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Cerrado por fútbol: Eduardo Galeano detiene su trabajo para ver el Mundial

El escritor uruguayo sigue yendo por los estadios del mundo pidiendo una buena jugada "por el amor de Dios". Sudáfrica 2010 le permitió salir de la literatura por treinta días.

16 de Junio de 2010 | 09:38 | EFE
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Algunos de sus libros son representativas crónicas de la vida del hombre sudamericano común en un contexto futbolizado.

El Mercurio
PARÍS.- Días pasados en el suplemento cultural Babelia del diario español El País, el escritor uruguayo Eduardo Galeano confesó que, cada cuatro años en los primeros de junio, en total acuerdo con su mujer, cuelgan un cartel en la puerta de su casa que reza "Cerrado por fútbol".

De esta manera, el autor de Las venas abiertas de América Latina cambia por completo sus hábitos, y durante todo un mes junto a su compañera se dedica a buscar en la pantalla ahora digital las mejores jugadas de la cita ecuménica del balompié.

Pidiendo misericordia

"¡Una jugadita por el amor de Dios!" clama casi con desesperación este ateo o agnóstico en su libro "El fútbol a sol y sombra" (ed. Siglo XXI, 1995), un compendio de sabrosas anécdotas a través de las cuales prácticamente se puede reconstruir la historia de este deporte desde su albores.

Existe a nivel universal el mito equívoco de que los grandes intelectuales son impermeables al fútbol. Más que un error, se trata de una auténtica falacia engendrada por gente que percibe la realidad en compartimentos estancos.

Un humanista como el francés Albert Camus no podía ser indiferente al embrujo del balón esférico. Practicó el fútbol durante su juventud en Argel y fue un tema que nunca lo abandonó en su actividad intelectual, en la que el Racing Universitaire d’Alger (RUA) es un referente vital.

Inclusive, otros más refractarios al deporte, como el uruguayo Juan Carlos Onetti, "el escritor de las sombras del alma" a decir del propio Galeano, descubrió ya adulto su interés por el fútbol y su condición de hincha del Club Atlético Peñarol, considerado el mejor equipo del siglo XX en América.

Fútbol con Benedetti, Soriano y Fontanarrosa

Un domingo al anochecer montevideano, el autor de El astillero y La vida breve sentía cierto desasosiego sin poder encontrar la razón. Tras un rato de reflexión llegó a la conclusión que su "mal cuerpo" era consecuencia de que aquella tarde el equipo aurinegro había perdido un partido.

No se puede soslayar el cuento "Puntero izquierdo", de su compatriota Mario Benedetti, recientemente fallecido, uno de los mejores textos sobre fútbol de la historia de la literatura. Dos inmensos escritores argentinos que nos abandonaron prematuramente, Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa, dejaron centenares de páginas para la posteridad dedicadas al "deporte rey".

El "Gordo" Soriano, marplatense y fanático de San Lorenzo de Almagro, incluyó en particular un par de cuentos futboleros inolvidables en Memorias del Míster Peregrino Fernández y otros relatos. Por su parte, el humorista rosarino, hincha "canalla" (de Rosario Central), escribió tres libros con pasajes desopilantes, como "Fontanarrosa, de penal", "El fútbol es sagrado", y "Fontanarrosa y el fútbol".

Asimismo, el brasileño Luis Fernando Verissimo heredó todas las cualidades intelectuales de su padre, Erico. El escritor y periodista "gaúcho" no sólo es un fanático del Inter de Porto Alegre sino que ha dedicado innumerables textos (como O Seqüestro do Zagueiro Central) al deporte que aprendió a amar desde las tribunas del estadio Beira-Rio.

En latitudes más septentrionales otros escritores también han dedicado mucho tiempo y cuartillas a su pasión futbolística. Un título a destacar es Un crack mexicano: Alberto Onofre, en el que Agustín Del Moral Tejeda relata la malograda carrera de quien estaba llamado a ocupar un sitial de privilegio en la historia del balompié "Tri".

Sin embargo, como todo, el fútbol ha cambiado. Mientras casi todos las obras citadas hacen referencia a etapas y momentos épicos o románticos del deporte, éste es cada vez menos vistoso y especulativo.

"Nada en esta casa es inocente", advertía a El País Galeano en referencia a los objetos que lo rodean. El fútbol tampoco. Y, él lo plasma muy bien en una frase durante esa corta entrevista: "Ni pálpitos ni cábalas. Cada vez me importa menos qué camiseta tienen los jugadores que me brindan la alegría del juego bien jugado".
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