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Symphonicities

23 de Julio de 2010 | 21:18 |
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Ni para el pop en general ni para Sting en particular es novedoso el esfuerzo intergéneros que se levanta en Symphonicities. Confiar los viejos éxitos de The Police y del Sting-solista a arreglos sinfónicos es algo que de todos modos habría hecho alguien más si no se adelanta el propio autor, y Sting —quien ya contaba con un disco de laúd bajo el sello Deutsche Grammophon y había narrado una versión del Pedrito y el lobo, de Prokofiev— está en su pleno derecho de encargarle a la Royal Philharmonic Concert Orchestra la relectura de canciones que, a estas alturas, ya han tenido traducciones (no siempre felices) a la bossanova, el trance y el hip-hop.

Considerando que la fuerza de The Police estuvo siempre anclada en su vital austeridad de trío, sorprende la transformación que experimentan canciones como "Every little thing she does is magic" o "Roxanne" entre arpas, cornos y coros. Sting acompaña ese maquillaje con un canto también reformulado, mucho más contenido y sombrío, sin dar alaridos ni alargar vocales. Es una curiosidad bien interpretada y entretenida pero, muchas veces, inverosímil: ¿tiene sentido cantarle a una prostituta bajo un neón rojo entre pizzicati de violines? ¿Puede transmitir pasión el relato erótico de dos nuevos amantes ("I burn for you") junto a una percusión reducida a su mínima expresión? ¿Para qué forzar un aceleramiento impostado en un tema ("Next to you") cuya fuerza original estaba dada por la electricidad rockera? Haber mantenido la síncopa jazz que caracteriza a "Englishman in New York" y la languidez romántica de "When we dance" son opciones más sabias, que enriquecen las versiones ya conocidas, pero son sólo dos casos.

Symphonicities —y hay que concederle a Sting el ingenio del título— se comprende mejor en su concepto primigenio: el de una experiencia en vivo que mostraría este semestre al músico ante su audiencia en un formato novedoso y desafiante por sesenta teatros de Europa y Estados Unidos (el "Symphonicity tour" seguirá en marcha hasta septiembre). Quizás editar un registro de esos conciertos (tal como lo hizo Gustavo Cerati con el disco en vivo Episodios sinfónicos) se hubiese ajustado mejor al espíritu de este proyecto. Es la frescura de una cita única lo que falta en este disco impecable mas no siempre vibrante.

—Marisol García