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"Estos discos podrían ser un diario de vida"

La cantante, puntal de la Nueva Canción Chilena de los años '60 en adelante y activa hasta hoy, reedita nueve de sus discos y descataloga dos novedades inéditas. Y las dos tienen que ver con su madre, Violeta Parra.

14 de Junio de 2010 | 10:52 |

"Largo camino de canciones" es como define en retrospectiva la cantante y autora Isabel Parra las más de cinco décadas que lleva dedicada a la música, y parte de ese recorrido está listo para ser compartido desde este mes por el público con la flamante reedición de nueve de sus discos, que abarcan su trabajo musical desde comienzos de los años '70 hasta nuestros días.

Las primeras de esas reediciones abarcan sus discos hechos durante el exilio bajo la dictadura, desde Acerca de quien soy y no soy (1979), Tu voluntad más fuerte que el destierro (1983) y Enlaces (1987) hasta el compilado de sus primeras canciones del destierro Como una historia (1999). Y también están los álbumes grabados en Chile tras su regreso: Como dos ríos (1994), Colores (2000), Continuación (2007) y las recientes antologías Ni toda la Tierra entera (2003) y Afectos y compromiso (2009).

-Es lo que soy, lo que he hecho, es mi trabajo. El núcleo de mi vida ha sido cantar, primero con mi madre, después con mi hermano, con mis hijas, con mi nieto y con muchas otras personas que han trabajado conmigo. Me ha tocado una vida que no estaba planificada en el sentido de que he recorrido el mundo casi involuntariamente. Ésta es una consecuencia que viene naturalmente de mi madre, Violeta Parra -reconoce la cantante. Y en torno a Violeta Parra gira además lo nuevo e inédito de esta nueva colección de discos.

El décimo título de la serie se llama Isabel canta a Violeta y es un CD doble con las más diversas fuentes. Contiene cantos de raíz folclórica recogidos por Violeta Parra, composiciones de Isabel junto a su hermano Ángel Parra, letras de Violeta Parra a las que su hija puso música y dos novedades: una es el hallazgo de cinco canciones -"Es imposible", "Vente, niña", "Tirarirará", "La celosa" y "Anoche me resbalé"-, cantadas a dúo por madre e hija en la época del primer dúo de Violeta Parra junto a su hermana Hilda, y otra es "Me beberé tus lágrimas secretas", una canción de Violeta Parra a los que Isabel puso música en 1984 y que grabó ahora junto al músico italiano Roberto Trenca. Sobre todo esto habló la cantante con el periodista Iván Valenzuela al presentar los discos, y éste es su testimonio.

Sobre las grabaciones inéditas con Violeta Parra, encontradas por el coleccionista argentino Daniel Heffes.
-Él es un argentino maravilloso que trabaja en una radio y tiene una colección grande de música de nosotros, de los Parra. Me dijo que tenía unas canciones del dúo de las hermanas Parra, que tuvo mi madre con mi tía Hilda, en la época de las primeras grabaciones de ella. Es re divertido porque ella terminó ese dúo cuando se empezó a convertir en la verdadera Violeta Parra, pero no lo terminó nada, pues. Me llevó a mí para que reemplazara a mi tía. Y de eso yo no me acordaba, pero mi amigo me manda una canción de Hermanas Parra y efectivamente me reconocí cantando a dúo con mi madre. Ella grababa con mi tía Hilda, grababa sola y también me llevaba a mí a grabar. Yo empecé chica, chica, chica, a cantar con mi mamá canciones españolas. Mucho más hica, de cinco años. Pero eso no está en los discos, por suerte -se ríe.

Sobre cómo era el aprendizaje con Violeta Parra.
-No es que yo hubiera querido aprenderme el repertorio. Esto se producía de una manera natural en la casa, porque ahí estaba la escuela, el aprendizaje, mi madre tocando la guitarra y nosotros escuchando. Era improvisado. Ya conocíamos las canciones, los tonos, aprendíamos solos escuchándola. No nos corregía, nos daba unas pequeñas instrucciones pero no había ensayos ni dirección, ahora me doy cuenta de que confiaba mucho en nosotros. Siempre decía que la Chabelita cantaba lindo, ésa era la flor. Yo era espectadora de eso. Yo lo único que hacía era llegar al estudio con mi mamá y cantar.

