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Estreno de "Electra" se lleva los aplausos en Festival de Salzburgo

La orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Daniele Gatti deslumbró anoche en el Grossen Festspielhaus con la grandiosa ópera de Richard Strauss.

09 de Agosto de 2010 | 15:14 | DPA
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Bajo la batuta de Daniele Gatti, la Filarmónica de Viena llevó a la ''Electra'' de Strauss a un altísimo vuelo.

Sitio oficial
SALZBURGO.- Se podía imaginar durante toda la ópera: detrás del pesado portón de hierro que cierra el acceso al patio interior del palacio se encuentra la recámara. Cerca del final, se abre el portón y se ve colgando cabeza abajo, sujeta a un gancho de carnicero, a Clitemnestra, asesinada.

¿Es un animal carneado o un animal sacrificado? El director Nikolaus Lehnhoff deja la pregunta abierta. La puesta en escena de "Electra", de Richard Strauss, es el último gran estreno de ópera en los Festivales de Salzburgo de 2010.

Durante su estreno anoche en el teatro Grossen Festspielhaus, hubo una gran ovación tras los últimos acordes bajo la batuta del director Daniele Gatti. La Filarmónica de Viena hizo sonar a un Strauss que no podía ser más vienés. La "Electra" de Gatti estuvo más cerca de las óperas tardías de Strauss que de la expresiva "Salomé".

Contra viento y abucheo

Es discutible si Gatti -el único que a la vez tuvo que soportar uno que otro abucheo- no podría haber intercaldado, en todo ese charme melodramático, algún que otro tono intermedio más duro.

Sin embargo, sólo la Filarmónica de Viena sabe interpretar tan suave y encantadoramente a Strauss, también a un nivel altamente dinámico. Por momentos, suenan comprometidos de más, pero sólo porque Gatti busca exactamente ese tono en ellos.

La sueca Iréne Theorin debutó en el papel principal, la Electra llena de venganza autodestructiva y odio hacia su madre. Aunque los espectadores la aplaudieron, libró su propia batalla con el canto. Cuando se le pedía dramatismo, la sueca cumplía con creces. Pero en la lírica, le costaba por momentos sostener la voz. Esto poco tuvo que ver con el volumen de la orquesta o con el traje gris ratón de Electra, maquillada como zombie. Falta carisma vocal y comprensión del texto.

La hora de las voces y la actuación

Esto llama la atención doblemente porque los otros intérpretes fueron especialmente buenos. Waltraud Meier es una Clitemnestra sin los rasgos de una canalla. Uno le cree cada una de las palabras que canta. En tanto, la soprano holandesa Eva-Maria Westbroek impone como Crisótemis: está a favor de liberarse de las viejas cargas y de olvidar, quiere tener hijos y vivir con alguien, en oposición de su hermana Electra, que quiere desentrañar el pasado.

René Pape como Orestes impone con su voz. Egisto aparece como un dandy. Cuando subió la luz durante el aplauso final, se pudo ver que tenía un bigote a lo Hitler. También Clitemnestra y sus dos acompañantes recordaban en sus trajes a los tiempos del nazismo. Qué quiso decir exactamente Nikolaus Lehnhoff con eso quedó abierto.

Raimund Bauer creó muros como torcidos por el viento sobre el escenario, interrumpido por varias aperturas de ventanas y puertas. Sólo Electra no logra salir de allí. Está de pie frente a una pesada puerta de hierro, similar a la de un búnker. Detrás de ella se encuentra el peso de la historia.

La construcción de Electra es interesante: cuando aparece Orestes, no se arroja en los brazos de su hermano al reconocerlo, sino que se queda pegada al muro, irritada. Hacia el final, canta que "no puede elevarse", cuando debería bailar. Allí, Lehnhoff leyó el texto con exactitud y lo tradujo: de hecho, Electra ya sólo se mueve a través del escenario con dificultad. Tampoco va a dar ya ningún paso de baile: en lugar de ello aparecen fantasmas con alas de plumas. ¨Son demonios que parten después de haber vengado el asesinato de Agamenón? ¨O se posarán, como en una maldición, sobre el Palacio de Tebas? Esto también debe ser dilucidado por los espectadores.
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