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La música y la mística

Violinista, contrabajista, cornetista y pianista, posiblemente lo que mejor define a Roberto Lecaros es “músico de jazz”. Así lo acredita su pasaporte. “Recién a los 65 años me di el gusto de grabar un disco”, cuenta el formador de generaciones de músicos locales en la antesala del lanzamiento de sus obras escritas para cine, teatro, radioteatro y documentales: Mística.

07 de Abril de 2010 | 13:34 |

“Un día llegan ocho tipos de sorpresa a tu casa y qué haces tú. Improvisas algo, una comida. Cocinas combinando los ingredientes que ya conoces y que tienes a la mano. En el sexo es lo mismo. Cuando estás con una mujer en tu habitación sabes muy bien como es el cuerpo femenino pero vas actuando espontáneamente. Eso se llama improvisar. Cuando improviso jazz yo estoy haciendo el amor”.

Los músicos del jazz chileno se refieren a Roberto Lecaros utilizando la palabra “maestro”. Muchas veces él mismo la utiliza y eso sólo da cuenta de una trayectoria que ubica al mayor de los hermanos de la familia de jazzistas como un referente de esta historia. Roberto Lecaros tiene 65 años y recién esta semana va a presentar un disco. Es su segundo título, porque el primero lo grabó en 1994 durante un concierto que realizó con algunos de sus alumnos de entonces (el guitarrista Pedro Rodríguez, el contrabajista Rodrigo Galarce y el baterista Cristóbal Rojas) en el escenario del club L’Atelier: Hot jazz.

En Mística, el nuevo título, siguen participando sus alumnos, aunque pertenecen a una generación nueva. Este 8 de abril el pianista Roberto Lecaros actuará en el club Thelonious en dos horarios (20:00 y 22:00) para presentar a su quinteto La Tropa, que incluye en la línea a Cristián Gallardo (saxo alto y flauta), Andrés Pérez (saxo tenor y clarinete) Roberto Carlos Lecaros (contrabajo) y Félix Lecaros (batería), además de invitados como Fernando Otárola (guitarra) y Pedro Leiva (percusión).

Un día después el músico inicia junto al grupo que forma con sus hermanos Mario y Pablo más su hijo Félix, el Lecaros Jazz Quartet, la temporada de conciertos de cámara organizados por el Club de Jazz en el Centro Cultural de la Reina para recaudar fondo para la reconstrucción de la casona de Macul e Irarrázaval, que quedó comprometida con el terremoto de febrero pasado.

-En la vida uno cumple ciclos –dice el músico. Yo creo que ahora se terminó lo de la casa de Ñuñoa, porque no se puede estar ni tocar allí (al cierre de esta edición el directorio había resulto recuperar la casa). Yo he pasado por cuatro cambios de casa del Club de Jazz, provocados por quiebras u otras cosas. Los socios se llevan las pertenencias del club para sus casas para guardarlas y después, cuando encontrábamos un nuevo recinto, se devolvían.

Roberto Lecaros tiene historia suficiente en el jazz chileno y ha sido protagonista en cuatro cinco décadas, desde que apareció como tubista adolescente en el grupo tradicional del clarinetista Juan Sillano hacia 1958. De los ensayos de la Goodway Jazz Band en la casa de su líder, pasó a tocar la corneta en el Club de Jazz. Y de ahí la trayectoria suma episodios como contrabajista, pianista y profesor, y como músico de grupos tan variados en su punto de vista como los Chilean Jazz Messengers, el Village Trío, los Santiago Stompers o el eléctrico Kameréctrica. 

-El disco Mística se aleja de todas esas experiencias pero sigue siendo histórico.
-De partida es un disco solista. Es la primera recopilación de composiciones antiguas que escribí para películas, teatro, radioteatro, cortometrajes y documentales. Mística será una colección en serie. Puede haber un segundo Mística el próximo año y un tercero después. Es música retrospectiva, porque composiciones para la música escénica o para imagen, llámala como quieras, hay muchas. Quedaron en las películas, no en discos. Nunca las grabé. Y como las películas ya no se dan, sentí que era un buen momento para grabarlas ahora.

De lunes a domingo: la fiesta permanente

El álbum incluye composiciones de las películas “Lunes 1 domingo 7” (1968), de Helvio Soto; “Con ardiente paciencia” (1984) y “Despedida en Berlín” (1985), y el documental “Matilde y Neruda” (1986), que dirigió Antonio Skármeta, uno de sus más antiguos amigos. La música combina estilos y ritmos desde una perspectiva jazzística. Por ejemplo, “Flores para ti o te contaré un cuento” es una bossa jazz, “La vela” es un bolero, “La cumbia de Antonio” es una cumbia jazzeada, “mariluz” es un baión jazz y “Trigal” un cachachá jazz. “Sólo me faltó meter un tango”, bromea Lecaros.

-Todo el repertorio es parte de una música incidental ¿Hay una historia previa?
-Conocí el teatro por dentro en los años ‘60, cuando Skármeta me llamó para tocar el piano en vivo en la obra “A partir de mañana”, que él dirigía y que tenía música de Sergio Ortega. Claro que ya entonces yo le ponía de mi propia cosecha, porque siempre estaba improvisando. Los músicos tenemos doce notas para comunicarnos. Son nuestras letras del abecedario. Son menos posibilidades que con el abecedario real, que tiene 28 letras. ¿Se habrá repetido algo en la música a través del tiempo? ¡Claro que sí! Muchas cosas se repiten. La música está en los genes de los humanos. Está en el inconciente colectivo. El do es do en todo el mundo. Los juegos armónicos se repiten y las melodías suben y bajan. Están ahí siempre. Si toco una melodía mía escrita en el año '60 a ti te va a gustar ahora. Roberto Lecaros pasó por el mundo y dejó esto. Después se va a morir y se va a olvidar. Y otros músicos van a tocar cosas parecidas o las mismas que él tocaba.

-¿Qué significado le das a esa idea de la mística?
-La han relacionado con la religión. Para mí es otra cosa. Es algo muy profundo del ser humano. Tiene que ver con lealtad que tienes con lo que amas, la honestidad y la pasión que le pones a algo. En el fútbol también se dice: “hoy no jugaste con mística”. Yo la busco.

-¿Es un descubrimiento actual o viene de más atrás?
-Cuando Helvio Soto me dijo que hiciera la música para su película yo estaba enamorado del personaje. Me lo viví completamente y de ahí sale la creatividad. De ahí sale todo. La mística no se puede explicar con palabras. Se puede explicar con música. La música y la mística. Todavía salgo afuera, al patio, y siento y divago sobre cosas. Me sumerjo en pensamientos. No creo en el ayer ni en el mañana. Ni siquiera creo en el hoy. Todo está fundido en el siempre. Es una filosofía que me permití descubrir y con la que he vivido en mis últimos días. Ya no me hago problemas con el tiempo y me ha traído una paz increíble.