Sobre su debut como solista a comienzos de los años '60.
-Violeta vivía en Buenos Aires y fuimos con ella (y con Ángel Parra) a Europa, nos invitaron a un festival de la Juventud Comunista. Pero era una invitación mezquina: nos invitaron sin pasaje de vuelta -sonríe-. O sea "vayan y ustedes verán qué hacen". Y nosotros fuimos. Cuando uno es joven hace eso y mucho más. Con mi hermanos decidimos en una breve conversación, en Génova, irnos a París, y la Violeta se quedó sola ahí como tres días. En ese viaje en tren se estaba rompiendo ese cordón, momentáneamente porque en realidad no se rompió nunca, seguimos trabajando siempre con ella. Pero llegamos a París, nos habíamos comprado un bombo en Argentina, fuimos a una audición y nos quedamos cantando solos. Mi hermano cantaba canciones argentinas, yo aprendí a tocar ese bombo a la chilena y formamos ese dúo. Y todo pasó fácil, a los cuatro días estaba mi madre en la puerta de la (boite parisina) Candelaria aplaudiéndonos.

Sobre el dúo de Isabel y Ángel Parra.
-Tuvimos un período de la peña (la Peña de los Parra, escenario fundado por ambos en 1965 en Santiago) muy fructífero, donde hicimos mucha música latinoamericana, y al mismo tiempo agrandamos este repertorio y empezamos con nuestro compromiso político, ideológico, que nace de los cantos revolucionarios de la Violeta, de lo que somos nosotros y de la vida que tenían y que tienen miles de personas en el mundo. Música folclórica, comprometida, que se fue dando en el camino. Ya no éramos los folcloristas. Nosotros nunca hemos sido folcloristas. Folclorista se dice en Chile, pero yo tengo entendido que folclorista es la Violeta (Parra) que va al campo a recopilar música, la Margot Loyola que ha hecho un trabajo maravilloso. Pero es cierto que si uno no conoce sus raíces y no sabe dónde está parado ni a qué lugar permanece no puede desarrollar un trabajo en permanencia, creo.

Sobre su debut como autora a comienzos de los '60.
-No fue un proceso complejo ni conflictivo. Hay algunas canciones, la primeras mías, que son horribles. Ho-rribles, y a la gente le gustan, porque se grabaron, se tocaron en la radio, y yo no las he escondido ni las guardo, pero no las canto de ninguna manera. Pero uno tiene que empezar por algo. Después la carga se arregla en el camino. Sufro mucho haciendo canciones, porque son desgarros, inventados o reales, pero también disfruto mucho. De cierta manera estos discos podrían ser un diario de vida. Pero es un diario de vida donde he incorporado a mi madre, a mis hijas, a mi nieto, y eso es rico. Me considero una autora de textos, no me considero ni poeta ni entendida en ninguna clase de materia, y he sido porfiada y consecuente.

Sobre los primeros años de la Nueva Canción Chilena.
-En la década de los '60 hay un compromiso grande, una guerra en Vietnam, una revolución cubana, los pueblos latioamericanos tratan de abrirse un espacio menos árido que el que vivimos hoy, por ejemplo. Nosotros queríamos cambiar el mundo, jóvenes de esa época, y eso signficaba cantar también esas canciones. Y éramos muchos autores en el planeta. Al mismo tiempo estábamos muy contentos. A pesar del carácter de melancolía y depresión que seguimos teniendo los chilenos, creo que fueron momentos muy límpidos y llenos de gloria, optimismo, diversidad. Había mucha libertad de acción, es una de las carecterísticas de la Nueva Canción Chilena en esa época. No había un control. Por supuesto después nos hemos enterado de que en algunos países comunistas hicieron barbaridades con sus artistas, no es un secreto para nadie. Nosotros vivíamos un período de mucha creatividad y convivencia. Víctor Jara era una luz, un gran amigo, creativo, intentaba diversos caminos en la música y por eso su nombre resuena hoy día y por eso la gente joven lo adora y lo sigue. Tuvimos la suerte de pertenecer a ese pequeño grupo, en la Peña, muy heterogéneo y al mismo tiempo de mucho afecto, convivencia y risa.

