Cuando el vidrio se mastica hasta quedar reducido a polvo, puede pasar perfectamente por el tracto digestivo sin hacer ningún tipo de daño
Sebastián SepúlvedaLA HABANA.- El cubano Trígimo Suárez Arcia, de 70 años, asegura que siente satisfacción por comer vidrio, en particular ampolletas o tubos fluorescentes que devora como si fueran un gran manjar, sin haber causado ningún daño a su organismo hasta la fecha.
"Yo como vidrio a cada rato. No paso más de 15 días sin hacerlo" afirmó en una entrevista publicada este domingo en el periódico oficial "Juventud Rebelde".
Este hombre de origen campesino vive en Cabacú, un pueblo de la localidad de Baracoa, en el extremo más oriental de Cuba. Cuenta que comenzó a comer vidrio a los seis años. El iba a cosechar café y su madre le mandaba lámparas fluorescentes. "Ella sabia de mi gusto por el vidrio", explica.
En la entrevista, Trígimo dice que solo fue al médico en 1967 cuando el líder cubano, Fidel Castro se lo pidió durante un encuentro que tuvieron."Recuerdo que el Comandante (Fidel Castro) me dio un vaso rojo. Lo mordí y en el primer intento fallé, en el segundo también y al tercero el vaso se partió y pa-pa-pa pa'dentro. Solo dejé el fondo. Fidel me dijo que había que estudiarme. Acepté y él ordenó que me trajeran a La Habana,” rememoró.
Así fue internado en el Hospital Nacional de La Habana y según refiere el presidente de la Sociedad Cubana de Medicina Interna, Oscar Alonso Chil, quien encabezó la investigación del caso, "se le estudió todo el tracto digestivo sin encontrarle lesiones en las mucosas de dichos órganos". También explica que "tenía muy buena dentadura y trituraba el vidrio hasta hacerlo polvo".
"Me sacaron el jugo del estómago 14 veces, analizaron mi saliva y me investigaron todo. Las pruebas dieron negativas. A los dos meses y cuatro días regresé a Baracoa", cuenta.
Esta historia causó gran curiosidad en el escritor uruguayo Eduardo Galeano que decidió entrevistarlo. De esa conversación nació la obra "El libro de los abrazos" con un relato titulado "La realidad es una loca de remate", donde cuenta la rareza de Suárez Arcia.