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Pachanga más allá de la cumbia

Llevan once años tocando, tienen a próceres del rock barrial argentino invitados en sus discos y en los próximos días lanzan su segundo disco, La triste realidad. Guachupé es juerga y rock de barrio chileno. "Y hay una cosa más", agregan: "la gente sigue a Guachupé como si fuera una barra de fútbol".

26 de Mayo de 2010 | 22:30 |

Un personaje que se debate entre seguir su vida de juerga o sentar cabeza es el protagonista de "Aunque me acuerdo de ti", la nueva canción de un grupo chileno que lleva una decena de años de autoridad en el tema. La banda es Guachupé, que desde su inicio en 1999 ha sido fiel a un sonido de rock de barrio y pachanga prensado hasta la fecha en dos discos, Estamos todos en la trampa (2007) y el flamante La triste realidad (2010). Y en la historia hay otros hitos como su participación en el festival de bandas Balmaceda 1215 en 2002, su visita al festival argentino Cosquín Rock en 2008 y sendos invitados internacionales en sus citados discos: Jorge Serrano, de los Auténticos Decadentes, y Tito Verenzuela, de Bersuit Vergarabat.


El hombre que entona esa canción en Guachupé es Tomás Rata Maldonado (voz), quien integra el grupo junto a Robinson Mono Acuña (guitarra), Luis Ardilla Adriazola (guitarra, acordeón y voz) y los hermanos Rodrigo Gigio Alveal (bajo) y Nelson Topo Alveal (batería). Y este último comenta la elección de esa historia como presentación de La triste realidad. "Siempre pensamos que éste venía a ser un disco de transición", explica. "En un segundo disco uno se entrampa, hay nuevas cosas que hacer, las canciones antiguas te empiezan a perseguir, cuestionas lo que estás haciendo, la contingencia te empieza a intrigar. Y 'Aunque me acuerdo de ti" era algo fresco que también tiene una conexión con lo que veníamos haciendo".


-¿También es una cumbia, para decirlo más corto?
-Podría ser una cumbia, pero no es como lo que vienen tocando todas las bandas de la escena nacional, porque pese a que muchos son nuestros amigos también tenemos nuestras diferencias. Si incluso la primera vez que íbamos a hacer un gran evento en el Galpón Víctor Jara vino el terremoto -se ríe: el Galpón Víctor Jara es la sede habitual de grupos de cumbia como Chico Trujillo o Juana Fe-. No somos mucho de tocar ahí, no porque no queramos sino porque siento que tiene más sentido tocar en otros lugares.


-¿Cuáles?
-Lugares al aire libre, o en el Cine Arte Alameda siempre nos sentimos cómodos. Pero por las características del público donde más cómodos siempre nos hemos sentido es al aire libre. Hay una cosa más: la gente sigue a Guachupé como si fuera una barra de fútbol. Lo que puede ser muy bueno, pero a la vez te involucra en las dos caras de esa lógica. Y si llegaste más cansado a un show o no lo preparaste muy bien y no sale tan intenso la misma gente se encarga de enrostrarte. Como si fuera un equipo de fútbol.


-¿Les dicen "pecho frío", "no ponen huevos", "falta aguante", cosas así?
-Sí, o "ustedes no dieron todo y nosotros sí dimos todo". Nos pasa y nos va a seguir pasando, pero no deja de tener un tondo de comicidad. Ellos entienden a Guachupé casi como algo que superó a la banda, donde ellos aperran de igual manera que los músicos. A veces es como caer en una trampa, pero donde más nos sentimos cómodos es compartiendo esas cosas.


-¿A esa trampa se refiere el nombre del disco anterior?
-No. El Estamos todos en la trampa tenía que ver con que en el disco hacíamos bastante crítica social, aunque sin tomar partido, y significa que por muy en contra que estés contra el sistema igualmente caes en la lógica del sistema, porque te obliga a hacer las cosas de esa manera. No te voy a mentir: antes de grabar el disco no teníamos ni un peso y vino (la marca) Brooks y nos pasó cuatro millones de pesos para hacer una canción a la Selección (de fútbol). Y de alguna manera eso también es estar en la trampa.


-¿Cuál canción es ésa?
-Al final no la ocuparon, porque hubo algunas desaveniencias entre ellos y nosotros.


Cumbia y más


-¿Qué es lo anterior del grupo que dices que se mantiene en "Aunque me acuerdo de ti"?
-Tiene un dejo decadente que no podemos negar.


-¿Por decadencia o porque se parece a Los Auténticos Decadentes?
-En el doble sentido. Los Decadentes (la banda argentina popularizada por éxitos como "El murguero" o "La guitarra") son lo que unificó a esta banda que cuando se juntó cada uno de los integrantes quería tocar cualquier cosa menos lo que terminamos tocando. Y decadente por lo que dice la letra, porque en un momento ya no tienes quince, tienes veintiocho años, las parejas te pasan la cuenta, supuestamente tienes que tomarte la vida en serio.


-¿Y qué hay de nuevo en esa misma canción?
-Que tratamos de desprejuiciarnos de ciertos ritmos como la cumbia, porque musicalmente y como espectadores no nos gusta la movida nacional que hay alrededor de la cumbia.


