The circle

En el rock todo artista de éxito en algún momento hablará de volver a las raíces, retorno que fácilmente puede anunciarse una y otra vez para distintas producciones, como una manera de decir seguimos siendo los mismos y seremos tan frescos como en el inicio, lo que por supuesto es imposible.

Bon Jovi siente que llegó su hora. The circle promete, según las declaraciones, una vuelta a los trucos que convirtieron a este grupo estadounidense en reyes del hair metal –el heavy travestido de los años '80–, pero con toques de modernidad. "We weren't born to follow" abre el álbum y la advertencia toma forma. La memoria conecta de inmediato con "Born to be my baby", del disco New Jersey (1988), aunque la intensidad decae. Luego "When we were beautiful" da la primera pista de un gesto que, avanzado el álbum, se convierte en un tic: la canción himno-para-estadio tipo U2.

El guitarrista Richie Sambora prueba efectos con la brújula apuntando hacia The Edge (su equivalente en la banda irlandesa) y llega un coro como para salvar al mundo, mientras bajo y batería arremeten con un ritmo ascendente, marcial. Todo encaja y de seguro Bon Jovi va a encender muchas cámaras durante su próxima gira siguiendo esta guía, pero el tributo a U2 se disimula mal. La maniobra es reincidente en las canciones "Superman tonight", "Love's the only rule", "Fast cars" y "Happy now", en tanto "Bullet" llega un poco más lejos en la inspiración con los irlandeses: utiliza la misma estructura del inicio de "The fly", el single de Achtung baby (1991).

Está también el tributo a un tótem histórico de Bon Jovi: el cantante estadounidense Bruce Springsteen, "El Jefe". Una canción de medio tiempo machacona, rock para acompañar el desayuno con cereales, empapa a "Work for the working man", y lo mismo sucede con "Thorn in my side". La producción de John Shaks, músico y productor de rock folk que en los últimos años se ha especializado en figuras prefabricadas como Ashlee Simpson, Hilary Duff y Kelly Clarkson, envuelve a Bon Jovi en un artefacto sin yerros, predecible hasta la médula, y que roquea sin desbordes. No ganarán fanáticos con The circle, pero tampoco perderán a ninguno.