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Cruz del sur

Ha hecho sus últimos treinta años de carrera con sede en San Francisco, California. Ha grabado con músicos de Grateful Dead y Jefferson Airplane. Pero antes pasó por Villa Grimaldi en Santiago de Chile, y vivió para contarlo. Es Quique Cruz, músico chileno de vocación latinoamericana e instinto de sobreviviente, que en estos días está de regreso aquí para mostrar su música.

22 de Julio de 2010 | 20:54 |

La latitud va a ser otra, pero el mar es el mismo. A Llo-Lleo, ciudad contigua al puerto de San Antonio  en la región de Valparaíso, va a llegar este 7 de agosto el músico Quique Cruz, que ha vivido durante las últimas tres décadas con vista al mismo Océano Pacífico, pero desde San Francisco, en California. Y sin embargo éste va a ser un retorno a su suelo natal, después de muchas millas recorridas.

Quique Cruz, que en realidad se llama Claudio Durán, nació en Chile, donde se inició en la música en su juventud a comienzos de los '70. Partió al exilio en 1980 después de pasar por la Villa Grimaldi, uno de los centros de tortura de la dictadura de Pinochet, donde fue apresado en 1975. Y, sobreviviente, inició en EE.UU. una carrera ligada hasta hoy a la fusión de raíces latinoamericanas, como solista y con su grupo, Quijeremá, activo desde 2002.

En estos días está en Santiago, donde inició su agenda el pasado lunes en el barrio de Bellavista, como invitado del trovador Eduardo Peralta, en otro resultado de sus viajes. "Hace un año él pasó por el Área de la Bahía (la Bay Area, en San Francisco), necesitaba llegar a una tocata a dos horas de la ciudad y no tenía cómo", recuerda Cruz. "Me llamaron, salí en su ayuda, me invitó a subir al escenario y finalmente me dejó ofrecido su espacio si yo venía algún día a Chile".

En esta visita el músico está actuando junto a la instrumentista venezolana María Fernanda Acuña (cuatro y percusión), integrante de Quijeremá que lo acompaña desde EE.UU., y a los músicos chilenos Daniel Delgado (guitarra), integrante del grupo Entrama, Marcelo Osorio (saxos) y Patricio Rojas (bajo). Todos bajo el nombre de Polizonte. Y con ellos presenta el repertorio de sus recientes trabajos: los discos Tinta verde (2002), con música incidental, y Kakri (2010), con canciones para bandola, instrumento tradicional venezolano, y su obra "Villa Grimaldi: arqueología de la memoria en tres cantos", inspirada en su vivencia de prisionero político.

-Me me junté con tres grandes músicos de la escena nacional y quise llamarle Polizonte, porque somos en alguna medida todos polizontes, todos de diferentes naves -explica-. Lo más cototo de todo es colaborar con la nueva generación de músicos; ellos no habían nacido cuando salí de Chile y ahora que vuelvo  reciben mi música con gran cariño y me ayudan a que vuele por estas tierras, en un honor y una bendición inigualable.
 
Callejero con criollo


Kakri - Variations for the venezuelan bandola llanera, es decir "Kakri - variaciones para la bandola llanera venezolana", es el nombre completo del nuevo disco de Quijeremá, a partir de la bandola, instrumento de cuerda de los llanos venezolanos, con cultores como Anselmo López y Saúl Vera, según menciona Cruz. "Son los maestros venezolanos más importantes, que cultivan la bandola en forma folklórica tradicional, como Anselmo López, y con variantes contemporáneas como el maestro Saúl Vera".

-¿Por qué elegiste la bandola, desde cuándo la conoces?
-Hace ya seis años viajé a Venezuela y conocí este bello instrumento. Fue como una magia, lo adquirí y comencé a experimentar. Mi trabajo previo con Alex De Grassi (el guitarrista estadounidense con el que Quique Cruz grabó a dúo el disco de fusión Tatamonk en 2000) fue fundamental, ya que con él aprendí mucho de nuevas afinaciones, que experimenté para la bandola.