-¿Qué es lo que no les gusta?
-Uno crece escuchando música y de alguna manera admirando códigos y patrones de ciertas bandas, como la lealtad, el seguir a una banda, otra percepción de lo que es una banda de rocj and roll. Y siempre lo vimos (el éxito actual de la cumbia) más como las ganas de ir a una discotheque y que da lo mismo quién toca.


-¿Y sigue siendo así?
-Y sigue siendo así y es algo muy popular y legítimo, y qué bueno que se está dando porque de alguna manera los medios empiezan a ser más coherentes con lo que sucede. Pero también queremos dejar en evidencia que la mediatización de la música popular no recoge otras lógicas que sí existen, como lo que veo en Guachupé: la lealtad, ese seguir a la banda por sobre todas las cosas. Además por muy cumbia que sea, en nuestros discos también encuentras otro tipo de música, se pasa al rock and roll, a la rumba.


-¿Echas de menos algo más genuino en el movimiento de la cumbia?
-Claro, porque si te das cuenta cuando vas a ver a las bandas finalmente es un panorama de mina. No es por ser mala onda pero por eso se llena: porque las minas llevan a los pololos. No estás siguiendo a una banda, como la gente que sigue a (la banda de rock de barrio argentina) La Renga , locos que se toman un bus, que no tienen plata, que llegan con un pan a mil kilómetros y valoran las letras. Cuando fuimos al (festival) Cosquín Rock hace ya tres años llenamos casi dos buses para irnos a Argentina.


-¿Es lo contrario de ser un rockstar?
-Claro, no es llegar a un hotel, es estar con los flacos. Ellos también construyeron el segundo disco de Guachupé. Uno de ellos nos contó que renunció a su pega y vendió una tele para ir con nosotros a Cosquín. Eso nos hace cuestionar cuán grande es el compromiso por la banda, me ruboriza y me enfrenta a lo que hacemos de otra manera.


De Balmaceda a Cosquín


Entre los hitos en el recorrido de Guachupé está casi al comienzo su actuación en el festival de bandas de rock del centro cultural santiaguino Balmaceda 1215 en 2002, el mismo año en que ganó el grupo Primavera de Praga. "Y hubo hasta una discusión en la (radio) Rock & Pop, como '¿le robaron a Guachupé el festival?’ Porque toda la gente estaba con nosotros, pero nosotros buena onda con Primavera de Praga", dice el baterista.


-¿Qué importancia tuvo ese festival?
-Era un momento de emociones encontradas. Por una parte no nos gustaba participar en Balmaceda, pero sabíamos que era algo que necesitábamos, que estábamos solos y era una manera de tocar ante un público más grande.


El 4 de noviembre de 2006 el grupo volvió a un escenario de gran calado, cuando abrieron en el Estadio Nacional un festival de rock organizado por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Fech, en el que también tocaron la orquesta cubana Los Van Van, Los Tres y los rockeros argentinos Vicentico y Charly García.


-Algunos éramos alumnos de la Chile y la banda siempre tocó de una manera bien solidaria con todo el movimiento estudiantil. Y nos llamaban porque creo que nadie lo sabe pero Guachupé es una de las bandas que tienen mayor convocatoria, y lleva mucha más gente que muchas bandas más conocidas.


También ha habido músicos de algunas de esas bandas cercanas en la alineación del grupo. Juan Ayala, cantante de Juana Fe y ex integrante de la banda rockera Mal de Chagas, fue percusionista de Guachupé hacia 2001 y 2002, según recuerda Alveal. Y Toño Corvalán, baterista de Chancho en Piedra, canta  invitado en la canción "Tocopilla" del disco nuevo. Y aparte de los dos discos oficiales, circulan al menos tres grabaciones informales de llamativos títulos, directa responsabilidad del público del grupo.


-De nuestras tocatas o de nuestros ensayos o demos la gente empezó a armar discos. Porque no nos decidíamos nunca a hacer un disco. Y la gente misma le empezó a poner nombres a estos compilados: "Es lo que hay", "Guachupé es una banda de mierda", "Jugamos como nunca, perdimos como siempre". Son las mismas canciones pero en otro orden. Fuimos bien reacios a hacer un disco. Siempre pensamos que la fórmula de un disco estaba como muerta.


-Se parece al disco de otro grupo, Keko Yoma, que se llama El más weon de los caminos… el disco. ¿Es la misma idea, los conocen?
-Los cacho a ellos. Nunca los hemos encontrado en tocatas, pero sí nos vimos en el aeropuerto el año pasado, cuando nos fuimos a España. De todos modos grabamos los discos porque nos dimos cuenta de que era el camino que teníamos que hacer.


Fue en junio de 2009 que Guachupé emprendió esa mencionada gira a España, durante un mes por el País Vasco, con actuaciones en ciudades como  Bilbao, Vitoria Gasteiz, Pamplona y San Sebastián. "Pasó también que a nuestras tocatas en Chile iban un montón de vascos a vernos, estudiantes de intercambio, y puede ser por la formación musical que tienen ellos, quizás les recordó mucho a las bandas que ha inventado (el músico vasco Fermín) Muguruza. Tocamos al aire libre y en locales, invitados por organizaciones".


