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La raíz retorcida

La cantante mexicana presentó anoche en Santiago un espectáculo lleno de gracia latinoamericana.

27 de Agosto de 2010 | 09:16 |
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Nuevamente en Chile, Lila Downs dio muestras de cómo y cuánto se han mezclado las músicas en este siglo.

El Mercurio

La celebración de la raíz africana, la raíz indígena y la raíz española. Así presentó anoche Lila Downs una de las canciones de su espectáculo en Santiago, y la fórmula serviría para definir su show completo si no es porque deja fuera al imán inescapable de su voz.

La disposición a la mezcla de géneros e instrumentos que la mexicana mostró sobre el escenario del Teatro Nescafé de las Artes podía ser más o menos predecible, mas no así la potencia de un canto sin raza ni edad, poderoso y dúctil, fascinante por sí solo. Cuando acude a canciones conocidas ("Cucurrucucú paloma", "Paloma negra", "La llorona") Downs sabe que entusiasmará a la audiencia, pero porque lo suyo es la propuesta antes que la gentileza incluso esos estándares latinoamericanos los reformula en arreglos inesperados y atrevidos, coronados por una voz tan elástica que al poco rato se vuelve imposible de seguir.

Si los títulos son menos conocidos, Downs hace todo lo posible por volverlos encantadores, y el público termina frente a ella sin poder separar lo antiguo de lo nuevo, lo conocido del estreno.

Ojo de culebra, su más reciente disco, sirvió como base para un concierto en el que se escuchó una ranchera, un son jorocho, un bolero y quién sabe cuántos ritmos más pasados por el filtro mexicano. Un canto en dos idiomas es la marca elocuente de una biografía vivida desde la cuna entre México y Estados Unidos, y que cristaliza sobre el escenario en un espectáculo deudor sólo en parte del folclor de Oaxaca, pues la guitarra eléctrica y la batería (tocada, en este caso, por el chileno Yayo Serka) hablan, tambíen, de un interés amplio por los códigos del pop o del rock.

La música de Lila Downs termina, así, retorciendo incluso la fórmula ya retorcida del mestizaje: la mezcla por la mezcla, a lo Shakira, se revela en comparación en toda su vulgaridad y falta de gracia. Lo de anoche escondía bajo su brillo un trabajo de imaginación de más atrevimiento que cálculo.

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