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Love and its opposite

01 de Junio de 2010 | 12:19 |
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Tan frecuente es aún en radios chilenas recurrir a viejos temas de Everything But The Girl (su estupendo disco Walking wounded se ha convertido en una suerte de emblema para el pop todo servicio), que no hemos tenido espacio para extrañar la preciosa voz de Tracey Thorn. Pero van once años desde la disolución de ese dúo, y su cantante ha llenado el tiempo con ya dos discos solistas. Tanto Out of the woods (2007) como este nuevo Love and its opposite resultan perfectos placebos para quienes quieran renovar su romance con la electrónica tranquila y misteriosa que caracterizó a la pareja de Hull.

La voz es, aquí, igual de sinuosa y límpida, y las bases secuenciadas son el principal recurso de sonido, si bien Thorn se permite jugar también con los arreglos acústicos y un par de bien pensados dúos vocales. El cover para un viejo tema de Lee Hazlewood junto al sueco Jens Lekman ("Come on home to me") asegura, al menos, un breve escalofrío de emoción.

Es éste un disco en extremo amable, acaso más luminoso que los singles que le dieron éxito a su dúo con Ben Watt (su marido y eterno colaborador). A veces hay violines (como al final de "Why does the wind?"), a veces hay palmas ("Hormones"), y también se ofrece una austeridad sonora que bordea el folk (como en "You are a lover"). La sucesión de canciones no alcanza a transmitir un sello autoral definido, pero sí el control de una intérprete involucrada en el modo en el que se levantan sus canciones, y que está dispuesta a, dentro de un marco sencillo, darles variedad y cierta sorpresa.

Love and its opposite permite, además, conocer una faceta hasta ahora desconocida de Thorn, y es su humor oscuro para abordar las relaciones de pareja. Nos enamoramos, nos ilusionamos, nos hacemos daño, nos aburrimos y volvemos, frustrados, a la barra del «bar de los solteros», secuencia ella con lúcida certeza. Entonces se viene la burocracia del desamor: «Los niños que hay que atender / el lío legal / la custodia / y, oh, siempre iguales, / los divorciados / ¿Quién sigue?». Éste es un disco para gente adulta, y no para jovencitos en precalentamiento a una fiesta. Es pop que no esquiva la inescapable rutina madura.

—Marisol García

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