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Coco Legrand hace reír a la Quinta Vergara y se gana una Gaviota apurada

No pudo continuar con sus chistes por la falta de tiempo a pesar de que el público lo pedía. Dijo que él también quería escuchar a Paul Anka. Como siempre, su rutina se caracterizó por hacer un análisis de los cambios generacionales de la sociedad chilena. Hasta se dio el lujo de repetir algunos chistes.

22 de Febrero de 2010 | 23:47 | Leonardo Núñez, enviado especial a Viña del Mar
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Coco Legrand y su polémica gaviota.

Tomás Fernández, El Mercurio

VIÑA DEL MAR.- Coco Legrand no llevaba ni dos minutos en el escenario de la Quinta Vergara, cuando la galería ya le estaba gritando “ídolo, ídolo” al ver al humorista  con su clásica pinta sesentera: jeans, chaqueta, gorro y pañuelo negro al cuello.

Y el humorista le respondió al “Monstruo” de inmediato con un chiste para metérselo en el bolsillo. Dijo que la moto californiana con la que apareció, se llamaba Pamela Díaz, “porque era rica, negra y fiera”. Y que los tubos de escape “se los hizo con los fierros del Passapoga”, provocando carcajadas y aplausos.

Eso bastó, por si quedaba alguna duda, de hacer olvidar las tímidas críticas que cuestionaban darle a él el número de apertura de este Festival, algo que nunca había ocurrido en 51 años.

Legrand respondió a la confianza depositada por la organización con un show probado. Si le ha dado resultado en 40 años de carrera, ¿por qué cambiarlo ahora?: como un observador de la sociedad chilena, analizó los cambios generacionales.

Se río de las actitudes de los jóvenes, de los inconvenientes de ser viejo y tener que pagar todas las cuentas, de estar casado, de los nuevos ejecutivos, de los sueños frustrados, de los ricos y de los pobres.

Nada nuevo en la forma de presentar sus monólogos en su sexta vez en la Quinta Vergara. “Estoy sufriendo una crisis espantosa. Al igual que la Alianza y la Concertación, vivo una crisis de identidad”, se le escuchó decir, para luego quejarse de que todos los “condoros” que uno comete son inevitables. ¿Por qué? Porque en la sociedad de hoy nadie te enseña nada porque “andan todos ocupados”.

Por si a alguien no le quedó claro, Legrand se explicó: “Llegué a la conclusión que nadie nos enseña nada acerca de la vida. Y como nada se enseña, todo se improvisa. ¿Quién te enseña a ser diputado? Ni un huéon. Quién te enseña a ser Presidente (...) Todo se improvisa y cuando (el Presidente) ya está aprendiendo algo, termina su periodo y lo cambian por otro hueón que vuelve a improvisar”.

Cada chiste era respondido con más risas, y con justa razón el humorista se ganó dos antorchas. Sin embargo, y a pesar de que el público quería, no pudo tener más minutos en el escenario. Comprensivo, el humorista dijo “yo también quiero ver a Paul Anka”.

Frente a este inconveniente, a los animadores no le quedó más opción que darle una gaviota apurada. Situación que se pudo evitar, porque un humorista como Coco Legrand no tiene que pedir nada, ni menos que le den un premio sin ganárselo sobre el escenario.

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