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Historias de peluquero top inspiran la última obra de Javiera Contador

Mañana se estrena "El hijo de la peluquera", un montaje de atmósfera kitsch basado en relatos de Francisco Llancaqueo, y protagonizado por Claudia Burr, Fernando Godoy y Ximena Rivas, entre otros.

21 de Abril de 2010 | 13:28 | Por Sebastián Cerda, Emol

SANTIAGO.- La presentación fue en la peluquería de Francisco Llancaqueo. El texto tiene su origen en las columnas escritas por el estilista. El protagonista del montaje es un adolescente criado en un salón de belleza, y las tijeras y secadores son el entorno en el cual se emplazan las escenas.

Sin embargo, "El hijo de la peluquera" no es la historia del ex panelista de "Pasiones", sino "historias de peluquería", como él mismo dice. Relatos que filtran la intimidad de diversos personajes, que han sido tejidos en un solo texto por Javiera Contador, la directora de la obra que este jueves 22 se estrena en el Centro Mori de Vitacura.

La particular idea surgió precisamente mientras el peluquero arreglaba el look de Contador, quien aprovechaba esos minutos de asiento leyendo sus columnas. "Ella me dice 'no puede ser que esto cobre vida sólo cuando alguien abre la revista. ¿Qué te parece si las transformamos en una obra de teatro?' Y yo que prendo con agua dije 'ok, vamos'. Empecé a escribir y escribir todo lo que me pedía Javiera, me enfoqué en todas las historias que me venían en mi experiencia como peluquero, y con eso la Javi fue armando esta preciosa obra", explica Llancaqueo.

De este modo, más de una revelación que clientas han hecho al peluquero en sus años de oficio, se verá reflejada en alguno de los personajes que dan vida a la obra, y que encarnan Ximena Rivas, Dayana Amigo, Paulette Seves y Lorene Prieto, las clientas. Todas ellas llegan hasta el salón de belleza de Claudia Burr, la peluquera, y Fernando Godoy, su hijo.

"La mirada del Fran (Llancaqueo) está más que nada en los personajes femeninos. Yo inventé a este niño, que es como ese niño criado en un almacén. Quise rescatar eso, pero en una peluquería, donde hay mucha femineidad, mucha hormona", explica Contador.

"Quise jugar con eso: Rescatar la cotidianeidad y el que, no tengo muy claro por qué, las mujeres pueden llegar a decir tantas cosas en una peluquería. Es un espacio donde estás muy vulnerable. Creo que eso se presta para contar unas historias personales que jamás le contarías a nadie", profundiza la actriz.

Para construir el texto, Contador se basó en tres columnas de Llancaqueo, cada una con una historia puntual. Eso constituyó el esqueleto de la obra, que encontró su musculatura en algo que la directora llama "espíritu de peluquería", a partir del cual levantó una ficción. "Me gustan las historias de cuando parece que no pasa nada y pasan muchas cosas", dice la actriz, quien califica el montaje como "una ruleta en términos de emociones".

Entre los personajes que permiten esa dinámica se cuentan una clienta que va día por medio al local, además de una novia que no quiere casarse, pero que es presionada por su despótica madre. Junto a éstos se cuenta la historia de la peluquera y su hijo.

El montaje incluye música (compuesta por Cuti Aste) y coreografías (a cargo de Maitén Montenegro), además de una ambientación que remite a fines de los 60, lo que ayuda a conformar cierta atmósfera kitsch, que resalta como uno de los más llamativos sellos de la obra.