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Audiovisión

En su tres discos previos Gepe ha sido un baluarte en la favorable confrontación entre la raíz folclórica y el pop moderno. Con este cuarto título en su carrera se define otra vez como adelantado compositor. Más que una opción estética, la combinación entre esos dos mundis a esta altura es una necesidad.

04 de Junio de 2010 | 15:09 |
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En Chile, siempre ha existido una brecha entre el folclor y la música popular. Hits radiales -y sociales- como "Todos juntos" o "Lejos del amor" aun hoy son excepciones. En este contexto, el gran aporte de los nuevos cautores -Gepe, Camila Moreno, Diego Peralta, Pedropiedra- ha sido llenar las grietas y vacíos a pura intuición. En lugar de remitirse a una estructura o tradición, en su obra hay mucho de imaginación y riesgo. Aunque alcancen o no buen puerto. Por algo el autor de Audiovisión elude "explicar" su música. O la influencia de Víctor Jara, el pop, el post-rock o la electrónica. Elementos que ciertamente están en su propuesta desde el elogiado 5x5 (2004). Simplemente porque su estilo no viene de un lugar definido, sino que está en desarrollo.
 
Este disco continúa esa línea evolutiva. ¿Cómo podríamos definir si no "Amigos vecinos"?. Una canción que comienza con un dejo de tonada y está acomañada de palmas, pero al rato entra un piano y un coro. O "Alfabeto", que a pesar del arpegio de guitarras que remite al canto nuevo, tiene una excelente percusión nortina y una línea vocal más cercana al dream pop que a la música de raíz. La misma idea que Gepe desarrolla en "Estado de vista" y la excelente "La bajada": ritmo y arreglos folclóricos acompañados de melodías del más fino pop de estilo internacional.
 
Por otro lado, hay en Audiovisión una interesante conexión con cierto pop que se hace en Europa (a diferencia de la tendencia rockera-electrica-fluorescente de Estados Unidos). En concreto: "Salón nacional de tecnología", el single "Por la ventana" o las canciones "Budapest" y "Lienza" (con Javiera Mena) son melodías hermosas y calmadas, pero tocadas con programaciones y finos efectos. Recuerdan fuertemente las producciones de los sellos suecos Labrador y Bonjour (Sambassadeur, Radio Dept, Club 8).

Pero hay más puntos altos: "12 minerales", con un gran trabajo de voces o la hermosa "Vitoria Roma". Son piezas que no sólo confirman a Gepe como un gran compositor que abandonó ciertos vicios en la entonación o la escritura, sino también abren nuevas puertas a la compleja relación entre música de raíz y modernidad, entre folclor y pop, que más que opción es una necesidad.

—JC Ramírez Figueroa

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