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Confesiones de un cancionista solitario (y feliz)

Instrucciones para desarmar el silencio es el sugerente título de un disco con una historia potente detrás: documenta el triunfo sobre la depresión, una educación musical a base de canto nuevo y los vecinos que reclamaron porque su autor tocaba muy fuerte en el subterráneo del edificio.

25 de Agosto de 2010 | 12:52 |

El debut solista de Cristian Valdivia (38) fue un disco muy triste llamado La niebla de Pekín (2009). Canciones como "Jugar" o "No me dejen" eran puro abandono y fragilidad, con arpegios, arreglos y melodías cercanas al dream pop. Su nueva producción Instrucciones para desarmar el silencio (2010, Bitlove) es en cambio, pura calma y optimismo. Ambos álbumes complementarían -y documentarían- un proceso emocional que no teme reconocer.

El autor, después de titularse, trabajó apenas un año como publicista hasta que sintió que "estaba puro perdiendo mi tiempo" y entró a estudiar Composición y Arreglos en la Escuela Moderna. Se tituló y desde entonces ha trabajado haciendo clases de música en colegios o Balmaceda 1215. "Eso hasta hace tres años, en que mi vida se pego un vuelco más o menos grande", confiesa.

En ese momento ya había grabado con el grupo Fataumata sus discos El último pez (2002) y 33 palabras (2006), además de Salvamialma (2004), debut solista de Jeannette Pualuan (de Mamma Soul) y Concepto María Dolores (2008) junto a la también Mamma Soul,  Michéle Espinoza.

Y explica: "Tuve una depresión de aquellas. Me interné en una clínica. Y lo que comenzó como un proceso de sanación de sueño, remedios y visitas al siquiatra, terminó con un cambio tan profundo que puedo decir que hoy soy otro tipo. Alguien muy distinto al de hace tres años atrás. Y entre los cambios radicales, uno fue el dedicarme casi exclusivamente a componer y a producir. Es lo que me hace feliz... Y pobre".

Actualmente está trabajando como editor de Bitlove.cl, página del sello donde pertenece. "Bitlove es un proyecto re importante para mí. Estamos orgullosos de que en menos de un año ya tengamos editados tres discos y otros cuatro a punto de lanzarse". También está produciendo el tercer disco de Paula Herrera (alias Amarantha) que saldría tentativamente a fines de año.

-Instrucciones... lo grabaste en el subterráneo de tu edificio. ¿Conectaste todo ahí y tocaste sin avisarle a nadie?
-Producto de un cambio de casa llegué a un depto que tiene una gran bodega. Me pareció un excelente lugar para instalar mi pequeño estudio casero. Puse un par de alfombras, una estufa y fue ahí donde compuse y grabé la totalidad de La niebla de Pekín también. Casi sin pausa comencé a trabajar en Instrucciones… y fue como a los dos meses de estar en eso que a un vecino se le metió entre ceja y ceja que mi “ruido” le molestaba.

-¡Pero si el disco es muy tranquilo!
-Yo la verdad no sé que tanto ruido puede hacer uno grabando un disco tan acústico como éste. La cuestión fue que el caballero hinchó tanto que tuve que abandonar el lugar y mover los equipos a una pieza del depto. Creo que en algún punto eso ayudo a darle otro aire a estas canciones. La diferencia entre luz artificial y natural creo que influye en el estado de ánimo al momento de componer o producir.

-¿En qué sentido se da eso?
-Aquí arriba veo la cordillera. Me frío de calor en el verano. Acá se puede ver cómo llueve y también tengo noción sobre el paso de las horas. Creo que de alguna forma se fue filtrando en lo que hice y me permitió crear algo más luminoso y más conectado con otros. Si bien el primer disco me gusta mucho, creo que es un disco "de mí para mí", mientras esté es un disco para un “tú”…  las canciones le hablan a otro, directamente.