-¿La palabra kakri es una onomatopeya?
-El nombre kakri deriva de un término popular venezolano: kallejero con kriollo. Es en alguna medida nuestro quiltro de Chile. Le pusimos Kakri ya que la música no tiene un linaje conocido, puro ni original, sino que se mezcla y resuena desde muchos horizontes: folklórico, jazzístico, clásico, experimental y todos ellos juntos.

-¿De hecho de dónde vienen algunos de esos ritmos? ¿En "Cenizas" hay algo de afroperuano?
-La idea fue ésa: utilizar, como los músicos africanos hacen con su tierra, los ritmos fundamentales que mueven nuestra música continental, y en alguna medida dar las gracias a la gran comunidad de peruanos que viven hoy en Chile y que nos han traído su bella música.

-¿Otra canción, "Jarcha", tiene elementos de flamenco, por ejemplo?
-Sí y no, ya que el tema está basado en un poema del siglo catorce, escrito en mozárabe, que es el crisol del idioma castellano. En términos rítmicos es una tamborera venezolana, pero en términos armónicos emula un cierto "flamenquismo" que acompaña a este texto. Creo que en este tema se puede ver el kakrismo, o kiltrismo, del proyecto.

-¿Cómo surge la canción "Esencia de Violeta"?
-De una conversación que tuve con un gran músico chileno, Claudio Pájaro Araya (integrante de grupos como Huara y Congreso) hace ya algunos años. Él me hablaba de la composición y del trabajo armónico de las anticuecas de Violeta Parra, y desde allí las escuché con otro prisma. Violeta es como una napa de agua cristalina de la cual todos los músicos populares chilenos llegan en algún momento de sus vida a beber. Dejó una esencia fundamental en el contorno estético de nuestra música, es imposible imaginarnos sin ella. Es eso, un resguardo y un cariño por lo que felizmente nos dejó nuestra gran maestra.

-¿Y la canción de cuna "Este niño lindo", qué origen tiene?
-Está basada en un poema que cantaba mi madre a sus nietas y nietos. Me di cuenta de que quizás fue la primera canción que escuché en mi vida. Mi madre no era "buena cantante", improvisaba mucho sobre la métrica y la melodía y casi nunca las cantaba igual. Estoy interesado en lo chiquitito que te hace grande.
 
Villa Grimaldi: arqueología personal


Fue el 14 de octubre de 2006 cuando Quique Cruz estrenó su trabajo de largo aliento "Villa Grimaldi: arqueología de la memoria en tres cantos", con una presentación en ese mismo sitio, hoy transformado en el Parque por la Paz Villa Grimaldi, y con la entonces Presidenta Bachelet y su madre, Ángela Jeria, entre el público: dos mujeres con las que él comparte la experiencia de haber sido prisionero en ese lugar.

La obra dio origen a un documental de igual título (2008) codirigido con la realizadora estadounidense Marilyn Mulford, y un correspondiente disco aún está inédito. La película ha sido programada en festivales, en 2009 fue emitida por la TV pública en EE.UU. y en febrero de 2010 fue presentada en el Pacific Film Archive de la Universidad de Berkeley, con una muestra del artista colombiano Fernado Botero: un documental sobre la tortura en Chile y una exposición en torno a la tortura estadounidense en Irak.

-Aquello fue muy importante. La exhibición de Botero causó un gran revuelo en San Francisco: imagínate a un pintor casi pastoral que denuncia las atrocidades de la tortura norteamericana en Irak. Fue un honor haber estado junto a él hablando de temas tan complicados como la permanencia de la tortura en occidente. Y fue lindo volver a Berkeley, en la escuela que hice mi licenciatura en historia, y aportar a la comunidad con mi trabajo.

-¿Qué importancia tiene que la película haya pasado por la TV pública en ese país?
-Fue el mejor momento de mi trabajo en muchos años, ya que la televisión pública de Estados Unidos llega a millones de telespectadores y tu trabajo se multiplica de manera gigantesca. Soy muy afortunado como artista, pero creo que por la densidad del trabajo éste se lo merecía.

