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Un gran desafío

En el concierto de clausura del ciclo de Música Sacra UC faltó tiempo para madurar la variedad de obras del repertorio, desde la polifonía renacentista al post romanticismo expresionista de Schoenberg, pasando por el mundo sonoro de Penderecki y el estreno absoluto de una obra recién escrita.

03 de Mayo de 2010 | 18:29 |
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En ensamble Concerto Vocale, dirigido por el maestro Víctor Alarcón.

Foto: archivo de El Mercurio.

Bien sabemos que Víctor Alarcón es uno de los directores más inquietos en cuanto a estrenar nuevos programas. Esto le lleva a enfrentar desafíos descomunales, de los que generalmente sale airoso.

Él sabe que cuenta con un excelente grupo de cantantes, lectores y musicales, no obstante sabemos que esto en muchas ocasiones no basta, pues la música, como proceso dinámico que es, necesita un tiempo de maduración para lograr la interpretación que la obra merece y que sus intérpretes y director desean.


En el caso del concierto que clausuraba el ciclo de Música Sacra UC, Víctor Alarcón, responsable musical del evento, con una honestidad que lo engrandece, explicó que por diversos motivos el programa no contó con el tiempo que las obras necesitaban -y vaya que lo requerían-, ya que se trata de piezas tan diferentes y desafiantes como las que consultaba el concierto, desde la polifonía renacentista al post romanticismo expresionista de Schoenberg, pasando por el mundo sonoro de Penderecki, incluyendo además el "estreno absoluto" de una obra recién escrita, elementos que demandaban de algo más que un grupo tan profesional como el Concerto Vocale. Por eso, y concordando plenamente con Alarcón, faltó  tiempo para madurarlas.

Pensamos que las enormes dificultades del resto del repertorio impidieron que los tres motetes de Tomás Luis de Victoria, que iniciaron el programa, fueran confiados a la experticia de los  intérpretes -un grupo reducido de cantantes. Por ello la versión resultó más bien plana, con afinación no perfecta, e incluso al inicio en la invocación gregoriana del "Ave María", cantada por Alarcón, éste desafinó extrañamente. Luego, y en general, las diversas las líneas melódicas no se perfilaron y el sentido dramático del texto no estuvo siempre presente.

Krzysztof Penderecki es una de las figuras capitales de la música de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, siendo sus obras un referente de la música contemporánea. Éstas requieren de un gran número de cantantes debido a las continuas divisiones de las voces y al peso sonoro que exigen.

En su interpretación fue evidente la inseguridad de algunos cantantes, la afinación fue oscilante, los contrastes desde el pianísimo a fortísimo expuestos en la partitura se cumplieron sólo desde el mezzo forte al fortísimo que resultó muchas veces estridente. La segunda sección ganó en seguridad, pero las figuras pequeñas fueron poco claras, no obstante un gran logro fue el diminuendo que conduce a la sección final.

De gran interés es la "Misa" de Rodrigo Herrera, joven de sólo 29 años. De ella sólo se interpretaron tres de sus cinco partes, Kyrie, Gloria y Sanctus. Su estilo es muy abierto, aludiendo desde lo arcaico a lo contemporáneo, incluyendo partes al estilo "antifonal", melismas tanto como variantes de letanías alternándose con armonías modernas. Posee una tesitura muy exigente, incómoda para algunas voces, bajos por ejemplo.

El Gloria recuerda la liturgia ortodoxa además de presentar una figura rítmica constante que le otorga unidad. Otro aspecto de interés es el uso inteligente de los contrastes como los cambios de tempo. La sección final "Cum sancto spiritu" mostró afinación débil.

El Sanctus exige una soprano solista. Ésta tuvo un desempeño sobresaliente en su difícil parte,  se impuso con facilidad y musicalidad por sobre todas la voces y sus pianísimos fueron de gran belleza. Este Sanctus puede desconcertar por sus constantes juegos rítmicos y vocales, demostración de la búsqueda de un lenguaje musical en su autor.

El público aplaudió sin reservas a los intérpretes y al sobrio compositor, quien además canta en la cuerda de bajos. Interesante obra que será apreciada cuando madure su aprendizaje.

Los reparos mayores los tenemos con "Friede auf erden", de Arnold Schoenberg, pues superó con creces a los intérpretes. El grupo no tiene el peso vocal requerido lo que les llevó a cantar cercano a la estridencia, su enfoque fue dubitativo no entendiéndose el concepto de la interpretación, valoramos el enorme interés de cada participante por sobreponerse a las tremendas dificultades de una obra, que
exige una maduración lenta para abordar su significado y superar los escollos vocales.

Coincidimos con Víctor Alarcón, en verdad faltó tiempo.

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