-Suena orgullosamente acústico. ¿Se te da de forma natural? ¿O tienes pensado reversionarlas en clave eléctrica más adelante?
-Creo que Instrucciones… responde a las ganas de hacer algo simple, directo, al hueso. Donde la guitarra y la voz fueran elementos centrales. Y todo el resto, ruiditos o pequeños loops, funcionaran como un ropita muy ténue. Algo así como un barniz. No creo que vaya a reversionar nada. Para mí los discos y sus canciones son lo que son, con sus fallas y todo, dan cuenta de un momento preciso en la vida, como una foto.

-Aparecen ciertas influencias de fusión latinoamericana. Hay preocupación por el sonido limpio, los tempos, la voz y el no-apurar-el-estribillo que me parece notable...
-Claramente el “impulso” latinoamericano es parte de mi historia. La forma canción en que, como bien dices tú, los estribillos funcionan más como una parte B en lugar de ser la típica formula pegajosa-recordable. El sonido limpio también es parte de una característica de mi personalidad. Soy terriblemente maniático con el orden y el lugar que las cosas deben ocupar. Fui bien cuidadoso al grabar, sobre todo la voz. Hice hartas versiones hasta que conseguí que la interpretación quedara limpia, sincera y cercana. Fue importante Juan Pablo Quezada (el productor Prahba), quien mezcló el disco. Entendió de inmediato que la idea era “menos es más” y supo poner cada elemento en el lugar adecuado.

-¿Qué discos, canciones o "experiencias" propiciaron que te convirtieras en músico?
-Lo primero que recuerdo son discos de vinilo. Tres en particular que mi padre me regaló como a los cinco o seis años: Pedrito y el Lobo, La noche de las narices frías y Dumbo. Esas bandas sonoras siguen sonando aún en la cabeza. Las voces de los personajes, ciertas instrumentaciones, todo. Después, como a los diez años, llegó a mí un caset pirateado del Silvio Rodríguez (Mujeres, 1979) y me dio vuelta la cabeza. Las guitarras, la letra en español y esa melancolía tan de Silvio me engancharon de inmediato y en pocos meses tuve mi primera guitarra. Mi papá chocho también enganchó con Silvio y me comenzó a traer a casa cancioneros de "La Bicicleta". Ahí aprendí los primeros acordes. Luego vinieron hartos casetes del sello Alerce: todo el Canto Nuevo, la Isabel Parra, Santiago del Nuevo Extremo, Schwenke & Nilo, Eduardo Gatti. Mi banda sonora fue bien “charango lila” hasta como los 16 o 17 años.

El ataque de los compositores wi-fi

-¿Te sientes parte de una generación que graba sus discos como quiere en su casa (Javier Barría, Diego Peralta)?
-En parte sí. Creo hay en este momento hay cientos y cientos de personas sacándole el jugo a la independencia que la tecnología les entrega. Grabar en la casa, grabar a tu ritmo, te permite ir más lento, descubriendo y equivocándote sin presiones, probando, capturando ciertos momentos de intimidad que son difíciles de obtener en un estudio. Fundamentalmente por la presión del tiempo y las lucas que implica grabar ahí.

-Los Tres acaban de grabar un disco "como en los '90": con alto presupuesto y en Nueva York. Los Bunkers anuncian disco de covers de Silvio Rodríguez. ¿Podríamos hablar de una brecha entre el viejo rock nacional con el nuevo que es mucho más creativo y maneja mejor los recursos para hacer discos y canciones?
-Yo creo que la falta de recursos es claramente un factor que define la forma de componer y producir. Si tienes menos debes sacarle el mayor partido posible a lo que hay. Es fácil tapar una mala canción con un kilo y medio de pistas e instrumentos, doblajes y sobre producción. En ese sentido, la generación del “hágalo en casa” debe estrujar al máximo los recursos con los que cuenta, porque no hay más. Ahora y en relación a las composiciones, creo que el gran valor de las nuevas generaciones es su capacidad de hacer, hacer y hacer, sin detenerse. Ni yo, ni Barría, ni Peralta tenemos que irnos de gira nueve meses a bicicletear las canciones que ya hicimos hace un año y en ese sentido hay más tiempo para desarrollar los “procesos” en cada disco.

