le cambié carrocería".