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Rock no perecible

El cuarteto norteamericano terminó de saldar su deuda con Chile de la mano de fórmulas que no se consuelan con soportar el paso del tiempo: El de Pixies, es uno de esos casos en que los sonidos además logran renovar su novedad y vigencia.

14 de Octubre de 2010 | 13:05 |
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Black Francis comandó la segunda presentación en Chile de Pixies, tras el debut del sábado en el Festival Maquinaria.

El Mercurio

Fueron años de espera para el amplio y fiel grupo de fanáticos que el grupo norteamericano Pixies tiene en Chile. Largo tiempo de especulaciones y campañas virtuales que casi pusieron a la eventual visita del cuarteto un par de escalones más abajo que la tocata de Pink Floyd en el Valle de la Luna.

Pero entre sábado y miércoles la deuda se saldó, y si el primer día la presentación se desarrolló con un grueso puñado de nóveles seguidores de Linkin Park haciendo hora para el show de su banda favorita, la del 13 de octubre fue una cita sólo con los devotos que esperaron por años.

Ante ellos el grupo ofreció un repertorio de 33 canciones en homenaje a los mineros rescatados, pero que terminó superando esa cifra, en una muestra ágil y potente de los laureles que la banda se ha ganado con los años. La apertura con los dos minutos de la instrumental "Cecilia Ann", del disco Bossanova (1990), bien lo resume: Una pieza eléctrica, enérgica y de carácter, a la vez que colorida, trabajada y contagiosa.

"Rock Music", del mismo álbum, sigue la línea, ya con Black Francis desgarrando su garganta, aún sin señas de desgaste. Es precisamente esa combinación la que permitió ubicar a la banda como el cimiento sobre el cual se levantaron desde el grunge de Nirvana y la movida alternativa de los '90, hasta la escena indie de los 2000, integrada por nombres como The Rapture.

Porque antes que ellos, Pixies ya hacía bailable la matriz punk ("Isla de Encanta"), vestía con tintes lúdicos la psicodelia ("River Euphrates") o era capaz de inyectar rebeldía en un himno pop ("Where is my mind"), entre otras cualidades que ante una repleta Cúpula del parque O'Higgins volvieron a recrear.

Con Francis, la bajista Kim Deal, el baterista David Lovering y el guitarrista Joey Santiago en plena forma interpretativa, Pixies terminó por fraguar una de las noches que marcará el año en vivo, evidenciando que la espera es algo completamente soslayable cuando se trata de fórmulas que no pueden perecer.

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