-¿Va a ser posible mostrar el documental en Chile?
-Sí, hay planes y estoy en este viaje en conversaciones para que esto se concrete.


Si tú vas a San Francisco: las conexiones de Quique Cruz


Antes de esa empresa de largo aliento ya era diversa la discografía de Quique Cruz: como solista grabó Amistades (2000), a dúo con el mencionado Alex De Grassi hizo Tatamonk (2000), y con Quijeremá ha editado Quijeremá (2002), Tinta verde / Green ink (2004), Kakri (2010), en espera del venidero Villa Grimaldi: archeology of memory in three cantos.

Y también ha sido prolífico en colaboraciones. Ha grabado con William Ackerman (1986), fundador de sello de música new age Windham Hill (1986), con Jerry García (1988), iniciador de la banda californiana Grateful Dead, con los cantantes y activistas Jackson Browne (1985) y Holly Near (2000) y con el rockero Kenny Loggins (1992), entre otras figuras.

-¿De qué se trata ese disco en que apareces con Jerry García?
-Pete Sears (músico inglés de rock, fundador del grupo The Jefferson Airplane y luego Jefferson Starship) estaba haciendo un disco cuya temática central era el intervencionismo norteamericano en Centroamérica (Watchfire, de 1988) y acepté encantado. Lo lindo es que también estaba en el proyecto Jerry García, un guitarrista icnográfico, fundador de Grateful Dead. Eso me llevó colaborar luego con el percusionista del grupo, Mickey Hart. Fue un gran viaje musical que duró como diez años.

El trabajo con el cantante de rock y folk Jackson Browne fue más definitorio, recuerda Cruz. "Él es un gran conocedor de la música y la poesía latinoamericana. Me invitó a grabar y a tocar en Hollywood y a nivel nacional. Fue como un fuego todo aquello. Hasta ese momento yo había viajado por EE.UU., Canadá y Europa con una agrupación de canto nuevo llamada Grupo Raíz. Teníamos un público y  un trabajo, pero nada comparado con lo de Jackson, que para esa fecha había ya vendido más de doce millones de discos. Con él grabé un disco (Lives in the balance, de 1985) nominado dentro de los diez mejores de la década por la revista 'Rolling Stone'. Fue una gran suerte, trabajar con él, viajar, aprender rock y blues".

Hay un nexo más producto del vínculo de Quique Cruz con Jackson Browne. El músico estadounidense fue uno de los muchos invitados internacionales al recordado festival "Desde Chile, un abrazo a la esperanza", organizado por Amnistía Internacional en septiembre de 1990 en el Estadio Nacional. Y ése fue el primer regreso del músico chileno nacido en Llo-Lleo a su país.

-Este evento me encuadró a la escena nacional. Tocaron Congreso, el Inti (Illimani) y otros músicos chilenos. A partir de todo aquello mis relaciones con los músicos cambiaron, en el sentido de que aparecí en Chile después de mi gran ausencia. Yo había salido al exilio joven, no conocí a muchos músicos, mi carrera la hice en EE.UU. En los festivales internacionales me había tocado con alguno pero todo era muy efímero. Volver de esa manera fue muy beneficioso para mi oficio. Por eso cuando he viajado a Chile, ya conectado, he tenido el honor de colaborar en diferentes proyectos.

Gente como el cantautor Rafael Manríquez y los grupos Santiago del Nuevo Extremo y Viento Celta son algunos de esos músicos locales que han grabado con Quique Cruz desde entonces. "Y para mi próximo disco, que ya viene en camino, se hizo al revés: el grupo Congreso pasó por San Francisco, y Pancho Sazo y Tilo González (cantante y baterista de ese grupo) terminaron tocando en mi trabajo. Ésa ha sido la gracia de todo esto, tener conversaciones musicales con gente de mi generación y reconectarme con este mundo que me formó, del cual me he nutrido y por el que siento un apego primal".