Sobre Víctor Jara y la voz de Isabel Parra en la canción "Lo único que tengo" (1972).
-El Víctor siempre me invitaba a sus experimentos. Él era como la Violeta, hacía varias cosas a la vez: trabajaba con los Blops, le enseñaba a cantar a los Quilapayún, iba a las poblaciones, cantaba en la Peña, militábamos en la misma base política, entonces estábamos siempre juntos, y le gustaban mi voz y mi trabajo. Siempre me apoyaba en mis momentos de debilidad o de nervios. Igual que con mi madre me dijo "Quiero que cantes esa canción". Yo fui con él algunas veces a la población (que inspiró el LP La población, de Víctor Jara, donde está incluida "Lo único que tengo") y él estaba muy involucrado. Y cuando escuché la canción me volví loca, porque es de las canciones más lindas que he tenido la suerte de cantar. Además que el Víctor en esa grabación toca la guitarra. Eso surge de la amistad y la convivencia.

-Sobre Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y su visita a Chile en 1972.
-Ése es un período muy rico y contundente en la vida de una mujer chilena que sale a Cuba y conoce a la Nueva Trova Cubana cuando ellos no eran nada de famosos. Yo había escuchado un disco de Silvio (Rodríguez) que me cambió todos los parámetros, no conocía ese tipo de canciones, de contenido, de lenguaje, esas personalidades de los cubanos que son muy fuertes. Yo iba a cada rato a La Habana, y en uno de los viajes escuché "La era está pariendo un corazón" y "Fusil contra fusil". A mí cada veinte años me pasa ese fenómeno de que conozco a una persona y me determina para el futuro, y me pasó con ellos. Me acerqué mucho, los perseguí, los busqué, le hablé a Gladys Marín de la Nueva Trova y por intermedio de ella los invité a Chile. Y esa amistad dura hasta siempre. Ese viaje fue complicado, era el año 1972, como dice Silvio en sus canciones "Santiago de Chile" y "Yo pisaré las calles nuevamente", nosotros andábamos con ellos siempre. Estaban en el (hotel) Gran Palace pero pasaban en la casa de nosotros, ya había mucha tensión, era un momento álgido y dramático, y ellos iban en la noche a la Peña.

Sobre Gustavo Cerati.
-Ése ha sido otro momento tremendo. Llegamos a Buenos Aires después de un exilio de diez años en París, y tú comprenderás que no andábamos de lo más felices por el mundo. Llegamos a Argentina, que venía de una dictadura feroz, y nos instalamos un tiempo. Y de repente descubrí por la tele a un grupo que se llamaba Soda Stereo, con un hombre maravilloso que cantaba, y empecé a seguir la carrera de Cerati. En esas horas difíciles empezamos a quererlo, a admirarlo. Yo no lo conozco personalmente, lo vi cantar hace poco, pero ha determinado para mí muchas cosas, me alimento de esa poesía que no tiene nada que ver con la mía pero sí tiene mucho que ver porque me emociona. Y hemos sufrido por lo que está pasando, como si se tratara de alguien que ha estado siempre con nosotros, y esperamos que se mejore. Lo que más me impacta es que Cerati te hace creer que está en otra galaxia y no es verdad, él va y viene. Y cuando escuchas sus canciones hay una profecía de lo que está pasando, porque él siempre se está despidiendo, no de la vida, sino de momentos duros, pero está renaciendo a otra cosa. Creo que es un artista fundamental en América Latina.

Sobre la canción inédita "Me beberé tus lágrimas secretas", con letra de Violeta Parra y música de Isabel Parra.
-Violeta dejó muchos escritos que no son canciones. Ella lo pone: escritos de Violeta Parra. Y me ha pasado que he revisado esos escritos y les he puesto la música de una manera natural. Y son maravillas de pensamiento y de contenidos y del lenguaje de la Violeta, que es magistral y único, y lo más impresionante es que no me cuesta nada poner esa música. Es un poema largo que guardé esperando su momento,  y ese momento llegó. He trabajado esa canción con Roberto Trenca, y la tecnología nos permitió trabajarla por MP3. Saqué del baúl "Me beberé tus lágrimas secretas" y la volvimos a grabar con otros elementos que puso Roberto.

Sobre la foto de portada de Isabel canta a Violeta.
-Es una foto de la época de la Peña (de los Parra). Lo sé porque ella tiene un poncho y porque reconozco mi suéter. Año '65, '66, diría yo. Yo iba a ver a mi madre a la carpa de La Reina, contrariamente a lo que se ha dicho de que teníamos abandonada a la Violeta Parra en la carpa, cosa que es totalmente falsa, y yo me sentaba en la falda de mi mamá. Vieja como estaba yo, porque ya era vieja en ese momento, y mi mamá me servía té sentada en su falda. Y yo estaba casa y tenía hijas. Ése es un momento de aquella época.

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