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Yo soy Américo

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22 de Octubre de 2010 | 18:19 |

Los fenónemos en la música, ligados estrechamente al concepto de novedad, suelen extenderse por el tiempo que dura la instalación de un artista en el ámbito público. Todo juega a favor del afortunado en ese minuto, quien desde luego tuvo el mérito de hacer valer su condición a punta de temas pegadores y exitosos. Mucho de eso tuvo Américo en la primera etapa de su carrera, la del despegue, pero una vez que el fenómeno se asentó y que su nombre pasó a formar parte del elenco estable, la pelea por dar sin dudas se volvió distinta. Más que explosión, hoy lo que se busca es perdurabilidad. Lo curioso es que, para quienes siguen ese curso, el efecto no tiene por qué estar asociado a la intensidad de los trabajos discográficos. Sin embargo, en el caso del ariqueño el paralelo sí se presenta en Yo soy Américo, el disco que sucede a A morir, que no es su primer álbum, pero sí el más exitoso a la fecha.

Otra vez echando mano a la nueva tradición de cumbia peruana (siempre con Estanis Mogollón como proveedor de los principales temas), el cantante arma ahora un repertorio en que el que también se permite dar cabida a las nuevas influencias con que busca diversificarse. De este modo incluye dramáticas versiones de "Traicionera" y "Murió la flor" en tonos balada-pop, además de un medley —recurso siempre algo burdo— de temas de Lucho Barrios, que esta vez suenan totalmente carentes de la fibra con que los inmortalizara el fallecido cantante.

El Américo más reconocible, en tanto, aparece en canciones como "Adiós amor" y "Lástima por ti", en las que Mogollón luce su especialidad en coros recordables y riff para bronces. Esa línea es la que también siguen temas como "El clavo" y "Motor y motivo", con menor intensidad y ciertos toques salseros, además de un mayor énfasis en los teclados, que esta vez recuerdan también a la tradición argentina de la cumbia. "Mentiras... puras mentiras", por su lado, tiene el mérito de hacer que Américo apruebe en la aventura compositiva.

En Yo soy Américo, entonces, el ariqueño no destiñe ni arrolla. Simplemente aprovecha el enorme vuelo que aún le entregan temas como "Te vas" y "Embrujo", en una cuenta de ahorro que aún tiene para un rato, pero en la que pronto habrá que volver a depositar.

—Sebastián Cerda