Uno de los pocos rasgos en común entre los variados músicos que aparecen en las páginas de los libros del cantor y escritor santiaguino Nano Acevedo es un criterio de edad. Podrán ser dúos de música folclórica, cantantes de orquestas bailables, integrantes de conjuntos de huasos, tríos de boleros melódicos, grupos de música tropical, organizadores de programas radiales y peñas incluso, pero son todos nacidos antes de los años '60, según observa el propio autor.
-En mi tres libros tomo desde personajes nacidos en 1885 hasta el '59 -puntualiza Acevedo, que en rigor tiene bastante más que tres libros, pero con el más reciente sí está completando una trilogía de memorias personales sobre música popular chilena. Ese libro se llama "Contra el olvido", fue lanzado hace una semana y, fiel a esa línea editorial válida hasta el '59, es un registro de perfiles y crónicas sobre diversos protagonistas musicales de la historia chilena iniciados durante el siglo pasado.
Acevedo escribe por experiencia propia. Nacido él mismo en 1946, inauguró su carrera de cantor en el céntrico barrio de San Diego, merodeando desde niño el Teatro Caupolicán. Desde entonces ha conocido la bohemia santiaguina tanto como las peñas donde germinó la Nueva Canción Chilena desde los años '60, o tomó parte del movimiento de oposición a la dictadura conocido como el Canto Nuevo así como en diversos festivales de la canción desde los '70, o cultivó la raíz folclórica de una canción como "El rin del amor" grabada por el conjunto Chamal en paralelo a una composición festivalera como "Oda a mi guitarra" con la que ganó la versión chilena del festival OTI en 1977 en la voz de la cantante Capri.
En paralelo a la veintena de discos que ha grabado a contar de 1980, el cantante también ha desarrollado una bibliografía compuesta por ediciones de poesía, narrativa y crónica, que incluye títulos como "Manuscritos clandestinos" (1987, poesía), "Chile no se rinde caramba!!!" (1990, crónicas), "Zuleta Bar y otros cuentos de asesinos, amantes y soldados" (1995, cuentos), "Los ojos de la memoria. 30 años de música popular y folklórica en Chile" (1999, memorias), "Folkloristas chilenos. Retratos verídicos 1900-1950" (2004, perfiles biográficos), "Cuentos para niños sobre las aves de Chile" (2006, cuentos para niños), "Actas del sobreviviente" (2008, cuentos, poesía y crónica) y el citado "Contra el olvido" (2010).
-¿Este libro nuevo tiene que ver con los testimonios de "Los ojos de la memoria", "Folkloristas chilenos" y "Actas del sobreviviente"?
-Existe una continuidad sin lugar a dudas. No tomo a "Actas del sobreviviente", porque ahí también hay narraciones y poemas, pero con este libro quiero coronar una trilogía sobre el tema de la música después de "Los ojos de la memoria" y "Folkloristas chilenos".
Con guitarra eléctrica el Perla
En más de 190 páginas, el volumen está divido en una primera parte con artículos y crónicas sobre asuntos como la cueca o el Canto Nuevo y una segunda dedicada a reseñas biográficas de músicos.
-Como dice (el poeta) Jorge Montealegre, cualquier persona que se muere yo parto a hacer el obituario -sonríe Acevedo-. Pero a medida que uno escribe sobre estos temas se da cuenta de que no termina nunca. Son tantas las cosas importantes que han sucedido en el canto de raíz folclórica en los últimos cincuenta años que cada vez que abres una puerta aparecen dos o cuatro más, y me doy cuenta de mis limitaciones. Soy un maestro chasquilla del Renacimiento, lo único rescatable es mi entusiasmo.
De todos modos el autor destaca algunas historias desconocidas en la música chilena de la época.
-Poco y nada había sobre Los Perlas, por ejemplo, y escribí ocho o diez páginas de ellos -dice, a propósito de popular dúo cómico musical chileno que grabó canciones como la cueca "El guatón Loyola"-. Es interesante que a mediados del siglo pasado Los Perlas ya usaban guitarra eléctrica para tocar el folclor. Se pensó que fue en los '70 cuando se empezaron a ocupar estos instrumentos, pero ellos los tocaban de antes. Hay varias cosas que se desmitifican.
Acevedo también perfila a artistas como el Dúo Rey-Silva, el cantante de la Orquesta Huambaly, Humberto Lozán, el baterista de jazz Carlos Figueroa o el grupo de Los Hermanos Arriagada. "Fueron un trío melódico que triunfó en México con un estilo más que particular, en canciones como 'Poema', 'Sigamos pecando', 'Bravo' y 'Natalie' (el éxito del cantante francés Gilbert Bécaud)".
Del mismo modo conviven en estas páginas el emblemático hombre de radio René Largo Farías, gestor de la peña folclórica Chile Ríe y Canta, donde cantó en sus inicios el propio Acevedo, y una de las primeras voces históricas de Los Huasos Quincheros, Jorge Montaldo. "Preciosa voz", comenta el autor sobre Montaldo. "Y me atreví a poner en la portada unidos por la música a Raúl de Ramón (del conjunto Los De Ramón), que lo adoro, junto a Víctor Jara y Gabriela Pizarro".
También aparecen el grupo folclórico Las Consentidas, el folclorista curicano Adrián Siegfriedo González, más conocido como el Chirigua; cultores de Chiloé como Rosario Hueicha, el profesor Héctor Leiva, de Quellón; José Daniel Bahamonde, más conocido en la zona como Coché Molina, y José Purísimo Concepción Bahamonde, también llamado Canahue. O el payador pichilemino Juan Baustista Becerra Vargas, conocido a escala regional como Ponciano Meléndez gracias a una recordada emisión radial. Y los nombres sonoros no acaban ahí, sumado el del santiaguino Gumercido Dinamarca, del muy urbano grupo bailable Rumba 8.
-El gallo que fundó la Rumba 8 era de los pelusitas de la calle San Diego, y nos conocimos hace cincuenta años, porque cuando niños jugábamos ahí -se acuerda Nano Acevedo, que es del mismo barrio-. No tengo estudios como para haber hecho este libro de otra manera. Esto es lo que sé.