Sé que me voy a quemar

Sonará paradójico, pero el efecto de escuchar el disco de Pituquitos es la certeza de que escuchar el disco no es suficiente. Aquí está capturado un borde del grupo valdiviano de rock que integran la cantante Srta. Pésima, el bajista Pierre Burdel y el baterista Vaniv X, el sonido que los tres hacen con apenas una voz, un bajo eléctrico y una batería, pero sobre todo está planteado lo que puede ser ver a Pituquitos en persona.

Rock, intención de blues e instinto punk se escuchan en el sonido, con las líneas de bajo de Burdel como única base armónica y con la batería en manos de un especialista del metro cuadrado. Porque Vaniv X no es sino el alias de Iván Molina, baterista que en grupos como Emociones Clandestinas, Santos Dumont y Matorral ya ha mostrado su aptitud para llenar cualquier espacio con sólo dos baquetas sobre platillos, timbales, caja y bombo sin limitarse nunca a marcar un ritmo fijo sino al contrario: para usar la batería como un instrumento de expresión.

Sobre esa base, lo más personal del trío es lo que hace Srta. Pésima, el arma secreta de Pituquitos. Si es medio habitual decir que alguien "tiene cuento" cuando es interesante, ella literalmente tiene cuento aquí porque muchas de las canciones son relatos, ella los deja entrever sin mostrarlos por completo y cuando mejor está es cuando encara a su interlocutor. Pituquitos muestran su dimensión social en "Mi pega me pega", descubren el amor en "Playa" y Srta. Pésima pone más amor en juego en "Mantra": Elías, Nico, Esteban, Claudio, Pablo, César, David, Ignacio, Eduardo y Nahuel son la lista que la cantante pasa mientras reparte a todo el verso "Siempre te amaré". Y si la señorita parte despechada en "La desgraciá", de ahí en más la situación se pone crítica en "El demonio y el alcohol", cuando de despechada pasa a humillada e inicia una espiral inquietante que termina en grueso calibre y aclara que, más que un grupo como tantos, en vivo Pituquitos son un espectáculos como ellos solos.

—David Ponce