Un muñeco como metáfora


Pero los mismos Guachupé tienen claro que Argentina es la principal referencia externa en la historia del grupo. Ya en 2001 el propio Nelson Alveal refiere haber empezado a trabajar como tour manager de músicos como Dante Spinetta, Attaque 77 y los citados Bersuit Vergarabat y Los Auténticos Decadentes.


-Este verano nos hicimos con mi hermano la gira de Dante Spinetta -dice. Su primer disco fue masterizado en Buenos Aires, con el ingeniero Gustavo Gauvry, del conocido estudio bonaerense Del Cielito Records. Y más directo ha sido el vínculo con músicos invitados en los discos. El más reciente es Alberto Tito Verenzuela, guitarrista de Bersuit Vergarabat, en "La triste melodía", una de las canciones de La triste realidad. Y ése es un vínculo que se remonta a 2006.


-Tuvimos la ocasión de compartir escenario en una fiesta mechona con la Bersuit, cuando no teníamos ni disco, teníamos un puñado de canciones que daban vuelta por Internet. Fue el año anterior a Estamos todos en la trampa. Ellos nos invitaron a un asado y nos pusimos a cantar canciones y el mánager nos ofrece gabar el disco con (el sello trasnacional) Universal Music.


-¿Y ese disco es con Universal entonces?
-Sí, pero Universal Music Argentina -se ríe: en rigor el disco fue publicado por Pirca Records, el sello de Bersuit Vergarabat, y distribuido por Universal Music Argentina-. Ya nos reímos de las cosas que nos pasan.


-¿Y de dónde viene lo Decadente?
-No fue algo que siempre estuviera ahí. Al comienzo del grupo mi hermano era un bajista que tocaba Red Hot Chili Peppers, el vocalista cantaba Los Fabulosos Cadillacs, yo venía de tocar metal y el otro guitarrista venía del grunge. Pero todos podíamos tocar una de los Decadentes. Y lo que fue muy bonito es que con el tiempo terminamos conociéndolos, compartiendo escenario y grabando una canción del primer disco con el tipo de Los Auténticos Decadentes, Jorge Serrano.


Jorge Serrano, conocido como Perro Viejo, es el líder de ese grupo argentino que ha difundido cánticos para las masas como "Loco (tu forma de ser)", "Entrega el marrón", "El murguero", "Vení Raquel", "La guitarra", "Los piratas" o "Cómo me voy a olvidar". Y su voz se escucha en una de las canciones del primer disco de Guachupé, "El nono".


-Es una experiencia, yo te digo -dice Alveal-. Después de grabar salí de esa casa y me fui a comprar una cafiaspirina porque creí que me moría. Para nosotros el loco significa muchas cosas, tiene mucho camino recorrido en el rock argentino y es muy humilde. Yo no conozco a otro compositor cuyas canciones se bailen en todos los matrimonios, las canten las barras de todos los equipos de Latinoamérica. Nos abrió un espacio súper íntimo, nos invitó a su casa, a la casa de sus padres.


La actuación de Guachupé en el festival de Cosquín en el verano de 2008, junto a Chancho en Piedra como el otro grupo chileno asistente, también tiene más de un valor especial en ese sentido.


-Guachupé si bien de alguna manera ha carecido de representación medial, tiene un exceso de emociones. Hace tres años fuimos al Cosquín, pero hace cinco habíamos ido con el vocalista como espectadores y conocimos a un flaco jipi que nos rompió la cabeza, que era como un erudito en música, y al despedirnos ese flaco jipi y nos dejó un poema. Años después supimos que él había muerto, y cuando Jorge Serrano nos preguntó si podía cantar con nosotros, decidimos darle la canción de ese flaco.


-¿Esa canción es "El nono"?
-Claro. Cuando nos íbamos nos dijo "¿saben qué?, estuve toda la tarde escribiendo un poema a ustedes, de lo lindo que vengan y crucen la cordillera y aquí compartamos los rockeros". Y cuando supimos que había muerto le pasamos esa canción y cerramos el círculo.

Una cosa más conectada con la chilenidad sí tiene el grupo. Es el nombre, el mismo del muñeco peludo llamado Guachupé con el que cierto ventrílocuo nacional llamado Agustín Torres, fallecido en 2004, aparecía en la televisión nacional de los años '70.


-¿Esa hinchada que los sigue sabrá quién fue el Guachupé original?
-No, Guachupé para ellos ya tiene un significado propio. Pero en su momento nosotros vimos a ese muñeco y pensamos que eso es la raja de Chile, inventar algo y vender la pescada alrededor de eso. Lo consideramos casi como una metáfora, de un señor que hablaba a través de un muñeco, un outsider. Porque también pensamos que Guachupé tiene que ver con ese hablar a través del otro. En algún momento pensábamos que el grupo era el personaje y nosotros los ventrílocuos. Pero hoy en día te puedo decir que el muñeco somos nosotros, y los que hablan son todos los flacos que pagan la entrada.

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