-Es cierto eso de bicicletear...
-Creo que durante mucho tiempo el mercado, los grandes sellos, el marketing, le agregó un elemento al oficio del “creador” que es muy tóxico. Haces canciones, haces un disco y debes promocionarlo. En ese viejo contexto debías luchar contra las expectativas. Si no las cumples se va todo a la mierda y no hay plata para próximo disco. Eso termina desviando tu atención de lo que yo al menos creo es lo realmente importante: generar contenidos, hacer música.

-¿Cuáles son los puntos altos de este disco?
-“Artefacto” es una canción importante La letra tiene gran precisión en lo que quiere decir. Y es redonda. En "El movimiento" me parece que se logró reflejar en la música lo que la letra propone: “suave movimiento que enseña a confiar” es una frase que creo se escucha en los arreglos, en cierta cadencia en la música. “Las cosas tontas”: su letra es todo lo honesta que yo hubiera deseado. Buscar en el otro “la combinación que lo haga mejor persona, para mí” resume muy bien mi idea sobre el amor y el estar en pareja. No puedo escuchar esa canción sin que se me vuelvan a parar los pelos una y otra vez.

-¿Cómo compusiste este disco? ¿Te sentabas a cantar y grabar? ¿Te quedabas atascado en un puente o estructura? ¿Se te dio todo de forma rápida?
-Todo se dio en forma muy espontánea. En general no me demoro mucho en hacer una canción. No pasan más de dos o tres sesiones. Me siento con la guitarra, tarareo algo que se me viene a la cabeza y lo dejo grabado. Vuelvo a escuchar al día siguiente y si me gusta me aplico en la letra. La tercera sesión ya tiene que ver con poner un clic, grabar la guitarra y lanzarme a hacer los arreglos, que siempre aparecen mientras voy grabando. A veces mientras grabo aparecen ideas que sirven para la canción que viene y así. La composición y grabación de un disco para mí siempre se da de manera bien orgánica. Una cosa va llevando a la otra y de pronto ya tienes que ir terminando y buscando donde mezclarlo.

-¿Cuáles son tus planes para presentarlo?
-La verdad desde hace mucho que no toco en vivo y no tengo intenciones de hacerlo por el momento. Tocar en vivo requiere una energía que en este momento prefiero ocupar en otras cosas. Irme fuera de Santiago, sacar fotos, dormir (se ríe). Quizás soy algo flojo en este punto, pero tocar en vivo no me llama mucho por ahora. Me gusta más la pega de producir, grabar y poco a poco he ido logrando hacer de eso un trabajo remunerado y que me da total satisfacción. Quizás sea la soledad lo que me acomoda por el momento. Componer, grabar, editar y seguir. Sin mayores pretensiones que eso.

-Tu disco está gratuito en stream. ¿Crees que este es el formato que finalmente se impondrá? ¿A la manera de Grooveshark o Spotify?
-Mi disco se vende en formato físico, pero también se puede comprar en versión digital. Creo que para los músicos es difícil abandonar la materialidad de un disco. Está ahí, en tu repisa, lo puedes envolver y regalar, etc.  Pero claro, eso se topa con la realidad de la industria, entonces lo que muchos hacemos es fabricar una cierta cantidad de discos que te den la posibilidad de financiar el “lujito” de tener un CD con su arte y todo lo que eso implica.  Fabricas cien discos, vendes 60 y con eso pagas los otros 40 con que te quedas para regalar, guardar, atesorar. Claramente no es un muy buen modelo de negocio, pero qué vas a hacer, si ya dedicarse a esto es una pésima opción en términos de plata…

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