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Adrian Belew vino a demostrar cómo suena un poderoso trío de rock

El guitarrista estadounidense y su grupo sacudieron el Teatro Nescafé de las Artes en Santiago con un concierto tan preciso como demoledor.

06 de Agosto de 2010 | 23:54 | David Ponce, Emol
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Power: el guitarrista estadounidense, aquí en una imagen de archivo, debutó en Chile con su Adrian Belew Power Trio, anoche en el Teatro Nescafé de las Artes de la capital.

sitio oficial de Adrian Belew.

SANTIAGO.- Si un buen concierto consiste en que los músicos toquen bien, debe haber una categoría más importante para conciertos donde tocar bien sea apenas la base para algo todavía mejor: para cuestionar, revolucionar y replantear ideas musicales. Un concierto como el que el Adrian Belew Power Trio acaba de dar en Santiago es así. Con una presentación tan poderosa como refrescante sobre el escenario del Teatro Nescafé de las Artes, el guitarrista estadounidense, integrante de una banda capital en la historia del rock como King Crimson, tuvo la capacidad de remover nociones que ya se han vuelto anquilosadas de esa misma historia, como el significado del adjetivo "progresivo", la relación entre destreza y tecnología aplicadas a la música o esa misma categoría de "power trío", para empezar.


No por tocar fuerte o algo así cualquier trío de guitarra, bajo y batería se puede llamar de ese modo, o al menos no después de ver en acción a Adrian Belew en guitarra y a los jóvenes a Julie Slick en bajo y Marco Minneman en batería. Este grupo demostró qué sentido tiene la idea de un trío poderoso para tocar rock, con el poder de sonar avasallador pero sutil, demoledor pero minucioso al mismo tiempo. La canción escogida para empezar, "Writing on the wall", pertenece al más nuevo disco de Belew, llamado e (2009), y fue casi un índice de cómo sería la noche, con un despliegue de todas las capacidades del grupo: cambios de compás y de sonoridad entre rockera y funk, partes instrumentales y cantadas, y todo a cargo de un baterista matemático y creativo, una bajista flexible y poderosa y un guitarrista sin límites para explorar las posibilidades de su instrumento. Y la noche nunca iba a bajar de intensidad a partir de ahí.


A la altura de la tercera canción llegó el componente que faltaba: el delirio de un teatro lleno no sólo de público sino también de apasionamiento, cuando el grupo tocó "Dinosaur", canción del disco Thrak (1995), de King Crimson. El mismo efecto tendrían al cierre las nuevas versiones para "Three of a perfect pair" y "Thela hun ginjeet", canciones de esa misma banda grabadas en 1984 y 1981, que el público coreó ya abalanzado sobre el borde del escenario y que sonaron recreadas con el sonido más elemental de un trío. En medio el guitarrista se valió de canciones de la más diversa data en su trayectoria para ejercitar esa prerrogativa que caracteriza a tan pocos músicos como él: la libertad para pasar desde una canción de rock a un tema instrumental exigente, o desde la destreza propia y de sus músicos a la naturalidad con que incorpora su pedalera de efectos o la complicidad electrónica de los loops a ese mismo sonido. Belew vino a mostrar la libertad para saltarse en la misma noche –y en la misma carrera de más de treinta años– todos los supuestos límites de la música rock y recuperar lo sorprendente que hay en ella.

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