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Pasión y reflexión joven

La edición del Bicentenario a orillas del lago Llanquihue y con vista al volcán Osorno presentó a nóveles valores de la música de cámara. No sólo en Santiago se llenan las salas. En Frutillar todos los conciertos agotaron sus localidades.

04 de Febrero de 2010 | 10:02 |
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La pianista Natalia Marré debe superar algunas deficiencias naturales de su juventud, pero su impronta frente a las obras que interpretó su sorprendente.

Semanas Musicales de Frutillar

Con enorme éxito de público se están desarrollando las Semanas Musicales de Frutillar, evento que se ha convertido en uno de los hitos del verano en el sur de Chile. Allá concurren destacados artistas nacionales y extranjeros, los que junto a figuras emergentes dan vida a una de las más importantes actividades culturales de nuestro país.
La alta convocatoria señala que no sólo en Santiago se puede convocar multitudes en torno a la cultura.

Estas Semanas se vienen realizando desde hace cuarenta y dos años, contando en la actualidad con conciertos oficiales o “vespertinos”, “nocturnos”, “de mediodía” y otros de llamados de “extensión”, que se realizan tanto en Frutillar como en lugares cercanos. Como dato ilustrativo diremos que ya se encuentran agotadas todas las entradas para todos los conciertos restantes.

El concierto de mediodía del 3 de febrero fue ofrecido por los jóvenes Natalia Marré (piano) junto a un trío ganador de un concurso de la Universidad Católica. La hermosa Natalia dio cuenta de su enorme musicalidad tanto como de una intuición que sin duda le hará alcanzar lugares de importancia entre los pianistas. En este momento, creemos que sólo le falta el peso interpretativo que da la madurez, no obstante puede salir airosa en sus desafíos.

La hermosa sala de cámara del Teatro del Lago, que tiene como fondo el lago, el volcán y las eventuales nubes, fue testigo de su acercamiento a obras de Beethoven, Brahms y Copland. Pensamos que la “Sonata Op. 78 en Fa sostenido mayor”, llamada “A Therese”, fue tomada con un pulso muy rápido lo que restó profundidad y provocó algunas frases y fraseos un tanto borrosos. Esto es debido a su visión juvenil acerca de la hermosa obra.

Más natural nos pareció su sensibilidad en torno a las “Cuatro Baladas Op. 10” de Johannes Brahms. Allí la melancolía serena o apasionada del autor encontró una justa respuesta de la intérprete, la que se ve enfrentada en todo momento a problemas técnicos no menores que resuelve inteligentemente. Su versión transitó desde lo poético a lo enérgico, mostrando un enfoque unitario de la obra.

Sin ninguna vacilación, y mostrando un enorme dominio técnico, fue su versión del scherzo “The cat and the mouse” de Aaron Copland, obra descriptiva y desafiante que levantó al público en una ovación muy merecida.

Apellido Ytier: un nuevo sonido

Luego Ives Ytier (violín), Alejandro Barría (violoncello) y Gastón Ytier (piano) interpretaron en forma excelente y con sorprendente madurez el “Trío Nº 1 Op. 70 en Re mayor” llamado “de los Espíritus” de Ludwig van Beethoven. La única objeción que nos merece es el balance entre el piano y las cuerdas en los movimientos extremos, que impidió escuchar nítidamente algunas frases del violín o el violoncello, no obstante la pasión mostrada por estos jóvenes hace casi olvidar este importante detalle.

En contraste el gran triunfo estuvo en la emocionante versión del bellísimo “Largo assai ed espressivo”, en el que lograron suspender al público por la magia que provocada por la interpretación. Cada diálogo, fraseo y articulaciones se conjugaron en una madura versión que no daba cuenta de la juventud de sus intérpretes.

El afiatamiento de este trío hace pensar que hace muchos años vienen trabajando juntos, cuestión que no corresponde a la vida musical de estos jóvenes. Este concierto hace tener mucha fe en el futuro de la música en nuestro país.

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