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Menos que su propio peso

En su segunda ocasión en Chile, la canadiense deja el agridulce sabor de enfrentarse a una artista completa, pero que no se pone a la altura que merece simplemente su propia categoría.

23 de Marzo de 2010 | 09:09 |
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En Viña 2008 Furtado demostró que podrá no tener la voz de Christina Aguilera ni el cuerpo de Beyoncé, pero sí ideas propias y una visión musical con proyección. En esta segunda visita, algo de esa imagen quedó empañada.

Harold Castillo

Nelly Furtado tiene todo para pararse a las puertas del olimpo: Un nombre conocido y respetado, un indiscutible mérito como compositora, una búsqueda recurrente por nuevos territorios, cercanía y simpatía, singles más que pegadores, y una voz tan agradable como su rostro.

Sin embargo, hay algo que no cuaja: Ver el show que por estos días ofrece la canadiense deja el sabor medianamente agridulce de observar cómo la cantante parece negarse a dar el paso que la ponga definitivamente en ese sitial. No es flojera, ni mucho menos el paso del tiempo. Pareciera ser que cierta comodidad, y hasta una cuota de torpeza, juegan en contra de quien se presentó esta noche de lunes por primera vez en Santiago (Arena Movistar), aunque por segunda en Chile.

Porque una cosa es ocupar proyecciones sencillas, pero otra es acudir a esos compuestos digitales de estilo Windows Media. Una es orientarse a una búsqueda latina, pero otra es vestir a sus coristas como si fueran de la 4:40. Una cosa es querer mucho a sus músicos y llevarse bien con ellos, pero otra es permitirles jugar con boleadoras luminosas en el escenario, como malabarista de semáforo, e incluso terminar el show con un inentendible riff de "Enter sadman", de Metallica.

Los ropajes con que viste a las canciones y su propia actitud en escena también dan cuenta de ello, transformando muchas veces su aplaudida diversidad en una especie de extravío: Hoy, Furtado parece adentrarse en los caminos de la estrella pop, la diva para paladares gringos, la última figura latina, y la artista exploradora y reputada, pero sin terminar de avanzar por ninguno.

Todo pesa más cuando sus méritos quedan en evidencia, como en "Bajo otra luz" y "Más", donde demuestra que puede agregar status y complejidad al pop de tintes latinos. O en "Try", cuando acompañada sólo de un piano luce su voz acaramelada hasta repletar todos los vacíos. O en "Say it right", single que cualquiera integrante de la monarquía pop habría querido para sí, y que la canadiense esta vez revistió de energía. Sus seis músicos, en tanto, interpretan sin inconvenientes, y con notorio sustento en los dos percusionistas, además de las bases y sintetizadores.

Está claro entonces que la cosa no pasa por ahí. Sin embargo, el paralelo no deja de incomodar y hasta de resultar un poco frustrante: Hoy por hoy, Nelly Furtado en vivo deja la sensación de no poner ni los cuidados ni la coherencia que merecen nada más que su propia reputación y su indiscutible categoría como artista.