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Grandiosa muestra arquitectónica colonial se abre en Corea del Sur

La puerta de Gwanghwamun tardó cuatro años en ser restaurada. Será el símbolo del intento surcoreano de ajustar cuentas con su pasado.

14 de Agosto de 2010 | 12:43 | EFE
SEÚL.- La monumental puerta de Gwanghwamun, en Seúl, se reabre al público este domingo ligeramente desplazada del lugar donde la colocó Japón, que ocupó el país hasta 1945, como símbolo del intento surcoreano de ajustar cuentas con su pasado a través de la arquitectura.

Tras una restauración de cuatro años, la renovada puerta, entrada principal al Palacio de Gyeongbok, se inaugura coincidiendo con el 65 aniversario del fin de la ocupación japonesa de la Península Coreana (1910-1945).

La ubicación es otra

Y, como si de una revancha histórica se tratara, Gwanghwamun se levanta ahora una decena de metros más allá y con un giro de 3,75 grados respecto al lugar donde los japoneses la colocaron en 1927.

Para muchos, al mover este enorme monumento de piedra y madera, construido originalmente en 1395 y situado hoy cerca de la Casa Presidencial, Corea del Sur ha querido borrar la impronta que los oscuros años de ocupación nipona dejaron en la arquitectura popular.

Gwanghwamun, testigo de las tumultuosas relaciones entre coreanos y japoneses, ha sido reconstruida varias veces, la primera tras ser destruida por el Ejército nipón en el siglo XVI.

La cuarta y más reciente renovación comenzó en 2006, después de que el totalitario presidente surcoreano Park Chung-hee levantase una réplica de cemento en 1968 para reemplazar a las ruinas a las que quedó reducido el monumento tras la Guerra de Corea (1950-53).

Anteriormente, en 1927, la puerta había sido cambiada de lugar por la administración japonesa para que dejase espacio al gran Palacio de Gobierno nipón, una de las principales muestras de la arquitectura de Japón en tierras surcoreanas que fue, no obstante, demolido totalmente en 1996.

El desmantelamiento de aquel gigantesco edificio fue acogido con muestras de fervor nacionalista en Corea del Sur, que quería eliminar las huellas de más de tres décadas de sometimiento al poder imperial japonés.

En un movimiento similar al de entonces, Seúl está remodelando ahora su emblemático edificio del Ayuntamiento, construido también en la época de la ocupación. Muchos consideran sin embargo que estas obras, que han supuesto la demolición de casi toda la estructura a excepción de la fachada, son una excusa para borrarlo del paisaje urbano.

La Administración de Herencia Cultural de Corea del Sur, una institución pública, se opone a que desaparezca este simbólico edificio, levantado en 1926, mientras la opinión pública se encuentra dividida sobre la posible desaparición de uno de los símbolos de la represión japonesa.

El propio Ayuntamiento de Seúl argumenta que el edificio no cumple las normativas de seguridad y puede suponer un peligro, mientras algunos expertos aseguran que Japón no puso mucho empeño en las construcciones que levantó en su entonces colonia.

En Seúl perviven varios edificios históricos del período de ocupación, como la estación de ferrocarril, la sede del Banco Central de Corea o el edificio que acogió la Asamblea Nacional de Corea del Sur hasta 1975, aunque muchos otros han sucumbido al rápido desarrollo urbanístico del país asiático.

En las más de tres décadas de ocupación, Japón se llevó además numerosas piezas de gran valor cultural para Corea del Sur y destruyó o menospreció muchos palacios, uno de los cuales incluso llegó a albergar un zoo.

La arquitectura es sólo un ejemplo de los asuntos pendientes en las relaciones entre Corea del Sur y Japón, que aún mantienen disputas sobre patrimonio histórico, reclamaciones por los abusos cometidos durante la época imperial y tensiones territoriales.

La inauguración de Gwanghwamun tiene lugar en un año especialmente significativo para las relaciones entre ambos países, después de que esta misma semana el primer ministro nipón, Naoto Kan, pidiese disculpas por el sufrimiento causado durante la ocupación y por privar al pueblo coreano de su nación y cultura.

El presidente surcoreano, Lee Myung-bak, acogió positivamente aunque con cautela esta declaración, que para algunos consolida una nueva etapa en la que los dos países han aumentado sus intercambios y han comenzado a cimentar nuevas relaciones.
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