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Arjona se impone sobre el escenario, tras hacerlo en bambalinas

Como siempre, el guatemalteco se fue cargado de trofeos (esta vez fueron dos antorchas y dos gaviotas), tras salir a actuar en un insólito segundo turno, por tajante solicitud de su propio entorno.

27 de Febrero de 2010 | 01:32 | Sebastián Cerda, enviado especial a Viña del Mar
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El guatemalteco también le mandó saludos a Tito El Bambino: ''No son trofeos que hay que pedirlos, son trofeos que hay que merecerlos'', dijo con sus antorchas y gaviotas entre manos.

Juan Eduardo López

VIÑA DEL MAR.- A costa de la salud del Festival, el guatemalteco Ricardo Arjona tuvo esta noche un doble triunfo en Viña del Mar: El más resonante, arriba del escenario, donde nuevamente fue amo y señor ante sus devotas seguidoras.

Pero el primero se había producido momentos antes de subir a actuar, con el cantante en camino a Viña y la organización inclinándose ante una solicitud que vino del entorno del artista, y que implicó alterar el orden de la jornada de forma no sólo absurda, sino también autodestructiva: La nueva programación dejaba al guatemalteco como segundo número, y condenaba a las competencias y a Fanny Lú a un altamente probable (e inédito) vacío en las graderías.

El concejal Andrés Celis, momentos antes del show del intérprete de "Señora de las cuatro décadas", twitteaba "increíble, al segundo que llegó a la Quinta exigió que si no era ahora no cantaba; y quién les da disculpas a los artistas de la competencia?". Por la misma vía Iván Valenzuela, rostro del canal organizador, señalaba que "Arjona se niega a cerrar".

Pero de presiones no supieron en la galería, donde la alteración del orden debe haber caído como una bendición que los salvó de someterse al segmento que, si no fuera por el espectáculo de cierre, muy probablemente no verían.

Allí Arjona volvió a reinar, como tantas veces aquí mismo, aunque ahora con la parafernálica escenografía de su gira "5° Piso" instalada en pleno arriba del escenario. Entre estructuras que asemejan al callejón de un barrio típico, carteles de bares y peluquerías incluidos, el guatemalteco interpretó éxitos como "Minutos", "Te conozco" e "Historia de taxi", este último desplazándose sobre un cubo que proyectaba al famoso "Volkswagen del año 68".

Pero si se hubiera ahorrado los dólares de sobrepeso el efecto habría sido más o menos el mismo. Desde luego, el crédito de Arjona está en gran medida en sus devotas fanáticas, las mismas que pagaban más de $200 mil por verlo de cerca en su última gira, o que se pegaron temprano a la reja de la Quinta Vergara para asegurarse un buen lugar. Las mismas que corearon versos como "instalé la osa mayor en tu diadema", y que celebraron sus clásicas divagaciones y proclamas sobre mal de amores y cosas por el estilo.

Porque Arjona no cambia con los años, aunque cambie su entorno y sus posibilidades. Así, tras la sólida orquesta que lo acompaña ―y que revistió de aires caribeños gran parte de sus temas, así como dio tono apoteósico en otros, cayendo también en excesos naturales― y las toneladas de escenografía, está la misma fórmula y el mismo perfil con que el cantante arribó a Viña en los 90.

Arjona le sigue cantando a eso que llaman "cosas simples", con el mismo estilo que sólo provoca empatía o irritación, sin términos medios. Sigue siendo el locuaz domador de masas, o de "su" masa. Sigue diciendo esas palabras que muchos no se atreverían a pronunciar, pero que masajean a una importante cantidad de oídos femeninos. En definitiva, sigue aplicando conjunto de recursos que no tiene parangón, y que en los 90 llegó para quedarse.

Dos gaviotas (y dos antorchas) fueron la muestra de esta vez. Unas más en una numerosa colección que, de seguro, seguirá creciendo.

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