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Los rusos virtuosos

Otra serie de conciertos deberá moverse de un Teatro Oriente aún en reparaciones al Teatro Nescafé de las Artes, donde el grupo de cámara Russian Virtuosi of Europe demostró por qué pasean ese nombre por el mundo.

31 de Mayo de 2010 | 09:47 |
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La violinista Natalia Lomeiko deslumbró por sus capacidades musicales y por su presencia en el escenario.

Weaver Artists Managment

El Teatro Nescafé de las Artes se ha convertido en el refugio para muchos conjuntos que vieron sus recintos afectados por el terremoto, es así que la Fundación Beethoven trasladó su temporada que se realizaba tradicionalmente en el Teatro Oriente a este cómodo y acogedor teatro que rápidamente se ha ganado, y muy  justamente, un lugar entre los recintos que acogen espectáculos de la mayor calidad.

La “Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas” que completa su versión número 39 se inició con la presentación de Russian Virtuosi of Europe, conjunto fundado en el año 2004 por su director el joven Yuri Zhislin, un estupendo violinista que además toca viola.

El conjunto de cuerdas formado por once músicos rusos, tiene su sede en Londres desde donde han emprendido una importante cantidad de giras como ésta, que abarca el cono sur de América. Como grupo poseen un notable afiatamiento y musicalidad, además de hermoso sonido y notable afinación. Las obras presentadas dan cuenta de su versatilidad sobre los más diversos estilos y épocas sin aspavientos y con el virtuosismo justo.

El bellísimo y profundo “adagio” del "Quinteto para cuerdas en Fa mayor", de Anton Bruckner inició su presentación. En él mostraron un bello y pastoso sonido, con un fraseo de tal claridad que a momentos recordaba las líneas polifónicas de los madrigales renacentistas, todo en una complementariedad perfecta. La interpretación fue desde una fina sutileza hasta las contrastantes progresiones dinámicas y dramáticas siempre de gran expresividad, el final que se disuelve casi en la nada suspendió emotivamente al público que agradeció con efusivos aplausos.

No es fácil redescubrir las obras de Johann Sebastian Bach. En este caso los visitantes entregaron una visión renovada del “Concierto para dos violines cuerdas y contínuo”, obra influenciada fuertemente por la música italiana. Participaron la hermosa violinista Natalia Lomeiko como primer violín y Yuri Zhislin en el segundo.

Destacaremos los diálogos y fraseos entre solistas y el “tutti” en el primer movimiento, de gran musicalidad. El segundo fue una muy grata sorpresa al ser tomada la “siciliana” casi a la danza, pero alada. Destacaremos la enorme musicalidad y bello sonido de la igualmente hermosa Natalia Lomeiko, que complementada estupendamente por Zhislin ofrecieron una entrañable versión, en ella incluso lograron sutiles cambios de “color” en el sonido de sus instrumentos, lo que sin duda que realzó más aún uno de los más hermosos movimientos creados por Bach.

Una extrema y elegante precisión virtuosa destacó en el tercero, en los solos y en el resto de las cuerdas, con arcos en correspondencia entre solos y tutti, en una brillante demostración de musicalidad.

El “adagio cantabile” del "Cuarteto N° 1" de Piotr Ilich Tchaikovsky recibió una interpretación que lo acercó a las “Canciones sin palabras”. Ahí las voces iban con gracia entre cada una de las subfamilias (violines, violas, chelos y contrabajo). De expresiva musicalidad fue la segunda sección en que los violines tienen como sustento el pizzicato de los chelos. La severa belleza de la interpretación cautivó a los asistentes.

En un vuelco estilístico mayor enfrentaron el sustantivo “Divertimento para cuerdas” de Bela Bartók, en el que sorprendieron el juego de contrastes alternándose la fuerza con lo cantabile. Así también llamó la atención lo alerta y comunicación de los integrantes frente a cada cambio de pulso o carácter. En el segundo movimiento enfatizaron lo expresionista, realzando lo tenso y expresivo tanto como las progresiones en una parte signada por el pesimismo.

El casi ostinato rítmico que marca el tercero, les llevó a mostrar un sonido de gran peso a pesar de las exigencias virtuosas que no eluden las alusiones al “primitivismo”, los diálogos fueron siempre de la mayor claridad, y diferenciaron los aspectos tonales y atonales. Los grandes aplausos fueron retribuidos con un exquisito Piazzolla.

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