El primer concierto de la Temporada 2010 de la Universidad Alberto Hurtado fue ofrecido por el Coro de Cámara de esa casa de estudios en la Iglesia de San Ignacio, y como coincidió con Semana Santa. Su directora Paula Torres enfocó el programa en música religiosa de Siglo XX.
Uno de los aspectos más destacables de esta presentación es el afianzamiento vocal del grupo -que recién cumplió dos años-, desapareciendo algunas individualidades que le restaban homogeneidad. Otro tiene relación con el peso vocal y la claridad en las líneas melódicas en las obras escuchadas. Pensamos que ya es posible avizorar el rumbo que le impondrá Paula Torres al conjunto, a quien le corresponde la difícil tarea de reemplazar a Guido Minoletti, uno de los más destacado directores de coro de nuestro país.
El programa consultó obras de autores europeos y latinoamericanos, las que en forma individual eran valores en sí mismas, pero en el desarrollo la progresión y los contrastes no fueron siempre acertados, ya que en momentos el concierto pudo percibirse un poco plano. Esto es independiente de la interpretación, que fue de un altísimo nivel.
Destacaremos aquellos momentos que nos parecieron más logrados. Sin duda la enorme belleza y sugerente dramatismo de “Zdrávas María” de Leos Janacek fue uno de los triunfos de la noche. El acompañamiento en violín de Daniella Rivera y Yudalys Perdomo en teclado, se unieron a la soprano Paulina González -de estupendo cometido- y al coro.
También consideramos del más alto nivel la versión del “Salmo 86” del chileno Alfonso Leng, en el que se destacó la claridad polifónica de la obra.
La versión de la “Misa Romana” de Sylvia Soublette fue de una gran madurez, destacándose allí los diálogos y juegos melódicos que mueven la obra desde lo arcaico a lo moderno en medio de grandes exigencias vocales. Esta misa que rescata los mejores valores de la creación de una de nuestras más destacadas compositoras e intérpretes.
Estupendo nos pareció “O vos omnes qui transitis per viam” del argentino Alberto Ginastera, que no cesa en descomunales desafíos vocales. En ellos triunfó plenamente el grupo. Tal vez la estructura de la obra requiera de una mayor cantidad de cantantes, sobre todo al final de la misma, pero es un detalle que no desmerece en nada la versión.
De gran interés y dificultad es el “Ave María” del colombiano Adolfo Mejía que permitió el lucimiento de cada una de las cuerdas. Muy bien resuelto fue el “Gloria” del argentino Athos Palma en su cerrada polifonía que recuerda el canto de la liturgia ortodoxa. Algo similar ocurre con el ecléctico lenguaje del neozelandés David Childs que obliga a un tránsito en estilos.
El brasilero Flavio Magnani aportó con su hermoso y muy difícil “Gloria” que obliga al coro a ir desde las letanías el estilo gregoriano al brillo de las armonías modernas en una de las obras más interesantes. Consideramos de poco aporte musical el “Et misericordia” de John Rutter, a pesar que suena bien y está bastante de moda. El concierto vino a certificar algo que habíamos predicho, que este Coro de Cámara llegaría a ocupar un lugar de importancia entre los coros chilenos.