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Otra estirpe de romántico

El español montó un espectáculo de gran nivel en su regreso al país en Arena Movistar y allí manifestó su apoyo irrestricto al pueblo chileno devastado que aún tiene mucha energía para vitorearlo.

18 de Marzo de 2010 | 11:15 |
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De regreso al país, Alejandro Sanz puso el hombro para los chilenos que sufren por el impacto del terremoto. Lo hizo con canciones y dio resultado: diez mil personas durmieron anoche en paz.

Macarena Pérez

Como los de su estirpe, Alejandro Sanz pudo enloquecer a las miles de fanáticas que lo recibieron con ensordecedores gritos apenas pisó el escenario del Arena Movistar. Como los de su categoría, bromeó e interactuó con los más de diez mil asistentes, además de lanzar al aire numerosos gritos de "fuerza Chile", conciente de los momentos que vive el país tras el terremoto.

Pero el español también demostró estar en otra altura musical. De esa que pocos contemporáneos suyos pueden acreditar. De esa que con una puesta en escena de nivel anglosajón -escenografía con pantallas led que proyectaban imágenes con distintas dimensiones ópticas-, pudo pasearse por antiguos y nuevos temas que priorizaron la lengua madre (algo que se agradece entre tanto ídolo hispanohablante que interpreta en inglés).

Además el propio Sanz tocó la guitarra en la mayoría de las canciones y el piano en otro tanto, manteniendo esa voz rasgada que lo caracteriza. El sonido fue casi perfecto. Sólo algunos acoplamientos y ecos que se escuchaban en las últimas filas en un principio fueron la nota roja.

Siguiendo una línea que describe la musicalización de su último álbum, Paraíso express (2009), junto a sus nueve músicos (con dos virtuosos guitarristas, el pianista y un par de coristas de alto nivel), Sanz logró plasmar mucho más el soft rock al estilo Bryan Adams en la mayoría de sus canciones. Las primeras cinco se intercalaron entre su nueva y primera placa, Viviendo deprisa (1991).

Así, la novel "Mi Peter punk" se mezcló con la experimentada "Lo que fui es lo que soy", para luego provocar los primeros suspiros y coros unísonos con el sencillo de su último disco, "Desde cuando", una balada nostálgica que evoca sonidos de sus discos noventeros.

La rumba y los ritmos latinos se hicieron notorios cuando Sanz quiso descarrilarse un poco con los ya clásicos "Corazón partío" y "Quisiera ser el aire". Las letras románticas continuaron en "Cuando nadie me ve" -con un impresionante solo final de guitarra a cargo del director musical Mike Ciro-, "Sin que se note" y "Lola soledad". Además, en "Mala" se pronunciaron leves tintes reggae.

Punto destacable fue la interpretación de uno de los hits más reconocidos de Sanz, "No es lo mismo", el cual se alargó el doble de lo común luego que, en base al himno de AC/DC "Back in black", el guitarrista Jan Ozveren, el bajista Aramand Sabal y el pianista Alfonso Pérez comenzaran a improvisar. La generosidad rockera de Sanz se vislumbró en toda su dimensión.

Luego, su último single "Looking for paradise", una canción pop y bilingüe que originalmente interpretó junto a la artista de R&B Alicia Keys, fue seguido por un público hipnotizado por los acordes simples y el contagioso coro veraniego.

El primer bis terminó cuando el músico se sentó al piano cubierto por la bandera de Chile. Ahí, solo en el escenario, comenzó las primeras notas de "¿Lo ves?", para seguir con "Tú no tienes la culpa". Finalmente, tras cerca de dos horas tocando en el recinto, terminó con un medley que incluyó la nostálgica "Mi soledad y yo" y "Amiga mía", donde demostró que su voz aún continúa teniendo esa influencia flamenca que en la actualidad parece estar difuminada.

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